No soy Soobin

Capítulo 57

Soobin cerró su portátil, incapaz de escribir una palabra más. Huening Kai se había ido hace como media hora, pero su presencia ahí parecía querer perdurar por horas. El menor siempre estaba en todas partes, desquiciándolo, llevándolo al borde de lo prudente, volviéndolo un ser irracional. Y no podía creer que luego de su última charla aquel chico se atreviera a aparecerse una vez más ahí exigiéndole una última devolución. 

¿Cantar? ¿Él de verdad pretendía hacerle cantar? Había aceptado, sí, pero con la condición de que él se encargara de inventar una historia para Beomgyu, pues Soobin se negaba a interferir por su hermano menor; su relación con Huening Kai definitivamente jamás debía de ser expuesta. 

Pasó sus manos por su rostro con exasperación, recordando otro de los males que le aquejaban. Ciertamente, su ida a Estados Unidos era un tema más importante a tratar que el repentino capricho de su ex novio, así que definitivamente no perdería la cabeza por esa pequeñez, él primero debía centrarse en lo primordial y luego pensaría en el resto. 

Dejó su puesto, cansado, decidido a tomar un poco de aire, y abandonó la oficina para caminar al único sitio del instituto donde se sentía cómodo consigo mismo. 

Heeseung, que había pasado a la biblioteca para recopilar unos libros de estudio, no pudo evitar sentirse curioso al ver dónde se dirigía. ¿Qué hacía Soobin caminando hacia la zona más marginada del instituto? ¿Y no se suponía que Beomgyu estaría con él? Lo siguió, cauteloso, intentando entender por qué el mayor lucía como un zombie, haciéndole sentir inquieto; parecía haber un problema por él. 

Subió con un poco de recelo las oscuras escaleras que dirigían hacia la azotea del edificio, preguntándose cómo alguien podía pasar por ahí por gusto propio. ¿No era ese lugar un poco tenebroso? ¿Y no estaba prohibido para los estudiantes ir a la azotea? Mas todo pensamiento se disipó cuando al salir al exterior se encontró al pelimorado encaramándose al borde del edificio, sus ojos completamente fijos en el paisaje frente a él mientras el viento de invierno causaba escalofríos. Heeseung no pudo evitar tensarse mientras veía al mayor avanzar cada vez más hacia la rorilla, y los pensamientos más negativos asaltaron su mente mientras su corazón comenzaba a bombear aterrado. 

Soobin no pretendía saltar, ¿cierto? Él no llegaría a ese extremo sólo porque querían separarlo de su hermano, ¿cierto?

- Hey. - Lo llamó en voz alta, haciéndose notar. Soobin se detuvo de golpe al oírle y miró ligeramente sobre su hombro, inexpresivo. - Pre-presidente, no es que quiera interrumpir tu-tu lo que sea que estés haciendo  - Tartamudeó con una risa nerviosa. - Pero, ¿no crees que es peligroso lo que haces? Eres la gran figura aquí, creo que deberías ser un ejemplo. ¡Necesito que seas mi ejemplo! - Exageró, sin obtener ninguna reacción a cambio. Muy por el contrario, el pelimorado sólo le dio la espalda mientras se acercaba más al borde. - ¡Ah, en serio, tú...! - Agitó sus brazos, lleno de pánico. - ¿Por qué vas a saltar? ¡Tienes toda una vida por delante, hombre! ¿Tienes idea de cuántos chicos desearían ser tan brillantes como tú? ¡Deberías aprovechar ese cerebro tuyo y usarlo para salvar vidas o algo por el estilo! - Soobin no se movió. - Y-yo me enteré de tu viaje. - Intentó avanzar hacia él, deteniéndose de golpe cuando el pelimorado le lanzó una filosa mirada. - Es decir... - Tiró del cuello de su camiseta, sintiendo que se ahogaba debido a la presión del momento. - Beomgyu, él... mencionó algo y... ¡eso es! ¡Beomgyu! ¡No puedes saltar porque Beomgyu te necesita! ¿De verdad pretendes dejar a tu hermano solo? - Soobin apartó la mirada de él, dando un paso más. Heeseung no podía creer que aquel chico no tuviera miedo a las alturas cuando él mismo comenzaba a sentirse enfermo con sólo estar en la cima del edificio. - Soobin, por favor... - Su tono se volvió más suave. - Sabes que él no soportaría algo así, así que... vuelve aquí, ¿sí?

Pero el pelimorado no hizo caso, muy por el contrario, alzó su pie para finalmente saltar y Heeseung lanzó un grito descomunal mientras cubría sus ojos, creyendo que su corazón se saldría de su pecho tras presenciar esa escena. Pensó en lo que tendría que decir después de eso, en cómo se tomaría Beomgyu esa noticia, cómo sería para Huening Kai, cómo quedaría el cuerpo de aquel chico en el piso tras haber caído desde esa distancia.

Esa distancia...

¿Se supone que debía de escuchar un golpe entonces?

Fue en ese momento, cuando el miedo abandonó su cuerpo, cuando por primera vez se dio cuenta de un gran detalle: alguien estaba riendo. Una risa escandalosa, sincera y extraña. Heeseung descubrió sus ojos, caminando con piernas como gelatina hacia el lugar de donde provenía la risa y, tras asomarse por el lugar de donde acababa de saltar el mayor, sintió su estómago contraerse al descubrir que esa nunca había sido la orilla del edificio, sino una simple bajada, un simple desnivel, y Soobin estaba sentado en el piso retorciéndose de risa mientras presionaba su abdomen, pues comenzaba a dolerle.

- ¡Tenías que ver tu cara! - Soobin no dejaba de reír mientras Heeseung era lo más cercano a un fantasma. - Y sonabas tan, tan preocupado. - Carcajeó. - Dios, debí hacer esto antes, ¿cómo no se me ocurrió? - Secó sus lágrimas, intentando recuperar el aliento, y volteó a ver al menor que se conservaba inexpresivo. - ¿Lee? - Se levantó, repentinamente preocupado - Hey, ¿estás bien? - Se acercó a él, pasando su mano por el frente de su pálido rostro.

- Yo... creí que habías saltado. - Soobin se mordió la lengua, sintiéndose un poco arrepentido por haberle asustado. - Y tú... tienes una risa extraña. - Frunció su ceño, mirándole atento.

El pelimorado llevó una mano a su boca, sin evitar una nueva carcajada. ¿Aquel chico acababa de recibir uno de los mayores sustos de su vida y se detenía a pensar en su risa? Realmente era rarísimo. Para Heeseung, en tanto, le fue imposible no seguir mirando consternado a aquel chico. Aunque ya le había visto cientos de veces en el pasado, era la primera vez que lo veía tan tranquilo, tan él, tan en paz consigo mismo. Y por un momento, sólo por un momento, pensó que si ese era el chico del que se había enamorado Kai Kamal Huening, entonces no estaba del todo mal; porque el Soobin que no temía mostrar su risa y bromear definitivamente era más atractivo que aquel que medio mundo veneraba. 




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