Lauren
Pase el mejor fin de semana que jamás me propuse pasaría, fue un poco confuso a la vez, sucedieron situaciones que no imaginé viviría, me traía preocupada la reacción de mamá y saber que haría a partir de lo que le cuente, lo bueno de todo esto, es que, Matt es un hombre con toda la extensión de la palabra, el será quien dé la cara con mamá, y eso me traía más que tranquila pero no apaciguaba mis nervios.
—¿Lauren? hija te estoy hablando —la voz de mamá me saca de mi complicado mundo.
—Ehh... sí ¿Qué me decías? —levanto la mirada, y ella traía unas carpetas en mano.
—¡Ven a mí oficina!, necesito me ayudes con estos pedidos —asiento a lo que me dijo y la ayudo llevando unas cuantas carpetas.
—¿Qué tengo que hacer? —me quedo parada al frente de su escritorio, mientas ella toma asiento en su sillón y empieza a teclear en su computadora.
—¡Todos estos clientes! —posa su mano arriba de las carpetas— Ya están registrados aquí —gira el monitor mostrándome el programa de archivos de la empresa.
—Es lo que me enseñaste la otra vez, como cargar un nuevo ingresante —asiente al mismo tiempo que se coloca las gafas.
—Tú vas a ir diciendo el nombre de las empresas y el último movimiento de la misma, que es lo que aún no pase al archivo —me acomode tomando asiento y empecé por la primera carpeta.
—¿Y estás carpetas? ¿De qué son? —mamá bajo sus lentes mirándome ¿Cansada? diría yo.
—¿Sucede algo? —me hace un escrutinio con la mirada.
—Noo... no nada ¿Por qué pasaría algo? —esquivo su mirada para no caer en la necesidad de darle explicaciones.
—Estas en cualquier lugar menos aquí hija, te dije que son los últimos movimientos de cada cliente en la aduana, que es lo que hacemos aquí, los papeles y a través del sistema corroboramos que todo marche sobre rieles —recordé rápidamente que es lo que veníamos haciendo desde que ingrese a trabajar aquí.
—¡Es cierto! Perdóname, estoy un poco cansada, es todo —al parecer me creyó, pero volvió a preguntarme.
—Yo sé que todo esto es difícil para ti, pero es lo que él eligió —no entendía nada a qué se refería— Ya verás que cuando conozcas a tú hermanito, se te pasará —toma mi mano por arriba de la mesa y entendí que hablaba de papá, ya que este mes nacía nuestro hermanito.
—Si… papá... ¡Pero no hablemos de él! mejor continuamos —tomo la primera carpeta y voy a la última hoja pasando a mamá los detalles del ingreso.
Estuvimos toda la tarde trabajando con estás carpetas, eran muchas hojas que pasar, el haber ayudado a mamá ayudo mucho, al finalizar la jornada volvimos a casa, y aún debía pensar como pedirle a mamá que mañana vamos juntas sin su hijito adorado a almorzar y creo saber quién puede ayudarme.
—Podrías dejarme en lo de mí abue —le consulto mientras subimos al auto de mamá para volver a casa.
—Tu visita le gustará, lleva mucho sin verlas, deberías llamar a Cassy para que se acuerde de ella también —mi mamá, si supiera mis intenciones, obviamente amo a mí abue, hacia mucho no la veía y era por el trajín diario del colegio más las prácticas, ni a mí novio veía, razón por la cual él quiere formalizar lo nuestro y si no quiero perderlo debo afianzar nuestra unión— ¡Llegamos! —levanto la vista y estábamos frente a su hermosa casa que estaba provista de flores de todos los colores.
—¿Tú no bajas? —cuestiono a mamá y rogaba que no lo hiciera, ya que, sin ayuda de Thelma, no podría llevar a cabo mi plan, mi abue odiaba la tecnología, el año pasado mamá le regalo un celular para estar más comunicadas y lo guardo hasta el día de hoy que nunca lo uso.
—No cariño, tengo que hacer mucho trabajo de la oficina que quedó pendiente, ¡Salúdala de mí parte!, vuelve en taxi y no llegues tarde —me dio un beso en la mejilla y baje caminando hacia la puerta de su casa, toque el timbre y sentí sus pasos hasta que giró el pomo y abrió la puerta topándose con mí persona.
—Mi cielo, que alegría verte —abrió sus brazos llenándome de cariño y luego me dio varios besos en mí rostro.
—Te extrañe mucho ¡Me perdonas que te tengo abandonada! —pase mi mano por su hombro y entramos juntas a la casa cerrando y asegurando bien la puerta.
—Me vas a contar cómo te fue este fin de semana —mi abue tan consentidora, estaba preparándome la merienda, chocolatada con galletitas.
—Si tú me dices como sabes tanto —la abrazo mientras tomamos asiento en la cocina.
—¡Yo sé todo Lauren! —sirvió dos tazas de chocolate y la ayude a traer todo a la mesa.
—Entonces ¿Vas ayudarme? —le había contado todo a Thelma, sabía que no se negaría a ayudarme.
—Cariño, sabes que cuentas siempre con esta vieja, aunque me tengas abandonada —me recrimina mientras la ayudo a lavar lo que usamos.
—¡Te amo abue! Y sabes que eso de tenerte abandonada, no es cierto —le hago un puchero a lo que ella me mira negando.
—Te ayudo, con una condición —entrecerré mis ojos al notar que me está chantajeando.
—Eres una viejita pícara, dime ¿Qué quieres a cambio? —termino de guardar las tazas en la alacena y volvemos al comedor a esperar que mí bombón me busque.