Estaba nerviosa, no sabía a que prueba se refería el príncipe
—Come —levanto la mirada y me encuentro con esos ojos hermosos pero al mismo tiempo escalofriante de tan fríos que eran, recuerdo que hace años había encontrada una revista vieja en el basurero, traía más de cinco páginas dedicadas a la casa real.
El príncipe era muy joven cuando tomaron la foto de la revista, su mirada era un poco suave y eso me llamó la atención.
Aún en ese tiempo estaba la reina, para partir al más allá un año después de una manera trágica esquiando en los Alpes.
—Haremos una visita luego del almuerzo —miró mi plato casi intacto —Por tavor come
Tragué grueso y mi corazón se aceleró, el momento de la verdad había llegado, creo en esa visita yo quedaría recluida en el algún secreto laboratorio.
Solté el aire retenido y me puse de pie.
—No tengo hambre —él enarco una ceja y sin decir palabra se puso de pie.
—En ese caso, vamos —quise morderme la lengua, habia acelerado el proceso. Senti que me faltaba el aire, baje la cabeza y apoye ambas manos en mis piernas, escuche la puerta abrirse y luego aquella voz —¿Pasa algo?
Levante la mirada y trate de llevar aire a mis pulmones.
—Yo... —calle al verlo y suspire al ver que detrás del príncipe había alguien más, ya no había esperanza para huir.
Poco a poco avance hacia la puerta, cada paso que daba sentía mis piernas más pesadas, al llegar a la puerta, el príncipe se movió y la otra persona cerró la puerta.
—Alteza —él murmuró y el príncipe avanzo por el largo pasillo, yo iba detrás de él, mis ojos recorrían las paredes estaban llenas de retratos, todos elegantes, mordi mi labio al sentirme observada con severidad por todos esos rostros ahí plasmados.
Él se detuvo frente a una gran puerta habían dos hombres con uniformes, uno en cada lado de la puerta, al ver al príncipe hicieron una reverencia y luego a mi, frunci el ceño por que yo era como ellos, una plebeya.
Abrieron las puertas y el príncipe entró, mis piernas temblaban pero a como pude entré detrás de él.
Mis ojos se maravillaron al ver la gran habitación, era hermosa, las grandes arañas de cristal que pendían del techo, destellaban lindos colores, las paredes con lindos tapices de oro a mi parecer, los elegantes sillones, las mesas pesadas que hacían juego con la habitación, estaba literal con la boca abierta.
—Anabelle —la fuerte voz retumbó en mis oídos, baje la mirada y hasta ese momento me di cuenta que estaba ante el rey...¡el rey!, senti que mi boca se secaba. Las manos me sudaban, jamas en mis locos sueños pensé que un día conocería al rey en persona.
Sus ojos azules estaban fijos en mi, su ceño fruncido y su mano extendida, podía ver brillar el enorme diamante que llevaba en su dedo meñique.
—¿Ignoras a tu padre? —lo miré a él y luego a mi alrededor, al parecer la princesa Anabelle estaba en la habitación pero no lograba verla por ningún lado.
—Besé la mano del rey —escuche la voz dura del príncipe, temblaba y sentí el empujón que él me dio hacia su padre, con torpeza me incliné y vi esa mano con las uñas bien cuidadas extendidas hacia mi, con cuidado tome esa mano de piel suave entre la mía y me incliné para besarla.
Al enderezarme vi el rostro menos severo del rey pero realmente yo me sentía confundida ¿por qué besé yo la mano del rey? Él esperaba que la princesa lo hiciera pero no estaba por ninguna parte.
—Estás demasiado delgada —me sentia más confundida por la familiaridad con la que me hablaba— tu hermano me comentó que has estado enferma, me da gusto que hayas decidido venir a verme.
—Yo...—no sabia que decir, yo no tenía hermanos, creo me estaba confundiendo con alguien más, iba a aclararle que yo era Yanin.
Senti el fuerte apretón en mi brazo, hice una mueca de dolor pero sólo el príncipe lo noto.
—El médico le ha dado reposo a Anabelle
—¿Estará bien para la llegada del príncipe Adrián?
Levante la mirada para ver al príncipe, no entendía nada ¿por qué hablaban de la llegada del príncipe Adrián, ante mi?
—Lo estará —suspire y mire alrededor una vez más, esperaba ver entrar a la princesa en cualquier momento por que ellos hablaban como si ella estaba en la misma sala que nosotros —Vamos.
El príncipe me jalo un poco hacia él.
—Despídete del rey, como cuando lo saludaste —asenti y camine hacia él, volví a besar el dorso de su mano, sonreí por que tenía una historia para contarle a mis hijos y luego a mis nietos, si es que eso se llegaba a dar.
—Espero que mañana puedas acompañarme en el desayuno, tendré un día ajetreado, la llegada del príncipe Adrián ha causado revuelo en nuestro gabinete de estado, tu secretaria ha estado preparando tu agenda.
Lo miré extrañada ¿me hablaba a mi? ¿Acerca de una secretaria?
—No te preocupes padre, mi secretario se va a reunir con la secretaria de Anabelle para dar el visto bueno a su itinerario, dado que mi hermana no ha estado bien de salud.
—Me parece bien, tengo una reunión en media hora, con el jefe de prensa del reino, necesito que todo sea perfecto e impecable en este país.
—Lo será padre, yo me estoy encargando de ello —respondió el príncipe —Vamos.
Él me ayudó a salir de la habitación, está vez el largo pasillo lo recorrimos a la velocidad del rayo, me llevaba casi a rastras, entramos a la gran habitación.
—Nadie puede entrar —dijo el príncipe al hombre que desde hace rato nos pisaba los talones, cerró la puerta y yo me giré para verlo pegado a la puerta, su mirada dura estaba fija en mi.
—¿Qué fue todo eso?—murmure
Él avanzó y camino hacia un mueble en una esquina para servirse una copa, me cruce de brazos esperando una respuesta a mi pregunta.
—Dime Yanin ¿cuál es tu más grande sueño?
Frunci el ceño por que él ignoro mi pregunta.
—Responde —me indico.
—¿Qué cree usted que sea? —respondí con ironía —tener una casa, comida en mi mesa los tres tiempos del día para no volver a pasar hambre —me encojo de hombros y me siento en el borde de una bella silla, con un lindo y elegante estampado —¿Qué fue todo lo que pasó en la habitación de su padre? No entiendo por qué el rey me conoce ¿soy acaso... alguna hija perdida?
Editado: 11.08.2022