No soy una falla

Capítulo 13

Dos semanas después.

Estas últimas semanas han sido muy tranquilas, lo que me hacía estar tensa las veinticuatro horas del día. Durante estas semanas solo hemos aprendido a desarrollar nuestros poderes, lo que no implicó ninguna actividad física, que a su vez no le dio pie a la muerte de alguien. Sin duda un nuevo récord en meses, creería yo.

Durante ese tiempo he aprendido a controlar tres de ellos, la persuasión propia de los ojos rosados, a ver las emociones de los demás, algo que me sirvió demasiado para no sentirme opacada al ver los ojos de una persona y, por último, logré desarrollar una fuerza superior a la del resto. Demasiado útil a la hora de pelear.

A pesar de que el control sobre mis poderes fuera un muy buen logro cumplido, haber entablado una relación más resistente con mis amigos se llevaba el primer lugar. Con quien más contacto he tenido ha sido con Colin, sorpresivamente. Se mostró demasiado interesado en simpatizar conmigo y de saber más sobre mi pasado, mientras que él intentaba hacerme entender lo que sucedía en su cabeza. No fue mi decisión indagar mucho en el tema para no hacerlo sentir incómodo, pero él se mostró insistente en que me correspondía conocer su historial, luego del mal momento que me había hecho vivir. Colin ha tenido un muy buen desempeño, logrando sacar a Ares del tablero de posiciones, pero lo más sorprendente fue el autocontrol que ha ejercido. No ha tenido ningún otro ataque durante la práctica de poderes y esperaba a que continuara de tal modo.

Con el que menos hablé fue con su hermano, Ares. Este parecía estar muy distante y no entablábamos una conversación a no ser en la cafetería, donde solo comentamos lo bueno que era el pastel de chocolate. He notado su mirada cada vez que volteaba, ya sea mientras descansaba recostada en la cama, mientras formamos fila para recoger nuestros armamentos o simplemente antes de meterme en el baño. Me molestaba que no me dirigiera la palabra, pero ¿qué podría decirle? "¡Hey, Ares, no me ignores!".

Simplemente me confundía más y más, ya que este chico provocaba una sensación extraña en mí y por supuesto que quería descubrirla.

Terminé de tragar mi última tostada, me levanté de la mesa para ir a buscar un vaso de agua y allí estaba. En el momento en el que alcé la cabeza, lo vi desviar la mirada hacia su taza de café.

Avancé un paso y lo escuché hablar:

—¿Podrías alcanzarme una servilleta al volver, Scarlett?

En ese momento no supe qué me enfurecía más, si el hecho de que solo me hablara para pedirme un pedazo de papel o que hubiera pronunciado mi nombre completo en vez del apodo que me habían inventado.

—Claro, te la traeré —respondí de mala gana.

—¿Y a mí podrías traerme un café? —Se sumó Jayden, tendiendome su taza de porcelana vacía.

Asentí con una falsa sonrisa y al volver con todos sus pedidos, caminé hacia el otro lado de la mesa y le di a Ares su servilleta y al otro su café. Jayden se levantó, en el mismo momento en el que yo me senté a su lado, derramando el líquido caliente sobre mi pecho. En el acto me levanté para que el resto cayera en el piso y no sobre mí.

Jayden reaccionó en agarrar las servilletas e intentó limpiar mí remera, pero le aparté las manos de un tirón.

—Empezaré a volcarte café más seguido, Scarlett —comentó sonriendo.

Todas las personas testigos de lo sucedido empezaron a reír y algunos lanzaban piropos hirientes. Nunca me había sucedido algo así. Habría reaccionado en marcharme, pero las ampollas sobre mí piel ardían demasiado.

Miré a mis amigos y, en el acto, Mila atinó a tomarme de la mano y hacerme un lugar a su lado. Ares golpeó la mesa con ambos puños. Se levantó y agarró a Jayden, quien se reía junto al resto. Lo apoyó contra una de las columnas. Sacó un cuchillo de su chaqueta y lo apoyó sobre su cuello.

—Vuelve a decir una idiotez como esa y yo mismo me encargaré de que te arrepientas —le advirtió, Ares, entre dientes—. No me engañas, Jayden, sé muy bien que tus intenciones no son buenas.

—¿Y cómo estás tan seguro de eso, Ares? —lo contradijo el otro, quien continuaba con una sonrisa reflejada en el rostro.

—¿Recuerdas que yo puedo ver tus emociones? Ojos verdes, Jayden.

Salimos de allí y Katherine me acompañó hacia el Campo de Entrenamiento.

Cambié mi remera en los vestidores y nos reunimos con Mila junto a las gradas y allí esperamos a que las actividades del día se pusieran en marcha.

Mila nos sonreía. Ya parecía haber recuperado las fuerzas luego de aquella actividad desastrosa hace varias semanas. Cada tanto se la veía un poco pálida y con falta de apetito, pero era entendible.

—¿En qué momento te has cambiado la remera? —me preguntó ella.

—Mientras venía, pasé por los vestidores y la encontré. Es de alguna chica que seguramente la estará buscando. —La arremangué mientras hablaba, para inspeccionar las ampollas. Suspiré—. Sanarán, pero no se irán sin dejar marcas.

Katherine se despidió y fue a reunirse con Luke.

De pronto recordé un pensamiento fugaz que se cruzó por mi mente en la cafetería. No dudé en preguntárselo a Mila, con sus ojos violetas tendría que saberlo.

—¿Acaso pueden ver a través de la ropa?

Pensé en que Jayden podría haber visto más allá de lo que marcaba la remera y eso me ponía nerviosa.

—¿Estás preguntando si podemos ver a la gente desnuda? —dijo con sorna—. Si eso es lo que quieres saber, quédate tranquila al decirte que Jayden no ha alcanzado a verte la piel bajo tu remera, amiga.

Me sentí aliviada.

—Pero admito que sería genial poder hacerlo —susurró con una voz pícara. En las gradas de enfrente, había un pequeño grupo de chicos, Mila señaló a uno de ellos y agregó:

—A ese lo he visto por mi propia cuenta.

Abrí los ojos como platos, sorprendida en conocer algo nuevo sobre la rubia.



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En el texto hay: accion, amor, lgbt+

Editado: 18.03.2023

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