No soy una princesa

Prólogo

Había una vez, en un país lejano, muy pequeño que no aparecía en el mapa, existía una hermosa princesa, viviendo en un bello palacio, todos los miembros del castillo, amaban a la princesa.

 

Era tratada con tanta fineza, cada vez que se sentaba en el largo e imponente comedor eran servidas grandes bandejas de comida, ella solo probaba un bocado de cada plato para no hacer sentir mal al chef.

 

Olvide mencionar que la princesa era tan bella que hasta el mismo sol sentía envidia y por eso se negaba a calentar los dias de ese hermoso país, así que la mayor parte del día, hacia mucho frío.

 

—¡Torpe! —grito el hombre molestó —Por tu culpa, tiré la comida ¡debes pagarmela! —trague grueso ante sus palabras, ya que mi última comida fue exactamente el día de ayer a las 13hrs ¿cómo se la iba a pagar?

 

—L..lo siento —murmure pero mis palabras no se escucharon ya que los gritos del hombre no lo permitía.

 

—¿Estas loco? —pregunto Ana molesta, la vi agacharse y recoger la comida y colocandola de nuevo en el plato, se puso de pie y lo miró fríamente —Si no la quieres ella y yo la comeremos.

Vi cómo el hombre arrebataba el plato de las manos de Ana, sentí el dolor en el hombro al ser empujada con fuerza cuándo pasó junto a mi.

—¿Soñando de nuevo? —mordi mi labio inferior, a veces deseaba que Ana gritará pero ella era fría, su voz no subió de tono ni una décima —Está es nuestra realidad —extendió su mano hacia nuestro alrededor, desvíe la mirada hacia el grupo que estaba junto al fuego tratando de calentarse— los ricos están al otro lado de la ciudad, sobre todo el palacio con el que sueñas, no eres una princesa Yanin, eres una plebeya como todos los que estamos aquí, sin hogar y sin saber cuando volveremos a comer. Acepta la realidad, la princesa vive allá y no eres tú —señaló la colina donde se miraba a lo lejos aquel gran castillo, antiguo y elegante. Nuestro pequeño país era regido por un rey, aún en pleno siglo XXI.

Y cómo decía Ana la princesa era otra, me senté en el suelo frío y me abracé a mi misma, tenía derecho a soñar, no le hacía daño a nadie, sobre todo en estos momentos que tenía hambre, sin saber cuando volvería a comer. Soñaba que llevaba la vida de una mujer que debía ser inmensamente feliz en ese castillo, sin saber lo que era pasar hambre y frío... desear estar en su lugar no le hacía daño a nadie, ya que sólo era un deseo nada más y que nunca llegaría a pasar.

 

En un lado del castillo

 

—¿Escapó?—el puñetazo retumbó en todo el estudio, miré a los hombres con furia y me puse de pie, abroche el botón de mi saco, los dos hombres retrocedieron 

—Principe Nader, no entendemos como la princesa escapó, hemos revisado las cámaras y no aparece...

Hice mis manos un puño, mi mirada se posó sobre los dos hombres miembros de la guardia real.

—Muestrame el itinerario de la princesa del día de ayer —recibí la carpeta y al revisarla sentí más furia, mi hermana era una completa idiota.

La clase de literatura bailaba ante mis ojos, mis sospechas aumentaron, algo tenía con su profesor de literatura.

—Revisen las salidas del aeropuerto y las fronteras, en especial las parejas —los guardas me miraron confundidos —No pierdan el tiempo.

Hicieron una pequeña reverencia y salieron del estudio, la furia me invadía. Mi hermana había huido con su profesor, a pocos días de la llegada del Principe Adrián, desde pocas horas del nacimiento de mi hermana ambos reinos habían acordado la unión de ellos, creció sabiéndolo y aceptando el hecho de que sería su esposa y luego subirían al trono de su país, ella era feliz, adoraba a Adrián, lo seguía en sus redes y muchas veces la encontré suspirando y abrazando su foto pero todo cambió desde la llegada del profesor de literatura, mi hermana cambió, empezó a menospreciar sus obligaciones como princesa y despotricar como toda una marinera en una cantina de mala muerte.

Mi país estaba en problemas con la fuga de mi hermana, si la noticia llegaba a oídos del padre de Adrián, las relaciones se terminarían.

Cerré los ojos con fuerza y al abrirlos vi la foto de mi hermana en el escritorio y recordé lo que una vez nos dijo una nana.

 

—"Mi abuela decía que en el mundo existen siete personas con nuestro mismo rostro —sonrió y nos miro con cariño —Si fuera el caso, espero no sean unos diablillos como ustedes dos.

 

Abri más los ojos y tome una decisión, algo me decía que iba a ser difícil encontrar a mi hermana, nos llevaba un día de ventaja y no se dejaría encontrar fácilmente, la llegada de Adrián era inminente, así que tenía que encontrar uno de los rostros de la princesa para que ocupara su lugar mientras encontraba a la verdadera. 

La ventaja era que por el protocolo real, ellos no tenían contacto... hasta ahora para la pedida de mano de mi hermana.

 

Iba a recorrer el reino hasta encontrar uno de los rostros de la Princesa Annabella para que ocupara su lugar.

 

 

 




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