No soy Soobin

Capítulo 63

Yeonjun observó atentamente a Soobin. Luego de lo ocurrido el día anterior, incluso si en ese momento el mayor había regresado con un semblante tranquilo, parecía ser que algo no andaba bien. El peliazul se caracterizaba por ser alguien, por momentos, demasiado confianzudo, pero cuando se trataba del pelimorado, simplemente tal cosa no existía. Él quiso preguntarle si todo estaba bien, pero al final del día, lo único que hizo fue esperar silenciosamente a su lado la resolución de todo.

Ahora Soobin estaba en su escritorio, aparentemente leyendo algo mientras el tesorero hablaba sobre los gastos que se realizarían por la fiesta de fin de año.

- Ha cambiado. - Yeonjun se irguió en su silla, girando a ver a Lia. - Definitivamente ha cambiado.

- ¿El presidente Soobin?

- No, tonto. - Rió. - La forma en que lo miras. - El peliazul no comprendía. - Es decir, tú sigues mirándolo demasiado, ¿sabes? Pero ahora es diferente. Hace sólo unos meses tú estarías mirándole completamente absorto, como si quisieras dispararle corazones con tus ojos y ahora... - Ladeó su cabeza, pensativa. - Es extraño, tú lo miras como si tuvieras una duda. ¿Hay algo que quieras preguntarle, Yeonjun?

¿Lo había? ¿Era realmente a él a quien deseaba llenar de preguntas? Yeonjun no estaba seguro, especialmente, creía que los cuestionamientos eran sobre sí mismo. ¿Qué estaba pasando con él?

La reunión terminó, los delegados poco a poco se fueron retirando. Yeonjun se despidió de Soobin con un leve asentimiento de cabeza con la intención de ir a la biblioteca para saber qué era de sus amigos, cuyo castigo se basaba en ordenar los libros. No obstante, Lia se interpuso en su camino para hablar sobre temas pendientes con el curso, retrasándolo en su objetivo.

- ¿Te vas ahora, Soobin? - El pelimorado negó con la cabeza, sonriendo suavemente en dirección a sus compañeros de clase que le esperaban en la puerta.

- Me quedaré unos minutos más, chicos. Regresen con cuidado a casa, ¿sí? Nos vemos mañana. - Y eso bastó para que todos se despidieran de él.

Soobin volvió a centrar su mirada en la revista de literatura que tenía, repasando cuidadosamente su contenido. El club de literatura del instituto era probablemente uno de los más irrelevantes y, mientras leía aquellos escritos, se sintió un poco triste al notarlo. Quizás él debía de poner un poco más de atención en aquellos chicos antes de graduarse. Ciertamente, incluso en temas de fin de año, todos los clubes parecían estar preparando una presentación en grande, mientras que aún no había llegado nada de información respecto a aquel club.

- Resignación... - Leyó el título de una de las historias antes de comenzar a leer.

"En las lejanas tierras de la indescriptible desolación, en un marginado pueblo, nació un niño al que llamaron Resignación.

Desde temprana edad, tuvo que ser consciente de lo que eran las guerras, y atemorizado cerraba los ojos esperando que esa pesadilla acabara. Mas no importaba cuánto sus ojos fueran incapaces de ver, pues sus oídos aún podían escuchar los lamentos moribundos de los vencidos, los gritos desgarradores de los heridos y el llanto desconsolado de los desesperanzados.

Sobre sus hombros caía el peso de la muerte, aquella que envolvía al pueblo y causaba pánico y devastación.

Un día, un refugiado llegó a la casa de Resignación. Aunque el niño poseía una mirada vacía, de vez en cuando volvía su lucidez, presentando atisbos de salvación. Tristemente, abriéndose a los oídos del desconocido, su lado pesimista predominó, sin siquiera vacilar al decir que incluso la muerte parecía mejor opción que aquella vida que se le había dado.

El acogido escuchó con atención al niño sin esperanza.

"¿Entonces por qué sigues con vida?", le preguntó.

El muchacho no supo qué responder. La parte oscura, que dominaba en él, comenzó a quebrarse en el desesperado intento de encontrar la respuesta.

Fue su otro lado, el más pobre, el que respondió: "Porque aún deseo vivir."

El mundo se estaba cayendo a pedazos.

En la mirada de algunos había destrucción, en otros melancolía.

Había quienes arriesgaban su vida a diario. Y había otros que simplemente se escondían esperando no ser encontrados por el cortejo fúnebre del deceso.

Vivían con miedo, hambre, frío. Pasaban días temblando, sin poder dormir debido a la incertidumbre de su futuro.

Pero incluso ante ese escenario lleno de diversidad, todos querían vivir; deseaban sobrevivir.

El niño descubrió que había estado viviendo con temor a lo errado, aceptando lo que creía le había sido destinado y, por tanto, era irrefutable. Sólo entonces se preguntó si aún había tiempo de cambiar su destino. Porque él, que en su corta vida casi había muerto cientos de veces, aún se encontraba vivo."

Un breve suspiro escapó de su boca mientras leía al final del texto el nombre del autor.-

- Kim Yeonjun.

Soobin se puso de pie, saliendo de la sala con intención de ir a la biblioteca para devolver la revista. Sobre todo, mientras caminaba, no podía dejar de pensar en una forma para que más personas pusieran más atención a ese club. Por otro lado, se encontraba gratamente sorprendido con la participación de Yeonjun en aquel grupo; probablemente sería bueno hablar con él. Y cómo si su mente lo hubiera invocado de repente, se encontró con él peliazul que caminaba a escasos metros de él.

- ¡Yeonjun! - Llamó, provocando que se detuviera súbitamente.




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