No soy una falla

Capítulo 18

La cena fue tan buena como siempre. Necesitaba recuperar energías, por lo cual, me serví un buen plato con una buena variedad: cubos de pollo rebosados en pan, tres huevos fritos, un gran pocillo de sopa de calabaza y arroz amarillo con lentejas.

Cené sentada en la misma mesa de siempre con la manada, como a Luke le gustaba llamarnos. A excepción de Sofi, quien había ido a hacerse unos análisis al sector médico.

Estaba cansada y ni hablar del estado físico de mis piernas. Aun así, hice un último esfuerzo por darme una ducha rápida de agua caliente y así poder dormir cómodamente. Relajarme y descansar era lo único que necesitaba para recomponerme un poco.

Me metí en los secadores y al salir me topé con un reducido grupo de chicas que me estudiaban en silencio. Las ignoré, simulando no haberlas visto y seguí de largo, hasta que una de ellas se animó a hablar.

—Fue sorprendente, verte usar varios de tus poderes —admitió una chica de cabello negro y tez morena—. Incluso has sido capaz de salvar a dos personas. Eres una heroína.

—Casi muero cuando besaste a Ares —chilló emocionada su amiga de cabello corto—. ¿No sentiste un cosquilleo en las tripas al ver que se sanaba?

Me sentí abrumada con tantas preguntas que procesar. Me relamí los labios y no pude evitar destinarles una mueca de desagrado.

—No sentí nada. —Respondí con sequedad—. Debo irme a dormir.

Tratar de dormir se me estaba volviendo complicado. Di unas veinte vueltas en la cama, enredándome entre las sábanas siendo incapaz de pegar un ojo.

Apenas alcanzaba a ver las formas de las literas, con la poca luz que entraba por una ventana. Nadie parecía estar despierto, y de ser así, debía de estar espiando al resto como yo.

Traté de acomodarme de costado, apuntando hacia la cama de Sofi, pero seguía sin mostrar señales de querer dormir.

Al parecer no estaba lo suficientemente cansada como pensé. La ducha debía de tranquilizarme y relajarme, pero solo la use como excusa para procesar la situación de hace un rato. Había logrado rescatar a dos personas muy importante para mí. Fui capaz de curarlos sin apartar la mirada de la herida, asqueada por la sangre. ¡Finalmente había superado uno de mis mayores temores!

Debería sentirme bien conmigo misma, pero algo no me dejaba. Tan solo había sido una victoria con gusto amargo. Quizá era el hecho de que fue un rescate programado por Sigma y, además, me vi obligada a reaccionar ante ello. No me sentía para nada una heroína. Solo era una de las piezas que conformaba parte de un experimento.

Ya harta, giré hacia el otro lado y me distraje mirando a Ares. Me senté en la cama y lo miré fijamente, torciendo la cabeza para tener un mejor ángulo. Era la primera vez que lo veía dormir con la boca cerrada.

¿Qué habría sido de él si no lo hubiera curado? El solo hecho de pensar en ello, provocó una fuerte punzada en el lado izquierdo de mi pecho.

—Deja de verme así o me darás pesadillas—. Oí un susurro proveniente desde su cama.

Me sobresalté al escuchar su voz ronca y somnolienta. Me sentí una idiota por haberlo observado con tanta atención.

—¿Qué es lo que te sucede ahora?

—Nada —respondí —. Es que no puedo relajarme. Estoy un poco alterada.

Sin contestar se removió sobre su cama y creó un hueco, perfectamente amoldado para que mi cuerpo cupiera en él. Me señaló el espacio para que me acostara a su lado.

Dudé unos instantes y limpié mis manos sudorosas sobre la tela del pijama. ¿Era lo correcto?

Ares volvió a insistir.

Me acomode a su lado, tratando de mantener un pequeño espacio entre nosotros. No duró mucho, puesto a que él me rodeó con su fuerte brazo y empezó a hacer caricias sobre mi hombro. Estaba tiesa como un tronco.

No pude ocultar mi sonrisa, sabiendo que él estaba a mis espaldas, observándome con sus llamativos ojos verdes. Los pelos de mi nuca se erizaron cuando su respiración chocó contra ella como una cálida brisa de verano.

Cuando me acercó más hacia su cuerpo, sentí una sensación de protección que nadie antes que él, me había brindado. Instintivamente giré, mirándole la cara y lo encerré con mis brazos, como si temiera a que escapara. Temiendo que fuese a huir o a perderlo.

—Me gusta la sensación de sentir tu cuerpo junto al mío —susurré sobre su cuello. No se me daba para nada bien entablar una conversación bajo estas circunstancias.

—No sabes cuánto me alegra oír eso, Scarl. —Se acomodó para poder verme, y me sonrió sin poder evitarlo.

—¿Qué? —atiné a preguntar, anonadada con su mirada.

—Nada, solo es que nunca me habían mirado con unos ojos más lindos que los tuyos.

11:54 de la noche, según el reloj del muro.

Nada más pude descansar una hora, para luego despertarme sin razón alguna.

Estiré el brazo hacia atrás y me aseguré de que Ares aun estuviera allí. Giré con cuidado de no despertarlo y me detuve a observar sus facciones bien definidas. Curiosa y a la vez atraída por su belleza, rocé su rostro con el dorso de mi mano, sintiendo el calor que emanaba su piel. Bajé hacia sus labios carnoso y me detuve allí para dibujarlos con la punta de los dedos. Estaban secos por dormir con la boca entreabierta.

Acaricié su mandíbula, bordeándola hasta la oreja y de ahí bajé por su cuello hasta estampar mi mano contra su pecho. Me deslicé hasta sentir las lentas pulsaciones de su corazón. Me detuve a escucharlo con atención, pestañeando cada vez que lo oía palpitar. Deposite un beso sobre su piel transpirada, antes de quitarme su brazo de encima con sumo cuidado.

Me daba pena dejarlo ahí solo, pero parecía estar sufriendo calor con mi cuerpo a su lado. El cuarto A parecía un sauna.

Pensé en salir y pedirle a alguien de mantenimiento que bajara un poco la calefacción antes de que pudiéramos incinerarnos. Podría meterme en problemas por dejar el cuarto, pero con la pesadez del ambiente no se podía dormir.



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En el texto hay: accion, amor, lgbt+

Editado: 18.03.2023

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