Mi corazón latía con fuerza como caballo desbocado, me pregunté si el príncipe lo escuchaba, mordí mi labio inferior, el silencio había invadido la habitación, su mirada era fría pero estaba segura de que estaba enojado por mis palabras.
—Yo debería irme —declaro antes de ser echada a patadas del castillo, Ana no me creería que estuve ahí y que también por culpa de mi lengua fuera de control solo estuve un minuto en el palacio real.
—Yo decido si te vas o te quedas —cerré los ojos y me pregunté si los rumores eran reales, se decía por ahí que los que no estaban de acuerdo con el rey y el príncipe amargado eran prisioneros en los calabozos reales y nunca más los volvían a ver, no creía en esos rumores pero en este momento lo estaba cuestionando, no tenía familia, solo a Ana y ella jamás pensaría que su amiga estaría disecándose en un frío calabozo —¿Me escuchaste? —parpadeo al escuchar su impaciencia —Me doy cuenta de que... —es interrumpido por el estruendo de mi estómago, mi única comida había sido en la mañana, había consistido en un pedazo de pan duro y un poco de café.
No crean que soy una floja que no busca a hacer nada, día a día recorro las calles del mercadillo que hay en la ciudad ofreciendo mis servicios, puedo planchar, lavar autos, cocer, cocinar pero nadie me da empleo, se apartan de mí como si me siguieran las siete plagas de Egipto.
Ana me regaña por que dice que tengo el aspecto de una mujer desaseada pero no es verdad, me baño todos los días cuando puedo y la señora donde venden verduras me deja usar su baño pero mi cabello tiene un grave problema, conmigo y el mundo entero, por más que lo peinó al instante está como si mil pájaros hubieran tenido una lucha terrible en él. Así que creo que es por eso que piensan que no me baño y estoy llena de piojos, sí, escucho a la gente del mercadillo decir que no dejen que me acerque mucho por que esos bichos son buenos a saltar de cabeza en cabeza, debo confesar que la primera vez que escuché ese comentario pensé que a lo mejor andaba esos bichos en mi cabeza, Ana me tomo de los cabellos y se dio a la tarea de revisarme y damas y caballeros mi cabeza está libre de piojos pero la gente no lo cree...
—Esto es el colmo —levanto la cabeza y el príncipe está de pie, me mira furioso pero ya no dice nada por qué está hablando con alguien por teléfono.
Lo observó y me doy cuenta de que es un hombre bien guapo, con un cuerpo espectacular pero con un carácter de los mil demonios. Nunca se sabía nada bueno del rey y el príncipe, la princesa Annabella era otra historia, casi no se sabía nada de ella y la última vez que se vio en público creo tenía unos once años, no lo sé, la gente decía que había sufrido un accidente y había quedado con el rostro deforme por eso nadie la conocía.
El príncipe dejó de hablar y se giró hacia mí, sentí que mis mejillas se calentaron por que me descubrió comiéndomelo con la mirada pero bueno él escuchó mi pobre estomago muerto de hambre así que si me reclamaba algo le diría que para mi todo era un filete.
—En un momento te traerán la cena —lo miré asombrada por qué la verdad, no esperaba un gesto amable después que le dije que era un amargado. —Te traeré ropa para dormir, después que cenes puedes descansar y mañana hablamos.
—¿Mañana? Creo su majestad que me ha confundido con alguien más, mi nombre es Yanin… —aclaro mi garganta al ver que me ha hecho un gesto para que guarde silencio, lo veo sin entender pero levanta su dedo y se lo lleva a la boca en señal de que guarde silencio.
—Dije mañana y no lo discutas —frunzo el ceño molesta pero él me ignora, ha sacado su celular y se ha centrado en él, mi estómago no deja de rugir con furia, sinceramente esos ruidos eran muy comunes debajo del puente pero acá no, y sentía pena, pero el príncipe no dijo nada, él solo estaba en silencio con su móvil.
Lo veo ponerse de pie y abrir una puerta y marcharse, luego aparecer con un carrito con muchas bandejas de plata, no me impresionó tanto el carro como verlo a él empujándolo, algo me decía que no era común en él.
—Yanin, tu cena, disfrútala —abre una puerta y veo una cama gigante arreglada para una reina —dejaré sobre la cama la ropa de dormir, sería conveniente que te dieras un baño antes de dormir y...
—Aunque no lo crea esta mañana me di un baño —ruedo los ojos — y por supuesto aprovecharé está noche para darme otro baño ¿a qué horas me iré mañana? —él solo me miró y se dio la vuelta.
—Buenas noches Yanin, este lista a las ocho, no salga de la habitación por ningún motivo, yo la visitaré.
No pude responder por que estaba engullendo una jugosa pierna de pollo.
—Yanin, los cubiertos están ahí —levantó la mirada y pienso que él debe pensar que soy toda una salvaje, en una mano tengo la pierna de pollo y la otra llena de salsa, suelto la comida y con cuidado tomo la elegante servilleta y me limpio las manos grasosas —Cuando termines tu cena, saca el carrito al pasillo pero por ningún motivo lo hagas tú ¿entendido?
Asiento y lo veo marcharse, sonreí y me di a la tarea de probar cada platillo, otro día usaría los cubiertos esta noche iba a saciar mi hambre por que no sabía cuando sería mi próxima comida.
Editado: 11.08.2022