—Tú no deberías estar aquí, Scarlett —insistió a medida en la que tomaba distancia y se alejaba de mí.
—Ya es tarde porque estamos todos aquí —intervino Ares y se colocó a mis espaldas.
Intenté acercarme hacia Jade, pero ella apartó el brazo que traté de tomarle y luego de lanzarme una mirada de odio dejó la sala.
La sensación que sentí por dentro fue la de la misma amargura y vacío que me causó la primera vez que ella se alejó de mí.
Ese día había llorado tanto y mi corazón dio un vuelco que me postró en cama durante una semana. Empecé a sentir cómo mis labios comenzaban a temblar y sabía que no tardaría en colapsar, pero no sabía qué hacer o cómo reaccionar.
Ares le preguntó a Caleb por un baño y este nos marcó la dirección. Llegamos y cerramos la puerta con traba. El ruido de la cerradura al trabar la entrada había funcionado como un botón disparador para que mi llanto comenzara a despertar.
Empecé con la voz entrecortada explicándole a Ares que no entendía por qué Jade me había tratado tan mal. Después hablar me pareció lo más inútil del mundo al ver que no podía armar ni una oración completa. Allí fue cuando sus brazos me atraparon y me obligaron a soltar la angustia que había acumulado desde el día que Jade fue tomada como experimento.
—Nunca le pude decir adiós cuando se la llevaron —traté de pronunciar entre el llanto—. Y ahora que la veo, solo me rechaza. Me trata como a una persona que nunca antes vio en su vida.
Escondí el rostro en su pecho cuando sentí que una gran ola de angustia se aproximaba.
Me descargué completamente en él y su agarre nunca desistió. Odiaba sentirme así.
—Yo la quiero, pero ella no me quiere a mi... Yo la pasé tan mal todos estos años sin ella y ahora que tenemos la chance de vernos ella me evita. Pareciera odiarme pero yo no le hice nada...
—No digas eso, Scarl —insistió Ares, apoyando su barbilla sobre mi cabeza—. Es tu hermana, ¡por supuesto que te quiere! Pero debes entender que ella tiene sus métodos para asimilar su reencuentro. El tuyo es llorando, porque así eliminas tu angustia, pero quizá el de ella sea golpeando un saco de box para comprender la situación. No puedes culparla, estoy seguro de que su reacción tiene alguna explicación.
Alguien golpeó la puerta y Ares pidió un momento más. Me lavé la cara y la sequé. Procuré que mis globos oculares no estuvieran rojos, para que no evidenciaran el llanto y me observé en el espejo. Mis ojos fugaces parecían más intensos que nunca.
Regresamos a donde supuestamente habían quedado nuestros amigos, pero no los vimos allí. Una chica simpática de por allí nos dijo que los habían llevado a los vestidores y nos indicó el camino para llegar.
—Espera. —Me detuvo Ares por el brazo cuando pasamos frente a la cafetería.
—Aún no es la hora del almuerzo. —Reí cuando lo vi olfatear la comida que había servida en la barra.
Me sacó la lengua y me ignoró para luego volver con dos pastelitos de chocolate. Uno para él y uno para mí.
Alcanzamos a terminarlos antes de ingresar en el vestidor.
Vimos las espaldas de Sofi y de Leah quienes estaban charlando de pie, cerca de la entrada. Ambas iban vestidas con un traje de dos piezas pegado al cuerpo. Era completamente negro a excepción de dos franjas celestes y bordó que decoraban la musculosa de la parte superior. En la espalda se formaba un triángulo con los mismos colores que llegaba a la altura de los lumbares.
Las calzas negras estilizaban sus piernas y el círculo celeste a la altura de las pantorrillas acababan con la monotonía del color.
Sofi volteó a vernos y me sonrió.
—¿Estás mejor?
—Sí, ya se me pasó —afirmé y me adentré en el lugar. Mentira total.
Me conocía demasiado bien a mí misma. Sabía a la perfección que luego de la confusión emocional venía el llanto y la Scarlett vulnerable; pero luego, le seguía la sequedad y la bronca para resguardarme de los daños que la gente, sobre todo los de Jade, que no estaba dispuesta a aceptar. Sonaba horrible, pero ese era mi mecanismo de defensa y más de una vez ello funcionó y me cuidó de salir emocionalmente herida.
Sin embargo, su actitud no debía de molestarme. No la justifico diciendo que era de esperar porque yo esperaba un abrazo, no una toma de jiu-jitsu.
No iba a dejar que me distrajera porque la razón de nuestro encuentro no era para reconciliarnos sino para usar su ayuda.
Caleb nos lanzó dos conjuntos y nos señaló el sector para las mujeres y para los hombres. Nos vestimos cada uno por su lado y salimos ya listos a nuestro reencuentro con los demás.
—Esto me marca el trasero —gruñó Luke con molestia.
—Lo peor es que también te marca tu amiguito. —Rio Katherine abrazándolo por la espalda—. Amigote, en realidad.
—Definitivamente esto no está bien diseñado para hombres —acordó Matthew, haciendo un intento inútil por despegar la tela de malla de su cuerpo.
—Te ves fantástico con ello —insistió Colin pasando por su lado. Le dio una nalgada al rubio y antes de seguir su rumbo hacia para buscar sus borcegos agregó—: De atrás se te ve genial.
Sofía pareció confundida ante su accionar y su comentario y solo le bastó con verle la cara. Me hizo una seña como diciendo "y ahora ¿qué le pasa a este?". A lo que solo le pude responder "no tengo idea" modulando con mis labios. Colin estaba más extraño que nunca. Definitivamente se traía algo raro con Matt.
Nos acomodaron a todos en filas mezcladas delante de Jade y Caleb que se habían sentado en un banco largo con una pequeña máquina en mano.
Caleb explicó que aquellas máquinas eran para tatuarnos una letra. Ellos iban a apoyar una plantilla digitalizada flexible que iba a reconocer nuestro poder y en base a ello darnos una letra del alfabeto griego.
Ares fue el primero en tatuarse con mi hermana. Observé desde el fondo de la fila la forma brusca en la que Jade lo trataba. Colocó la plantilla en el escote de la musculosa, y debajo de su clavícula y con una especie de bolígrafo, grabó la letra omega, correspondiente a los ojos verdes. Ares cerró los ojos como si le estuviera doliendo, pero se lo aguantó, al fin y al cabo.