No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 24

ZACK

 

La oscuridad se encontraba cerca. Pero esta vez no me dejé caer por completo en ella.

Sobre todo, porque recientemente había salido de la penumbra acompañado de Eilana. Tal vez sonaba melodramático en mis propios pensamientos, pero era la realidad. Mi chica de cabello rosa me había salvado de una manera que ni siquiera imaginaba.

—¿Estás seguro que estará bien? —pregunté sentado en el asiento trasero del auto de mi tío.

A mi lado, mi tío respondió.

—Sí, está siendo resguardada por mis mejores hombres.

Asentí mientras continuaba mirando las luces nocturnas de la ciudad.

—¿Él ha dicho algo?

—No—se detuvo—, parece empeñado en querer hablar contigo. Tampoco tenemos noticias de su padre, al parecer ha decidido abandonar a su hijo en nuestras manos.

—Bien—espeté sombrío, me recosté en el asiento mientras recordaba la despedida con mi chica.

 

 

«—¿Te duele?

Miré su rostro, pero ya estaba tan concentrada limpiando mis manos que ni siquiera se daba cuenta de mi escrutinio.

—No.

—¿Y aquí? —volvió a preguntar mientras colocaba alcohol en mis heridas.

—Tampoco.

Se detuvo de limpiar la sangre de mis manos y me miró.

—No me estás mintiendo, ¿verdad?

Miré sus ojos preciosos.

—¿Por qué lo haría?

Se encogió de hombros.

—He conocido a chicos que tiemblan por un poco de alcohol, incluso Mateo…—se calló de golpe y se quedó estática mientras miraba mi herida.

—¿Estás bien? —pregunté mientras intentaba subir mi mano herida, pero Eilana la retuvo y continúo limpiando.

—Sí, estoy bien.

Mentía, podía verlo.

—¿Por qué me mientes? —pregunté con una leve sonrisa, intentando bromear. Bajó más su rostro y observé una lagrima escurriéndose por su mejilla. Eso me hizo moverme rápido y la atraje a mi cuerpo, para después alzar su rostro y observarla. Al ver su mirada llena de tristeza, me hizo preguntar—: ¿Qué sucede, gatita?

Eso hizo que se rompiera y llorará más. La abracé.

—Es que…—intentó decirme la razón, pero sus palabras sonaban incoherentes.

—Tranquila, amor, dime, ¿Qué sucede?

Negué con la cabeza.

—No puedo decirlo ahora—respondió sollozando—, me duele decirlo.

Sus lágrimas estaban rompiendo mi corazón.

—Está bien—respondió lentamente—, pero al menos dime si te hizo daño. Solo necesito saber si alguien te hizo daño. ¿Fue ese imbécil?

Negó con la cabeza y después asintió.

—No, si, no lo sé…—respondió—, no estoy así por Michael, es por Mateo.

Me tensé al oír el nombre de su mejor amigo.

—¿Qué pasó con él? ¿Te hizo daño?

Volvió a echarse a llorar resguardada en mi pecho y estuvo a punto de ir en la búsqueda de ese maldito idiota. Maldita sea, era obvio que entendía que la alejará de mí para protegerla, pero si le había hecho daño, estaba seguro que iba a golpearlo. Demasiado.

Mi cuerpo quedó rígido, esperando por su respuesta.

—No—dijo después de varios segundos—, yo le hice daño.

¿Qué?

Volvió a llorar y me quedé esperando que dijera algo más, pero no lo hizo. Sin saber que más hacer para tranquilizarla, la abrace con firmeza. Sus brazos me rodearon también. Continuó llorando y con cada segundo que pasaba derramando sus lágrimas sobre mi pecho, sentía que más me destrozaba por dentro.

Su dolor era agonizante para mí.

—Lo siento…—murmuró después de varios minutos, e intentó alejarse.

—No, aun no.

—¿Zack? —levantó su rostro para verme—, ¿estás bien?

Intenté sonreír, pero fue difícil.

—Sí.

Miré esos ojos tiernos y mi chica de cabello rosa me sonrió levemente.

—Te amo, Zack.

Sonreí.

—También te amo, amor.

Me incliné para besarla, pero alguien carraspeo detrás de nosotros, y me detuvo de hacerlo.

—No podemos tardas más. Tenemos que irnos ahora—ordenó mi tío.

Estaba por decir algo, pero Eilana me interrumpió.

—Pero volverás, ¿verdad?

El miedo en su voz, me hizo tener que tomar su rostro y mirar sus ojos.

—Lo haré.

No sabía si creía en mis palabras, pero me abrazó con fuerza.

—Está bien—pronunció con su rostro apoyado en mi pecho—, Confío en ti.

No pude evitarlo, alcé su rostro con ayuda de mi mano y besé sus labios dulces mientras…»

 

 

—Zack, concéntrate en lo que estoy diciendo—espeto mi tío.

Parpadeé y volví a mi presente.

—Dime.

­—Te digo que no sabemos que están planeando los Russo y esto lo deben de saber los Tomber. No podemos permitir estos ataques en la Organización.

Miré a la ventana.

—No creo que sea necesario avisar a Frederick—declaré con oscuridad—, esto fue hecho para atacarme, no para atacar a la Organización, y menos al líder.

Podía sentir la ira de mi tío.

—Eres mi sobrino, no pueden atacarte sin mandar a la mierda a la línea de mando. ¿Dónde está el jodido respeto entre las familias?

Lo volteé a ver.

—Pero ni siquiera soy un miembro. No creo que Tomber le importé que le pasé a mi vida—espeté.

—Importé o no—devolvió mi tío—, he decidido convocarlo.

Lo miré furioso.

—No lo harás.

—¿Por qué no?

—Porque esto fue personal.

—Zack, esto podría ser más de lo que piensas—espetó con dureza.




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