No soy una princesa

Capitulo 7

Esperaba que hoy fuera un gran dia, me estire en la cama y luego me sente para levantarme.El principe no regreso a mi habitación despues de la pelea del dia de ayer, debia estar molesto por mi solicitud, lo entendia pero tambien pensaba en mi amiga, en como lo debia estar pasando.

Frunzo el ceño al ver aquel aparato en mi mesita de noche, estiro la mano y tomo aquel movil ultimo modelo, debio entrar a la habitacion mientras dormia para dejarlo, me levanto espantada y me paso la mano por mi alborotado cabello ¡Por Dios, me vio mientras dormia! Ana decia que yo hablaba como loca mientras dormia, que era una persona inquieta, ya que me movia peor que una zanguijuela y el panico crecio dentro de mi, ya que la cena hizo un mal efecto dentro de mi, si, me habia dado gases, queria que la tierra misma me tragara en este momento, que se abriera en dos y me tragara de un solo y por supuesto que me escupiera en otro lado. Antes de dormir me senti apenada al pensar que mi estomago no estaba bien y que debia tener mil animales muertos dentro de mi, por el mal olor pero era un consuelo el saber que estaba sola pero no fue asi, en algun momento de la noche, cuando yo debi reposar tan relajadamente como una serpiente bajo el sol, a pierna suelta y sin saber si mi estomago decidio dar un concierto, ¡El principe de mi nación! el hombre mas guapo que mis ojitos han visto en esta tierra, decidio entrar para dejarme un celular y solo Dios sabe que recibimiento le di. Cai de rodillas y luego me tire al suelo para compadecerme, ¿por que a mi? ¿por que me pasaban las cosas mas extrañas a mi?

Ninguna mujer pasaba las humillaciones que yo pasaba, con poca fuerza me puse de pie y me dirigi al baño, necesitaba darme un baño para despejar mi cabeza. Sali cuando los dedos de mis manos y pies ya estaban arrugados. Camine hacia la habitación arrastrando mis pies al escuchar voces, me detengo al ver a la mujer severa ahí de pie en medio de la habitación, su mirada recorría la habitación con ojo crítico, estos se detuvieron por un momento en las almohadas tiradas en el suelo, tenía mal dormir. Me morí e hizo una pequeña reverencia muy elegante, luego se paró erguida, tenía mucha clase, mucho porte.

—Su alteza, mi nombre es Miriam, yo la estaré asistiendo sobre sus atuendos del día a día, mientras se siente bien —trato de dibujar una sonrisa en mi rostro, pero me sentía perdida, el príncipe no me había dicho que clase de enfermedad yo padecía.

—Gracias Miriam —susurro y ella camina con mucha elegancia hacia el guardaropa.

—Hoy el dia está un poco soleada, el príncipe real ha indicado que tomarán el desayuno en el jardín, buscaré algo apropiado para la ocasión, creo que su majestad los acompañará.

Abro más los ojos del susto, el rey me ponía algo nerviosa, honestamente muy nerviosa.

—No se donde está la chica designada para ser su ayudante.

—¿Ayudante? —Miriam me mira con severidad, luego sonríe como si yo fuera una niña torpe.

—Imagino que el golpe en la cabeza, la aturdio mucho —sonríe —El príncipe real, nos indicó que perdió la memoria y las cosas que eran cotidianas para usted, las está volviendo a aprender. Fue un momento desafortunado que se cayera del caballo y se diera ese terrible golpe, su alteza, pero esperamos que pronto sea usted misma, sobre todo con la llegada del príncipe Adrián.

Asiento y sonrió, menos mal el príncipe era un genio y se le había ocurrido está mentira del accidente en caballo, así mis momentos torpes serían justificados por mi falta de memoria.

—Este vestido es el apropiado —extiende un vestido blanco, sin mangas, con pequeños botones a un lado del cuello, su falda llegaba a mi rodilla, extiende unos elegantes zapatos de punta y un poco altos, realmente parecían zapatos de una princesa, bueno lo eran, yo sólo los estaba tomando prestados, con una sonrisa tome el vestido y los zapatos y camine hacia el cuarto de baño.

Me vestí y me miré en el espejo, si no fuera por la maraña de mi cabello, se podría decir que no estaba nada mal.

Al salir del cuarto de baño, Miriam me estaba esperando frente al tocador, caminé hacia el y me senté, ella extiendo unos elegantes pendientes largos, suspire por que sabia que algo tan bonito debía ser muy caro, me cepillo el cabello y luego lo trenso de los lados para atarlo en la parte de atrás de mi cabeza, dejando el resto del cabello suelto sobre mis hombros, me miré al espejo y la verdad me gustó lo que había hecho con mi cabello.

—Le pondre un poco de maquillaje, es usted muy bonita su alteza, no necesita de mucho —mientras hablaba, la puerta se abrió, escuché pasos pero no preste atención, estaba  un poco idiotizada con mi imagen en el espejo, parecía otra mujer, una muy diferente, alguien ajeno a mi, ni yo misma podía creer que esta mujer era yo, Yanin —Al fin llegas —dijo Miriam.

—Lo lamento, estaba recibiendo instrucciones —abro más los ojos y veo a través del espejo, era ¡Ana! ¡Ella estaba aquí!

—Sólo por hoy lo dejaré pasar, tu eres la encargada de ayudar a su alteza a vestirse, arreglar su cabello y maquillarla, sabes bien que debes ser muy discreta, nada de lo que su alteza diga, puedes divulgarlo.

Ana asintió, su mirada seguía clavada en el suelo.

—La salud de la princesa va a mejorar muy pronto, es nuestro deber velar por su bienestar y no causar ningún estrés al divulgar lo que hablemos aquí.

—Si señora —respondió Ana.

—¿Cuál es tu nombre?

—Soy Ana...—Miriam la interrumpe 

—Bien Ana, su alteza irá a desayunar con el príncipe real, mientras regresa, arregla la habitación, en unos momentos vendrán a limpiarla 

Me pongo de pie y me giró, quería tirarme encima de Ana y abrazarla con fuerza pero debía esperar que Miriam se marchará.

Ana me miró y vi sorpresa en su rostro, frunci el ceño, quizás era por que nunca me había visto arreglada y debía gustarle como lucia, ya no parecía la mujer piojos del mercado, aunque les vuelvo a aclarar, nunca tuve piojos que yo recuerde.




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