No soy una falla

Capítulo 40

—¿Killian? —fue lo único que pronuncié apenas acabó la grabación.

Había quedado verdaderamente impactada con la nueva noticia. Pero no sabía si sentirme aliviada al saber que tenía un hermano o si sentirme afligida de que otro ser humano igual de dañado que Arthur existiera.

—Tu medio hermano. —María me miró de brazos cruzados con sus labios fruncidos como si la existencia de Killian no le agradara en lo absoluto—. Al parecer aún te queda más familia de la que pensabas.

—Él no es mi familia. —Me alteré—. Todas las personas que lleven el apellido Sigma no tienen vínculos conmigo.

—Lo quieras o no, tú eres una Sigma.

—También es una Hard —agregó Colin parándose a mi lado.

—Y una Mayer desde luego —insistió mi tía a medida que retiraba la cajita negra.

—¿Tenemos otro problema con el cual lidiar? —intervino Luke haciendo referencia a mi medio hermano—. Pregunto nomás.

—Aparentemente —respondió María—. Killian es el único hijo varón que tuvo Sigma con otra mujer. Él actualmente tiene veintiún años por lo cual ya es legal para heredar todo lo que su padre decida heredarle.

—No creo poder tolerar tener a otro Sigma en frente. —Pasé las manos por mi rostro con frustración—. ¿Estás segura de que es su verdadero hijo, María? Porque según recuerdo mi ficha médica dice que él era mi padre, pero el muy imbécil no tenía ni la más puta idea.

—Estoy segura, Scarlett. Arthur se encargó especialmente de criar al niño desde muy pequeño ya que él le prohibía a su madre biológica el derecho de estar con su hijo. No me sorprendería que el pobre muchacho tuviese la misma capacidad cerebral que su padre. Pobre criatura.

Se lamentó y en parte tenía razón. Killian debió de ser tan solo un niño cuando comenzó a colaborar con Arthur.

—Necesitamos hablar con él de manera civilizada y hacerlo entrar en razón antes de que se entere de la muerte de su padre. —Proyectó Caleb acercándose—. Si este crío sigue con el plan familiar, todo lo que hemos hecho hasta el momento habrá sido en vano.

Parecía furioso a medida que hablaba y lo entendía a la perfección, pero no estábamos en las condiciones adecuadas para salir al encuentro con Killian. No luego de todas las bajas y la cantidad de heridos que teníamos. Sin mencionar que aún seguíamos atrapados dentro de las instalaciones del laboratorio.

La puerta del fondo se abrió dejando entrar a Matthew, quien no tenía remera puesta, enseñando unas espantosas quemaduras. Las cicatrices le subían por el costado de su torso y acababa en su espalda. El rubio se acercó al trote y se abrazó con Aarón apenas se vieron, al igual que dos hermanos.

Apenas se separaron Matt desvío sus ojos hacia nosotros y pude notar la tensión en el ambiente apenas se topó con Colin quien apartó la mirada de inmediato.

A mí solo me sonrió.

—Me tenías muy preocupado, rubio.

Aarón se limpió las lágrimas de los ojos y palmeó la espalda de su amigo.

(...)

Me paré en frente de la barrera transparente, que nos aislaba del resto del mundo, y apoyé ambas manos sobre ella empujando hacia delante. Al separarme noté unas leves ondulaciones, que se expandieron y terminaron perdiéndose en lo alto de la burbuja.

Nunca antes se me había ocurrido tocarla.

María me extendió dos drones y me pidió que los colocara en la parte superior, pero yo no tenía ni la más mínima idea de cómo íbamos a salir de aquí utilizando estos discos de metal.

—Ponte ese brazalete para poder controlarlo. Una vez activados no podrás volver a tocarlos. Tendrás que guiarlos con tus manos —me explicó haciéndolo parecer fácil.

Así mismo me coloqué el brazalete y lo ajusté. Dejé dos drones en el suelo y apreté el botón del centro para activarlo. Vi que no hacían nada así que presioné otro botón en el costado para ver si se activaban. Éstos levitaron en el aire, muy cerquita del suelo. Levanté la mano y con la punta del dedo los fui alzando de a poco. El aparatito salió disparado hacia arriba, pero logré controlarlo.

—¿Dónde se supone que debo colocar esto? —pregunté observando atentamente los drones.

—Colócalos alineadamente en una distancia coherente.

Y así lo hice. El aparato parecía odiarme. Se movía en todas las direcciones posibles menos en la correcta. Finalmente sujeté mi muñeca y así lo guíe hasta pegarlo en la parte superior. Imité la misma acción con el segundo y cuando por fin lo coloqué María ya había terminado.

—¿Escuchan ese ruido? —Se exaltó Colin—. ¿Ha sido un arma?

—Suena como una alarma —lo corrigió Piper arrastrando las palabras sin una sola gota de simpatía.

Todos guardamos silencio a medida que el sonido aumentaba y comenzaba a transformarse en un pitido molesto.

—¿¡Acaso encendiste el interruptor del costado!? —preguntó María alarmada cuando nos alcanzó.

Antes de que pudiera responder, un montón de chispas brotaron de los drones. María se me metió en frente y me empujó a un lado, para que no recibiera de lleno el choque eléctrico.

La energía que emanó de aquellos aparatos nos tiró fuertemente hacia atrás y no nos dio tiempo a reaccionar.

Sentía la electricidad recorriendo todo mi cuerpo y no pude dejar de moverme frenéticamente sobre la tierra hasta que Colin y Aarón me sostuvieron por las extremidades.

—No sé de qué material estás hecha Scarlett, pero tienes una resistencia increíble. —Se asombró Aarón, quien me estiró el brazo para levantarme.

Ni siquiera mis cabellos electrocutados podían distraerme de la vista que tenía a mí alrededor. Teníamos una gran puerta cobriza en frente, como si se tratara de la entrada de una bóveda.

Se necesitó la fuerza sobrenatural de cuatro personas de ojos rojos para poder abrirla.

La cerradura emitió un ruido como si se estuviera descolocando poco a poco y cuando se abrió hacia afuera nos mostró un paisaje que podría estremecer a más de uno.



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En el texto hay: accion, amor, lgbt+

Editado: 18.03.2023

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