No Soy Él[segunda Parte]

Capítulo 30(Final)

 ZACK

Tenía el pensamiento erróneo de que las adicciones eran malas. Ahora, con mi novia en mis brazos, me daba cuenta de que estaba equivocado. Ella no era nada malo.

Su delicada mano se colocó sobre mi pecho desnudo, y las mías, las coloqué en su cadera libre de cualquier prenda. Para acercarla más a mí. Estaba volviéndome codicioso, podía estar seguro de eso. Pero mi gatita no dijo nada para oponerse a mis caricias, ella solo se acurrucaba más.

—No puedo creer que lo digas en serio—comentó Eilana a mi declaración anterior.

—Muy en serio—dije mientras besaba su cabello rosa—, deberíamos pasar la navidad juntos.

—Lo quiero, pero a mis papás no creo que les guste la idea.

—¿Por qué no?

—Bueno...—titubeó, escondiendo su rostro en mi cuello—, para empezar, mi padre no sabía que tengo novio

—¿Qué? —la miré sorprendido.

—Pero ya lo sabe—continuó rápidamente.

—Espera, ¿tus padres no saben que estás conmigo?

Ella me sonrió tímidamente.

—Mi mamá si lo sabía, pero mi padre, es más, sensible con ese aspecto. Así que pensamos que sería mejor esperar.

«¿Esperar?» Fruncí el ceño.

—Cuando pensabas decirme eso, ¿y por qué apenas me estoy enterando ahora?

Ella tuvo la osadía de lucir avergonzada.

—Bueno, te estás enterando ahora porque mi madre al fin se lo confesó a mi papá, y él está muy, pero muy furioso.

Alce una ceja. Parecía que ella le ponía demasiado énfasis en «furioso». O estaba exagerando, o realmente lo estaba.

—¿En serio, gatita? —cuestioné­—, Después de todo lo que hemos pasado. ¿Por qué no me dijiste antes?

Me miró de nuevo.

—Han pasado tantas cosas, no lo recordaba. Pero hoy me llamó mi mamá, y me dijo. Y ahora ya no sé qué hacer. Pero, ¿pasar la navidad juntos? Eso parece imposible ahora. Mi papá ni siquiera te dejaría pasar. Tiene una revolver, ¿sabes?

Eso ultimo me hizo alzar las cejas.

—No tienes que inventar nada para asustarme—comenté—, no le tengo miedo a tu padre.

Mi novia parecía ofendida por acusarla de mentir.

—No te miento—y después continuó con tono de preocupación—, de verdad tiene un revolver.

—¿En serio?

Apoyó su cabeza en mi pecho.

—Sí, le gusta la caza—se estremeció—, le dije que no me gustaba que lo hiciera. Se lo pedí llorando para mi cumpleaños, y dejó de hacerlo. Sin embargo, aún conserva el arma. Por si al caso, me dijo una vez cuando lo descubrí limpiándola.

Creo que tenía idea de porque no se había deshecho de ella.

—Entiendo, ¿y piensas que podría hacerme algo? —pregunté mientras la miraba.

—No pienso—alzó su rostro—, sé que lo hará.

Sonreí al ver su preocupación.

—No te preocupes, amor, todo estará bien.

Ella me abrazó.

—Solo no huyas, Zack, nada más te pido eso.

Me reí.

—Está bien, no lo haré.

—Bueno, eso me alivia mucho.

 

(...)

 

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron todos.

La cara de mi novia estaba llena de sorpresa.

—¿Cómo? Hoy no es mi cumpleaños, chicos—dijo sonriente, volteando a verme confundida.

La abracé, y coloqué mis manos en su cintura.

—Lo es—susurré en su oído.

—No es cierto.

—Sí, es cierto.

—¿En serio? —preguntó con duda.

—Muy en serio.

Esto en serio era hilarante.

—Oh—soltó.

No pude evitarlo, solté una risa leve.

—¿En serio no recordabas que es tu cumpleaños?

Ella no respondió, en vez de eso, giró en mis brazos y me abrazó.

—Estoy empezando a creer que si soy un poquito despistada—susurró.

Me eché a reír.

Antes de que dijera algo más, alguien en el fondo la llamó.

—¡Eilana, ven aquí! —gritó la voz de Sam—. Mira esto.

Ella levantó la vista.

—¿Tengo que ir?

Sonreí, y tomé su rostro en mis manos.

—Ve, y no finjas que no disfrutas esto.

Ella sonrió avergonzada.

—¿Se nota demasiado?

—Mucho—respondí.

Su sonrisa disminuyó un poco.

—Es que a ti no te gustan las fiestas.

—¿Y? A ti si te gusta—dije sonriente—, ve a divertirte.

Ella saltó feliz y me dio un beso rápido en la boca.

—¡He llegado, perras! —gritó dándose la vuelta de golpe, y todos quedaron viéndola en shock. Incluyo yo alce mis cejas. Ella tuvo que continuar con el rostro rojo—, lo siento, eso lo vi en la televisión, y quería decirlo una vez. Ups.

Todos se echaron a reír, y yo los igualé.

Al ver que ella corría al gentío de personas que la apreciaban, sentí que este era mi lugar. Estaba en ese pensamiento, cuando sentí que alguien se colocaba a mi lado.

—Te dije que era buena idea—comentó Franco.

—Lo dijiste.

—¿Todo bien?

Miré a Franco.

—Todo excelente, Franco—contesté—, gracias.

Él sonrió. Sabiendo a que exactamente le debía las gracias. Contrario a lo que pensaba, Franco podía convertirse en un amigo. Un mejor amigo, quizás.

Miré al frente.

Me di cuenta de que mi novia estaba hablando con Mateo, y por su sonrisa, parecía que ya había perdonado a ese idiota. Sonreí por lo poco rencorosa que era. A continuación, observé que Samanta se la robaba de los brazos de Mateo y la hacía bailar con ella.

Mi novia empezó hacerlo. Aunque con unos movimientos medio extraños.

Riéndose, ella volteó a verme. Le sonreí también.

En ese momento, recordé la última carta que mi abuelo me dejó:

 

Zack

Sé que mis planes te hacen enfadar. Pero no deseo que vivas mirando tu espalda todo el tiempo. Ni que llores la pérdida de un ser amado. Eso te destruiría. Quizás pienses que estoy siendo blando contigo, pero yo pienso que no es así. Creo que te estoy arrojando al abismo, pero solo es para que te salves, hijo. Quiero veas más allá de lo que conoces bien.




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