No soy una falla

Capítulo 10

(Scarlett)

Al despertar, mi cuerpo aún rechazaba la costura en mi estómago, como si este dijera "No necesito ayuda para curarme".

Ya demostraba poder moverme y caminar sin dificultades, cosa que pareció alegrar a los médicos.

Me tuvieron internada durante dos días, después de la actividad dentro de la jaula electromagnética. Según las charlas que logré rescatar, de las enfermeras que iban y venían por los pasillos, escuché que ocho chicos y chicas, habían resultado levemente lastimados. Según los médicos del lugar, "levemente" significaba que no estaban al borde de la muerte. Otros dos, siendo más precisa, Mila y yo, habíamos salido gravemente heridas luego de tener que enfrentarnos a Colin quien solo tenía raspones en todo el cuerpo. Aquellas mujeres, amantes del cotilleo, dijeron que dos de los participantes, habían muerto luego de haber perdido demasiada sangre.

Anoche, volvió a invadirme aquella pesadilla en la que me atravesaban con una flecha. Fue un momento indescriptible, donde lo único que pude hacer fue largar un suspiro y perder la conciencia. Todo ocurrió luego de que Ares me diera el reloj y saliera de la competencia.

No se escuchaba ni siquiera una respiración en el aire, tanto los espectadores como los participantes nos concentrábamos y prestábamos atención a todo lo que sucedía. Ya quedando solo tres, la pantalla solo mostraba escenas de las peleas anteriores.

Caminé, con sigilo, escabulléndome entre las estatuas. Pensé en treparlas para obtener una vista panorámica, pero era pésima en ello. Terminaría cayéndome y quebrándome algo.

Con ojos de águila, me dispuse a pasar corriendo de un lado a otro, hasta que quedé cubierta por la misma letra, con forma de tridente. El olor a sangre invadió mis fosas nasales, estaba parada sobre un charco de aquel líquido rojo. Sentí ganas de vomitar, otra vez, pero me lo reservé apenas noté el caminito de gotitas rojas que se extendía hacia el otro lado del campo.

Seguí aquel rastro, con ambos puñales en mano, dispuesta a atacar al concursante restante. No quería lastimar a Colin, pero en caso de defensa propia tendría que hacerlo.

Más allá, del otro lado de una estatua, escuché un sollozo y comprobé que las manchas sangrientas terminaban allí desparramando otro gran charco.

Encaré a la persona que se ocultaba allí, pero bajé los puñales al ver a Mila. Ella era la tercera finalista. Estaba chorreando sangre a más no poder, culpa de aquel corte en su estómago.

—¡Ay, por Dios, qué asco! —fue lo único que pude articular.

—Sí, lo sé. —Se movió incómoda para guardar el cuchillo con el que estaba armada—. Pero descuida, no es muy profundo.

—No te creo. —Me arrodillé a su lado y le di una pequeña miradita a su herida. Era algo grave y si el sangrado no paraba, podría terminar muriendo.

—¿Sabes lo que es un torniquete? —comenté apenas divisé su cinturón.

Ella negó.

—Si quieres, puedo enseñártelo. —Pretendía ayudarla y a la vez entretenerla para que no pensara en el dolor. Le saqué su cinturón, con sumo cuidado de no empeorar la herida, y se lo amarré para frenar temporalmente el sangrado.

— Usualmente, Sofi es mi médica personal —dijo después de un gemido de dolor.

—¿Por qué no has apretado tu prendedor? —le pregunté, al verla en semejante estado. Su prendedor no parecía estar por ninguna parte, a menos que lo llevara escondido en un bolsillo.

—Colin me lo robó. —Escupió sangre en medio de la tos—. Quedé como finalista, porque intenté ayudar a Ares a detenerlo.

—Ten, presiona el mío. —Intenté desprendérmelo con dedos torpes, pero Mila insistió en que no lo hiciera. El juego estaba diseñado para que solo quedara un vencedor y el resto muriera. Me explicó que María había desafiado las reglas de Sigma y de que no era válido compartir aquel amuleto.

—Necesito salir vencedora, para que puedan atenderme en el hospital. —Se puso de pie con dificultad. Sacó dos de sus mejores cuchillos y me sonrió—. Créelo o no, he peleado en peores circunstancias.

Le devolví la sonrisa, no muy convencida de su esfuerzo físico y agregué:

—¿Cómo encontraremos a Colin?

Se escuchó un grito grave y luego un montón de insultos. Ambas nos miramos cómplices y seguimos aquel sonido desgarrador.

Colin estaba encima de la letra Sigma, echado de rodillas y golpeándose la cabeza con ambas manos. No parecía presentar graves daños exteriores, pero algo parecía estar mal en su cabeza.

Al vernos, inmediatamente se levantó y nos sonrió con toda su dentadura manchada en sangre. Tenía la mirada perdida y no se lo veía estable. Colin necesitaba ayuda cuanto antes. Si lograba bajarlo, podría recuperar el prendedor de Mila.

Me distraje de mi idea cuando me nombró. Permanecí en silencio.

Alcancé a decir su nombre, pero cerré la boca luego de verlo cargar una flecha en la cuerda de su arco, me desconcertó por completo.

Su rostro no expresaba duda sobre si quería dispararnos o no. Sin pensarlo, me interpuse entre la flecha y Mila, apenas este soltó la cuerda. La punta de metal giraba, queriendo llegar hasta mi pecho, pero nunca lo consiguió. Sin parpadear, la agarré en el aire y la detuve a medio centímetro de distancia.

El público largó un grito ahogado. Colin parecía perplejo, mirándome con aquellos vacíos ojos amarillos.

¿Qué estaba pasándome? ¿Por qué me interpuse en medio sin pensarlo?

Aquella flecha pudo haberme matado. No sabía que podía interceptar objetos en el aire de tal forma. Simplemente sentí un choque eléctrico y el presentimiento de que nada podía conmigo.

Por un momento vi a Sigma correr hacia la jaula de paredes invisibles, junto con María, quien parecía decidida a liberarnos.

—¡Ni se te ocurra! —le gritó antes de arrebatarle su tableta—. ¡Continúa, Colin!

Mis pupilas se dilataron al ver una segunda flecha venir. Volví a detenerla frente a mi rostro.



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En el texto hay: accion, amor, lgbt+

Editado: 18.03.2023

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