No soy una princesa

Capítulo 4

Abri los ojos de golpe ¿quién se cae de una cama del tamaño del océano? Pues yo.

Me pongo de pie y miro a mi alrededor, los rayos de sol se filtraban por una ventana que había quedado corrida la cortina, la habitación a la luz del día se veía más bonita que en la noche, abrí mi boca porque realmente mil veces soñé ser una princesa y jamás mi imaginación llegó a tanta belleza, sonreí por que iba a tener una linda historia por contarle a mis nietos... bueno, frunci el ceño, si llegaba a tener, por que seamos honestos ¿cómo yo podría servir a la nación? Di mil vueltas en la cama antes de quedarme dormida y todos mis pensamientos daban a una sola opción, iban a experimentar conmigo, quizás estaban probando con alguna arma secreta o alguna medicina para los enfermos y yo sería el conejillo de India.

 

Solté el aire retenido y pensé en Ana, ella debía estar preocupada por mi, no había manera de comunicarme con ella y avisarle que estaba bien, bueno relativamente por que luego iba a estar en una mesa en algún laboratorio secreto.

Camine hacia el cuarto de baño, anoche había visto una enorme tina y diferentes frascos de sales de baño.

Llene la tina y luego cerré los ojos para elegir cualquier frasco de sales, lo abrí y suspire al sentir el delicioso olor, me sumergi y cerré los ojos,  por el momento no iba a pensar en nada, luego vería que decisión iba a tomar, tenía derecho de decidir si quería ser parte del experimento que llevaban a cabo en el palacio.

 

Ana decía que yo tenía demasiada imaginación, pero estaba segura que esto era real.

Sali de la bañera cuando vi mis manos arrugadas, me seque y no dudé en usar todos los artículos que habían en el tocador, por primera vez un caro perfume bañaba mi cuerpo, mi ropa interior la había lavado en la noche y estaba bien seca, la pobre ya estaba por dejarme, la tela desgastada era muy obvia, suspire y me volví a colocar la ropa de dormir.

Camine por toda la habitación, tocando de un lado a otro, todo era tan bonito, los colores todos combinaban, 

Escuche la cerradura de la puerta y luego la puerta abrirse el príncipe hizo su entrada, vestía casual, no llevaba traje, él me observó y luego suspiró.

—Supongo se quebró el frasco del perfume —camino hacia las ventanas de vidrio y la abrió —la habitación está inundada de ese olor.

—Yo... —mordi mi labio inferior —no se quebró nada 

Él enarca una ceja y luego asiente, se sienta frente a mi y me hace un ademán para que tome asiento.

Lo hago y mi corazón late apresurado, el momento de la verdad había llegado, mi respuesta seria no, no quería ser disecada o que me abrieran como a las pobres ranas para experimentar con ellas.

—En un momento traerán el desayuno —sonreí en señal de agradecimiento —te buscaré algo de ropa, mientras lo traen.

Se puso de pie y se dirigió a una puerta por el cuarto de baño, la abrió y yo no dejaba de estirar el cuello para tratar de ver que había ahí.

—Venga por favor —me puse de pie y camine hacia él, al entrar al cuarto me quede con la boca abierta, este era el paraíso por donde mirará la habitación estaba llena de ropa, él sostenía un vestido en su mano y luego avanzó al fondo y abrió otra puerta, está vez no esperé invitación, lo seguí y mi boca se abrió más.

Era otra habitación llena de todo tipo de zapatos, colores, yo estaba maravillada, el castillo debía ser visitado frecuentemente por mujeres, y tenían equipada la habitación para todos los gustos.

—Tomé —extendió un par de zapatos elegantes que hacían juego con el vestido negro de corte sencillo —pruebeselo ahí — me señalo otra puerta, caminé como sonámbula y luego de cerrar la puerta, miré los espejos, en todos me veía demacrada, me quité la ropa de dormir y poco a poco me coloqué el vestido, me miré y me sorprendí lo bonito que me quedaba, un poco flojito, supongo por lo delgada que estaba, luego me probé los zapatos y si me quedaron, eran como hechos a mi medida.

Nunca me había puesto algo elegante y así de bonito, ladeo la cabeza y pienso que extraño era que vistieran a su presa tan bien.

Suspiro al escuchar que dan golpecitos en la puerta, salgo y el príncipe está ahí.

—No abras la boca para nada —lo veo sin entender pero él me empuja a la salita, al llegar veo a 2 mujeres que al vernos hacen una reverencia, ellas llevan uniformes con un logo en uno de los lados de la elegante blusa,  están perfectamente maquilladas y peinada.

 

Mi mirada se dirige hacia el príncipe quien solo me empuja hacia la habitación y las mujeres nos siguen, me guía hacia el tocador,  me siento y una de ellas ataca mi cabello, lo veo caer frente a mi, como una bola horrible de pelos, ellas no dijeron nada,  solo siento la suavidad con la que quieren desenredarlo.

No sé cuantas horas me lleve ahí sentada, sólo se que cuando ellas se apartaron y me pude ver en el espejo, no me reconocí, yo no podía ser esa mujer del espejo, mi cabello bien arreglado en un elegante peinado, mi rostro estaba maquillado discretamente pero ella y yo éramos distintas, las mujeres me miraron por el espejo e hicieron una reverencia... no entendi por que si el príncipe estaba en la salita, eso me recordaba que debía ir en su búsqueda ya que esa fue su orden, me puse de pie y camine con un poco de temor de caerme y romper el tacón del zapato, al abrir la puerta que conectaba a la sala, él estaba leyendo el periódico, pero levanto la mirada y se quedó asombrado observandome, para luego sonreír.

—No me equivoqué, son casi idénticas, desayuna y luego haremos la última prueba, si la pasas, estará todo arreglado 

—¿Prueba? ¿Qué prueba?

El príncipe no contestó, tomó el periódico nuevamente y se sumergió en sus páginas, dejándome con más intrigas 

 

 




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