No soy Soobin

Capítulo 67

Soobin miró la puerta de la casa de los Huening por 10 minutos. No estaba seguro de cómo había terminado ahí, pero repentinamente sus impulsos tomaban fuerza por sobre su razón. Su dedo permaneció inmóvil en el timbre, cuestionándose el tocarlo, y bajó la mirada derrotado hacia su perro que estaba sentado, esperando por él.

- Realmente... ¿qué estoy haciendo? - Sacudió su cabeza, queriendo aclarar sus ideas.

- ¿Soobin? - Su respiración se cortó un instante al oír esa voz.

Dió la vuelta, encontrándose con el rostro curioso del padre de Huening Kai, y sonrió levemente abochornado por haber sido visto en medio de su debate personal. La mirada absorta de aquel hombre pasó a la preocupación sólo unos segundos más tarde, pues aquel jovencito frente a él lucía demasiado cansado.

- Buenas tardes, señor. - Hizo una pequeña reverencia.

- Buenas tardes, cariño. - Ladeó su cabeza, estudiándolo. - ¿Has estado mucho tiempo aquí esperando? ¿Es que Huening Kai no ha bajado a abrirte? - Su ceño se frunció. - Ese chico... ¿realmente es tan flojo como para no abrir la puerta en mi ausencia? - Regañó para sí mismo.

- No, yo no... yo no he tocado el timbre. - Aclaró con una sonrisa nerviosa.

- Oh. - Sonrió suavemente. - De todas formas, ¿vienes a ver a Huening Kai? Ha sido un tiempo desde la última vez. - Soobin permaneció en silencio ante la mirada amable de aquella persona. ¿Cómo podía tratarlo bien luego de haber roto el corazón de su hijo menor? - Pero bien, no te hago esperar más. - Buscó sus llaves, abriendo la puerta luego. - Ven, pasa.

- Señor...

- Huening Kai quizás esté durmiendo o trabajando en su música, pero puedes ir con él, no te preocupes. - Él empujó la puerta, girándose hacia el pelimorado que no se había movido. - ¿Soobin?

- Yo... lo siento. - Llevó su antebrazo a sus ojos. - Creo que será mejor irme.

- Pero... - Él se detuvo, notando cierto temblor en su cuerpo que sólo aumentó más su inquietud. - Soobin, ¿hay algún problema? - Él retiró su brazo, mirándole con ojos apagados. - Porque si tienes un problema, puedes contar con nosotros, ¿lo sabes? - La mirada del joven se cristalizó, el mayor intentó acercarse a él. - Soobin...

- Estoy bien. - Aclaró. - No se preocupe. - Una sonrisa se esbozó en sus labios. - No le diga a Huening Kai que estuve aquí, ¿sí? Fue un agrado verlo después de tanto tiempo. - Hizo otra reverencia para él.

El pelimorado tomó a su perro en brazos, alejándose rápidamente de la casa, y el señor Huening se sintió ansioso ante su estado. Dejó las bolsas de compras y subió las escaleras, tocando la puerta antes de entrar al cuarto de su hijo, quien parecía trabajar en algo en su escritorio.

- Huening Kai... - El rubio hizo un sonidito de afirmación, haciéndole entender que le estaba escuchando. - Soobin acaba de estar aquí. - Y esas palabras bastaron para que el lápiz resbalara de sus dedos y girara a ver a su padre. - Él me pidió que no te dijera, pero me tiene preocupado, no se veía muy bien.

Huening Kai se deslizó de su silla, abriendo rápidamente su ropero para sacar un abrigo.

- ¿Por dónde se ha ido?

- En dirección al parque, iba con un perro. - Huening Kai asintió, tomando un cubrebocas. - Si vas a hablar con él, asegúrate de que no termine en una disputa, ¿sí? Su estado anímico no parecía bueno.

- Seré cuidadoso, papá.

Huening Kai no era la clase de chico que corría. No obstante, apenas salió de su casa, lo primero que hizo fue correr en dirección al parque. No es que él quisiera llenar su mente de pensamientos negativos, pero si Soobin había llegado hasta ahí, era porque definitivamente debía de sentirse muy perdido; él mayor no vacilaría tan fácilmente en sus decisiones. Caminó a través del parque, mirando desesperadamente en todas las direcciones, y se detuvo súbitamente al encontrarlo en el puente, apoyado contra la frágil barandilla mientras observaba con atención el lago gélido por la temporada.

Soobin estaba ahí, a escasos metros de él, y lucía tan triste y solo, que no sabía cómo acercarse a él. No sabía cómo tocarlo sin que se convirtiera en cientos de piezas de un cristal roto. El pelimorado apartó sus lágrimas, poniéndose de cuclillas en el piso al no soportar siquiera el estar de pie, y Huening Kai se escondió detrás de un árbol mientras la carga en hombros del contrario finalmente lo hacía ceder.

Estaba bien, él había tenido suficiente. Soobin no lo soportaría por mucho más tiempo.

Lo vio levantarse después de unos minutos, atravesando el puente sólo para caminar hasta una de las bancas y desplomarse ahí. Su mirada estaba perdida en su mascota y sonreía para él de vez en cuando, agitando su mano en su dirección para animarlo. Jjanggu se subió a la banca, descansando su cabeza sobre su regazo para dormir un rato. Soobin volvió a mirar al piso, completamente vacío.

Huening Kai evaluó las opciones. Soobin había permanecido inmutable incluso durante el ensayo, ¿así que cuál era la probabilidad de que le hiciera caso ahora? Avanzó y retrocedió paulatinamente, demasiado inseguro sobre sí mismo. Huening Kai tampoco estaba seguro de poder soportar otro rechazo de su parte, mucho menos al verlo de esa forma. Él necesitaba golpear su espalda torpemente y decirle que las cosas estarían bien. Él no sabría cómo reaccionar si el mayor simplemente le empujaba lejos una vez más.

El menor suspiró, abrumado, y mientras tomaba su celular buscando un número de contacto al que hace mucho no recurría, ni siquiera vaciló en llamar.

- Hey, Kai Kamal Huening. - Un chico contestó alegremente al otro lado de la línea. - Por si te lo preguntas, estás hablando con Jay.

- Yo te llamé, idiota, sé perfectamente con quién estoy hablando. - Gruñó.

- Necesitaba decírtelo de todas formas, ¿al menos tiene sentido para ti esta llamada? - Rió levemente. - Bien, me están dando escalofríos con sólo sostener el teléfono. Así que, ¿en qué puedo ayudar a mi ex compañero de delegación?




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