No Soy Él[segunda Parte]

(Extra 1/5)

EILANA

 

 

 

Miré los ojos de mi novio, y sentí como una lagrima salió de mi rostro.

—Duele, Zack.

Su rostro mostró una mueca, igual de adolorida que la mía. Pero sabía que no podía ser cierto, más que nada porque era quien me provocaba éste sufrimiento.

—Lo sé, pero pronto pasará, solo un poco más y ya—aseguró. Con su expresión llena de determinación y tortura al mismo tiempo. Quería ser fuerte por él, por mí, pero dolía muchísimo. No debí ser convencida de hacer esto, lo sabía. Pero tenía tantas ganas de hacerlo y experimentar nuevas cosas con mi novio. De intentarlo por Zack. Sin embargo, no había contado con el dolor.

—Sabía que era mala idea—dije, quejándome del dolor en la parte baja de mi cuerpo—, ¿Por qué no me dijiste?

La mano de Zack se movió por debajo de mi tobillo, buscando cambiar de ángulo. Pero eso solo provocó que doliera más.

Gemí de dolor.

—Perdón, perdón.

—¡Ten cuidado, eso duele!

—Lo sé, y créeme, no estoy disfrutando esto.

—Sí, claro—declaré con sarcasmo.

Zack me miró ofendido.

—Es la verdad, fuiste la que insistió en que lo hiciéramos—expuso, y lo miró mal, pero él continuó como si yo no lo estuviera matando con mi mirada siniestra—, yo te dije que era mala idea, pero fuiste terca, gatita. Eso ya no puedo controlarlo.

Sabía que tenía razón, ¿pero había necesidad de echármelo en cara?

Tapé mi rostro con mis manos mientras me dejaba caer en la cama.

—¿Por qué tienes que ser tan cruel? ¿Acaso no te das cuenta de que me duele? Sé empático con tu novia—siseé de dolor cuando se movió un poco para acomodarnos mejor en la cama.

Se movió, colocándose mejor. Haciendo que el dolor no fuera tan intenso.

—No seas así—dijo, más tranquilo dándose cuenta de que la postura no me molestaba más—, mañana estarás bien.

Lo miré, y observé que me sonreía.

—“Mañana estarás bien”—cité de nuevo—, ¿Qué tipo de consuelo es ese?

Se encogió de hombros.

—Es la verdad—de pronto se movió hacia adelante, y el dolor pasó por todo mi cuerpo—, lo siento, lo siento, quise acomodarme mejor.

Gemí de dolor. Estaba por gritarle, cuando observé que Sam se levantó de su propia cama.

—¿Saben qué? Me voy. No puedo dormir con ustedes aquí.

—¿Qué? Pero, ¿por qué?

Sam me miró con irritación.

—Por toda su charla no sexual—dijo, deteniéndose en la puerta—, y créeme, no quiero ese tipo de imágenes en mi cabeza.

—¿Sexual? —cuestioné confundida, y haciendo que Zack riera a mi lado.

Sam se despidió con su mano, abriendo la puerta.

—Lo siento, chicos, pero no puedo seguir aquí con ustedes.

—Sam, no te vayas—pedí.

Mi amiga estaba por irse, pero me miro antes de hacerlo.

—Te quiero, nena, pero solo te torciste el tobillo, tampoco exageres.

Jadeé ofendida. Zack, sin embargo, no defendió mi honor. Lo miré enojada por no defenderme. «¿Para qué tenía un novio si no me defendía de tremenda infamia? ¿Yo? ¿Exagerando? ¡Jamás!»

—¡Es prácticamente de vida o muerte! —dije a gritos para que todos alrededor oyeran mi dolor—, ¿te imaginas que yo esté en un lugar donde mi vida corriera peligro? ¿Cómo podría sobrevivir?

—Estás en la universidad, nena. Tampoco es como si estuvieras en la selva o algo así—dijo Sam, sin apiadarse de mí.

—Podría ser lo mismo—dije, mirándola enojada.

Sam negó con la cabeza, pero nada más se despidió con su mano, y salió. ¡Salió! ¡Realmente no puedo creerlo! ¡¿Para que deseaba tener una amiga si no estaba en mi estado más vulnerable!

Con el sonido de la puerta cerrándose, volteé a ver mi novio, que ahora ya había terminado el vendar mi tobillo.

—¿Y bien? ¿Cuánto tiempo me queda de vida? No seas amable, Zack, pobre soportarlo.

Zack negó con la cabeza, divertido.

—Realmente estoy mal de la cabeza—susurró, en vez de responder a la pregunta—, es linda e inofensiva, me dije, ¿Qué daño podía hacerme?, me dije. Incrédulo tonto.

Lo miré con el ceño fruncido, quitando mis lágrimas con ayuda de mis manos.

—¿Por qué dices eso?

Me observó sonriente.

—Por nada—dijo, tocando con cuidado mi pie en la cama, y se inclinó sobre mí—, solo encuentro adorable tus locuras, y sobre todo impresionado por el golpe que le diste a ese saco.

Bajé la vista a mi tobillo.

—Franco me dijo que era fácil.




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