No soy una falla

Capítulo 30

Nos fuimos a almorzar para recuperar un poco de energía. Luego nos acompañarían nuevamente al gimnasio cuando este estuviera desocupado para evaluar nuestro rango de destreza en la pelea. Nos sentamos en una mesa larga todo el grupo, incluidos los nuevos coordinadores o "jefes" de vértice.

Ya con mi bandeja en mano, tomé asiento entre Sofi y Katherine, quienes ya habían empezado a devorar su comida.

—Al fin algo con grasa y calorías —comentó Sofía con placer a medida en la que se llevaba una banderilla a la boca.

Me reí ante su comentario y me centré en mi comida porque estaba hambrienta. No sabía qué probar primero. Estuve indecisa entre agarrar pollo empanizado con arroz amarillo o un gran plato de polenta con salsa bolognesa. Me convencí de que ninguna de las dos opciones era adecuada para pelear más tarde, no quería vomitar sobre mi contrincante. Me conformé con una ensalada de tomate y lechuga con tres pedazos de cerdo.

Charlamos durante toda la cena y tuvimos la oportunidad de conocer a otro de los "jefes" llamado William.

—Este es el tarado que me clavó la flecha en el brazo —dijo Drew, haciéndose a un lado para dejarle un lugar a su amigo.

William era un chico de piel oscura y grandes ojos celestes. Se lo veía en forma, con los músculos de las piernas increíblemente marcados. Debía de ser una de las personas más musculosas que vi, y aquella vestimenta apretada le marcaba hasta el músculo más pequeño.

Tenía una sonrisa de dientes blancos y muy amistosa.

—No es mi culpa que tú te me cruces al medio —le respondió lanzándole una mirada de reproche un tanto chistosa. ¡Qué voz más melodiosa que tenía! —. Tú sabes que tienes que esperar a que alguien grite alto al fuego para cruzarte.

—Menos mal que no te dio en el abdomen —acotó Sofía—. Se te podría haber infectado y ni hablar de haber dañado un órgano vital. Eso habría requerido como mínimo un mes de recuperación y otro más de rehabilitación; a menos que tengas una Scarlett Mayer como nosotros, con su ayuda tardarías solo tres días.

—Está chica hace magia —me señaló Drew dirigiéndose a William—, ¿acaso has reparado en sus ojos?

Ellos conversaban como si yo no estuviera allí. Lo cual lo estaba, a menos de un metro, observando cómo me miraban.

—Ojos fugaces, sin duda los mejores —sentenció el de piel morena—. Eres muy afortunada de que te los regalaran.

Sus palabras supusieron un peso en mi interior y de seguro lo notó luego de ver mi inocultable mueca de desacuerdo.

¿Acaso estas personas no estaban al tanto de lo que habían requerido estos ojos tan codiciados?

Todo lo que implicaron, lo que costaron, todas fueron cosas o personas sacrificadas que me importaban.

Desde mi anterior vida arrebatada, mi madre, ahora también mi hermana.

Estos ojos supusieron un precio sobre mi cabeza, atentando contra mi propia vida.

No le deseaba el procedimiento ni a la peor persona del mundo.

—Créeme que de afortunada no tengo nada.

(...)

Regresamos al gimnasio y nos acomodamos en fila para que nos emparejaran al azar y así comenzar la pelea.

Aún quedaba gente en el lugar, pero Caleb pidió que nos cedieran los rings y una vez terminado de ser medido nuestro desempeño en pelea podían volver a ser usados con normalidad.

Traté de razonar con Caleb y explicarle que no teníamos tiempo para estar haciendo estas cosas, que había que planificar el ataque al laboratorio. Pero él insistía en que Jade quería ver de qué estábamos hechos antes de tomar decisiones tan severas.

No hubo forma de convencer a ninguno de los dos.

William se aproximó y nos tomó una foto de la clavícula hacia arriba antes de marcharse corriendo hacia una pantalla gigante que estaba colgada en una de las paredes.

¿Cómo era que no la había visto antes?

—Creo que pestañé —gruñó Luke al rato de haber sido tomada la foto—. Estoy seguro.

Nos explicaron que irían a cargar nuestras fotos y que la computadora iría eligiendo a los oponentes y que a medida en la que las parejas se formaban, debían irse ubicando en el lugar que se les determinaba. Más tarde se les asignaría un árbitro que controlaría todo el transcurso de la pelea.

La pantalla se encendió y se dividió en dos. Comenzó a pasar todas nuestras fotografías con una gran velocidad y al azar decidió mostrar una foto de Brisa y otra de Kate.

—Katherine Brown y Brisa Mc Alister estarán peleando en el primer cuadrilátero conmigo como árbitro —anunció Caleb y les pidió a las chicas que se fueran ubicando y que un rato las alcanzaba—. Luego tenemos a Matthew Swinter Lou contra Grecia Stone en la siguiente plataforma donde ya los espera su árbitro.

—Te haré añicos —bromeó Grecia caminando a la par de Matthew.

La pantalla mostró a Luke y a Colin, y a Sofía con Leah.

—No nos alcanzan los cuadriláteros por lo cual tendrán que turnarse. Entonces, Aarón se enfrentará contra William —comunicó Drew luego de ver hacia la pantalla—. Y por último tenemos a Scarlett Mayer contra Jade Mayer.

Si hubiese tenido una mesa enfrente para golpear mi cabeza contra ella lo habría hecho. De todas las personas que había en este lugar tenía que tocarme con mi hermana. Jade tampoco parecía contenta pero no se quejaba y guardaba silencio.

—¿Hermanas? —preguntó Drew un tanto sorprendido—. Nunca me habías contado que tenías una hermana, Jade.

—Porque no la tengo —le contestó secante y le pasó por el lado chocándole el brazo al avanzar—. ¿Arbitrarás la pelea o qué, Drew?

—No pretendo perdérmela —comentó este antes de guiñarme un ojo y sonreír emocionado.

Jade subió primero y se posicionó en uno de los bordes del cuadrado y comenzó a hacer una pequeña entrada en calor.

Ares, quien me acompañó y prometió verme luchar, me detuvo jalándome del brazo antes de que pudiera poner un pie dentro.



#79 en Ciencia ficción
#4062 en Novela romántica

En el texto hay: accion, amor, lgbt+

Editado: 18.03.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.