No soy un cisne.

♡C A P 1; JE T'AIME.

[Tiempo atrás…]

Después de mi ducha para iniciar el día con energía, bajé a la cocina para desayunar antes de irme a los intensos y exhaustivos entrenamientos, saludé al personal que nos atendía y fui al comedor a sentarme en compañía de mis papás.

Mi estómago gruñó al ver el calórico desayuno de mi papá, sonreí con ojos de borrego a medio morir para que me permitiera robarle un poco y…

—¡Ni lo pienses! —exclamó aterrada mi mamá.

—Déjala que coma un poco, mujer —mi papi si me entendía.

—Ni se te ocurra, Jefferson —insistió —una probadita de carbohidratos y queda exhausta iniciando el entrenamiento.

—No exageres, mamá —rodé los ojos fastidiada de esta mierda, uy, lo bueno que ellos no entraban en mis pensamientos o ya estarían atónitos al saber que decía groserías en mi mente —sólo una probadita —rogué.

—¡No! —aseveró y quise llorar y no, no quise llorar por ser una niñita mimada a la que no le habían cumplido su capricho, sino por todos los sacrificios que conllevaba ser una perfecta y brillante bailarina de ballet, estaba cansándome de todo, ¡incluso de mi propia existencia!

Tomé asiento derrotada y empecé a consumir mi insípido yogurt desnatado con frutas, estaba aburrida de desayunar lo mismo y de no poder consumir los desayunos que tanto me gustaban, estar en París y no desayunar croissant me parecía un verdadero pecado.

Extrañaba los pancakes con auténtica miel de maple canadiense, extrañaba los chilli dogs, las banderillas de salchicha y en conclusión añoraba mi vida en Canadá y la comida que a pesar de no ser nada saludable, me hacía demasiado feliz.

Terminé de desayunar con tristeza y me dirigí a lavarme los dientes para iniciar con la tediosa rutina de siempre, me sabía la coreografía del lago de los cisnes, Romeo y Julieta y el cascanueces dormida y despierta, eran clásicos que había presentado por años y aunque lo había hecho en diferentes países y academias, las coreografías eran las mismas.

Suspiré con inmenso pesar y me aterré al verme al espejo, mi rostro era bonito, lo fatídico del asunto es que no era feliz, no cuando vivía para satisfacer a los demás y hacerme de lado a mí misma.

Colgué mi enorme bolso de entrenamiento y antes de salir de mi habitación sonreí como tonta al ver una foto mía con Jackson, mi apuesto novio y mi compañero de escenario, al menos él era mi motivación para ir a entrenar todos los días.

Me despedí de mis papás, milagrosamente ese día no me llevarían ellos a la academia, sino Luan, el chófer, algo que agradecí, el camino con él era mil veces más divertido que el camino con ellos.

Ingresé a la parte trasera del auto luego de que Luan me abriera la puerta, me puse el cinturón de seguridad y todo el camino me dispuse a ver la romántica ciudad en la que vivía, en definitiva era un verdadero sueño estar aquí, pero disfrutaría más mi estadía si pudiese asistir a cada uno de los lugares turísticos en vez de sólo verlos a través de la ventana del auto, mi tiempo era limitado entre el ballet y las clases académicas particulares.

Siempre me habían comparado con un cisne por mi perfección, ligereza, pureza e inteligencia, pero los cisnes no vivían con ataduras, eran libres e independientes y en definitiva yo no era un cisne, más bien me sentía como un pájaro doméstico y enjaulado, el cual sólo sacaban de la jaula para presumirlo ante el mundo, era una comparación cruel, pero demasiado real para alguien como yo.

Dejé de pensar negativo e intenté mirarle el lado bueno a la vida; bailar me liberaba, ver a mis compañeras me llenaba de alegría y compartir el escenario y los ensayos con mi novio era una verdadera fortuna, sonreí al recordar su cabello rubio y me sonrojé al recordar sus besos, era mi primer novio y sonaba cursi, pero deseaba que fuese el único y por ende, el último.

Era un poquito mayor que yo y al principio mis padres se molestaron conmigo por haber obtenido una distracción “innecesaria” para mi carrera como bailarina, pero ellos no tenían ni la menor idea de lo bien que me sentía estando con él; es gracioso, inteligente, da buenos consejos, me da mi lugar, es caballeroso, compartimos la pasión por el ballet y además es el hombre más guapo que he visto en toda mi vida, ¿¡qué otra cosa podía pedir?!

El que fuese mayor que yo significaba experiencia en todos los sentidos y eso no me escandalizaba, al contrario, me gustaba saber que si tenía un duda respecto a cualquier cuestión, él estaría ahí, dispuesto a respondérmela.

Salí de mis cursis ensoñaciones al llegar a la academia, me despedí de Luan e ingresé al inmenso salón principal en donde teníamos nuestras clases los mejores bailarines.

Saludé a mis compañeras y a la instructora, quien sonrió con efusividad al verme, era extraño y sonaba muy egocéntrico que esto saliese de mi boca, pero a veces creía que ciertas personas habían creado una especie de obsesión conmigo, mi nombre era sinónimo de éxito y creía que esa era la razón por la que la entrenadora se preocupaba tanto por mí o mejor dicho, porque me quedara en su academia y no aceptara la oferta de la academia de ballet ruso o que regresara al ballet nacional de España, en donde estuve varios meses y siempre resalté como cualquier academia que pisaba.

Me quité mi abrigo y mis zapatillas deportivas para colocarme las de ballet e iniciar con mi calentamiento, puse mis audífonos y me estiré al ritmo de pop, mis papás me matarían si supieran eso, para ellos la música clásica era la única que debía existir, ¿así o más aburridos?




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