Soobin balanceaba sus piernas mientras esperaba, sin prestarle atención a la conversación que llevaba su madre por el celular en aquel momento. Giró hacia la recepcionista, quien estaba demasiado enfrascada en su mundo, y miró con aburrimiento a su madre que no lucía muy feliz. La mujer cortó la llamada después de un minuto, suspirando con cierto cansancio, y giró al mayor de sus hijos que lucía un tanto decaído.
- Mamá, ¿por qué Gyu no está aquí? - Soobin aferró sus manos al asiento. - Quiero estar con él.
- Él está en casa con papá, hijo. - Lo tranquilizó. - Cuando terminemos esto podremos ir con él, ¿sí? - Soobin frunció los labios de mala gana, él ni siquiera tenía ganas de estar ahí. - Soobin, necesito que me escuches ahora. - Se arrodilló frente a él y bajó la voz con precaución. - Una señorita te llamará y te hará preguntas, ¿de acuerdo? Pero debes permanecer tranquilo, no has hecho nada malo.
- No hice nada malo. - Defendió. - Sólo defendí a Beomgyu, mamá.
- Es sobre eso... - Siseó. - Sí la señorita pregunta algo al respecto, le dirás que ellos sólo estaban molestando, ¿de acuerdo? Y no mencionarás a tu hermano. - Soobin no entendía. - Y si ella pregunta por nosotros, dirás que todo está bien en casa.
- Mamá...
- Y si te pregunta cómo estás, tú también dirás que estás bien. - Soobin permaneció en silencio, lleno de dudas. - Siempre, siempre debes de decir que estás bien.
- ¿Por qué?
- Porque las personas intentarán separarte de Beomgyu si tú dices que algo anda mal. - La mirada del niño se amplió, ¿por qué harían eso? - Y tú no quieres eso, ¿cierto? - Negó con la cabeza. - Entonces, ¿estás bien?
- Estoy bien.
- ¿Tu hermano está teniendo problemas en la escuela? - Soobin negó con la cabeza. - Lo estás haciendo bien también, cariño. - Acarició sus cabellos.
***
- Soobin, ¿estás bien?
El pelimorado, quien había permanecido demasiado tiempo observando un punto fijo sin pestañear, agitó su cabeza al escuchar la voz de su compañero. Giró hasta él, un tanto desorientado, y sonrió débilmente antes de asentir.
- Estoy bien. - Dudó un momento antes de agregar: - Jay, ¿puedo quedarme esta noche en tu departamento?
Jay le miró un tanto sorprendido, pero no tardó en dar una respuesta positiva, provocando que el pelimorado cambiara su expresión instantáneamente a una más sosegada.
Ambos chicos habían estado estudiando toda la tarde. A Soobin le pareció curioso que Jay le llamara de repente pidiéndole ayuda con algunas materias, pero se sintió agradecido de que las cosas terminaran de esa forma para él. Al menos había logrado mantener su mente ocupada. Jay, por su parte, notó al pelimorado un poco perturbado durante su llegada y, aunque con el paso de las horas pareció recuperar su ánimo usual, seguía advirtiendo algo extraño en él. Era difícil preguntarle, en sus 3 años conociéndose, Soobin jamás había sido un chico demasiado abierto, por lo que se había limitado a escuchar sus explicaciones por horas esperando que finalmente lo soltara todo.
No estaba funcionando.
- ¿Quieres un trago?
Soobin, que observaba a su perro dormir, frotó sus ojos con un poco de cansancio antes de girarse a su compañero. Este sostenía una botella y dos copas mientras sonreía y él asintió automáticamente en respuesta. Bien, quizás él necesitaba más que un trago. Observó el departamento, demasiado silencioso, y agradeció con una leve sonrisa a su compañero en cuanto le entregó la copa.
- ¿La vida de emancipado es dura?
- Te acostumbras con el tiempo. - Jay se dejó caer en el sofá frente a él.
- ¿No te sientes solo?
- ¿Qué puedo decir? Paso tanto tiempo en el instituto y estudiando, que no me doy cuenta de que estoy solo hasta que llega la noche. - Sonrió tranquilamente. - Te lo digo, te acostumbras con el tiempo, aunque extraño a mis padres de todas formas. Lo normal, tú sabes.
- Lo normal... - Soobin asintió meditabundo, bebiendo el contenido de su copa. No se imaginaba a sí mismo extrañando a sus padres.
- ¿Te irás a Seúl después de graduarte? - Soobin asintió. - Con todo lo que has trabajado, supuse que apuntabas más alto. - El pelimorado rió. - ¿Qué?
- Yo... ni siquiera sé hacia dónde estoy apuntando. - Admitió, cubriendo sus ojos. - ¿Qué hay de ti?
- Me devolveré a Estados Unidos con mis padres.
- Estados Unidos... - Soobin apartó su brazo, mirándole con el ceño ligeramente fruncido. - ¿Puedo hacerte una pregunta personal?
- Creo que es buen momento para hacerla. - Lo invitó a proseguir, sin dejar de sonreír.
- ¿Sigues enamorado de Chaeryeong? - Y eso bastó para que su sonrisa se esfumara.
- Hombre, realmente no creí que atacarías por ese lado. - Llevó la copa a sus labios, apartando la mirada.
- Realmente eres un idiota, ¿cómo esperabas que ignorara la fotografía de ustedes dos juntos que tienes sobre tu cómoda? - Jay casi se atraganta, Soobin se recostó contra el respaldo mientras alzaba sus cejas. - Teniendo una foto junto a tu ex novia...
- Vale, ya, lo tengo. - Suspiró. - ¿Qué importa realmente?
- Sólo no lo entiendo. - Admitió. - Estuvieron juntos por casi un año y vivían peleando por cosas tontas. En realidad, su relación no ha cambiado en absoluto.
- Terminamos por cosas tontas también. - Sonrió avergonzado.
- Pero seguían enamorados después de eso. - Jay se encogió de hombros. - ¿Por qué no lo volvieron a intentar?
- Teníamos 16 años. - Rió. - Simplemente... éramos demasiado inmaduros.
- No sé si recuerdas... - Soobin vaciló. - Pero un chico hace dos años se paró frente a mí y dijo: "tú sabes, creo que voy a emanciparme". Tú, inmaduro y joven, ibas a pedirle a tus padres emanciparte cuando te enteraste de que tú padre tendría que volver a Estados Unidos. - Jay se encogió en su sitio. - ¿Y por qué? Porque te habías enamorado y no sabías cómo respirar si te alejabas de ella.