No soy una princesa

Capitulo 10

—¿Estas bien? —Ana dio un respingo y paso rápidamente su mano por sus ojos.

—Lo siento mucho, su alteza —miró con pánico al príncipe Adrián —Es un poco de resfrío, se me ponen llorosos los ojos.

—Todos tenemos derecho de llorar si algo nos ocurre, si te puedo ayudar —ella bajo la cabeza.

—Lo siento, su alteza.

—La princesa tiene razón, si necesita algo, podemos ayudarle —miré rápidamente al príncipe, él estaba pendiente de Ana y eso me agradó.

—Estoy bien —levanto su rostro con una gran sonrisa —seguiré con mi trabajo —hizo una reverencia a ambos y se retiró, la seguí con la mirada, ella estaba llorando, estaba en está parte del jardín, necesitaba saber que le pasaba pero ella no me diría nada, existía un abismo en este momento entre Ana y yo. Para ella yo era una princesa y ella una plebeya, no podía revelarle quién era, Nader no dudaría en echarla del palacio.

—Esta vez, he escuchado los rumores correctos, me han dicho que se preocupa por los suyos y lo he comprobado yo mismo, es un alivio saber que la futura reina de mi pueblo, tiene un gran corazón. Estoy muy orgulloso de la mujer de la que me he enamorado.

—No hable de sus sentimientos a la ligera, nos acabamos de conocer.

—Para el amor, sólo basta una mirada para nacer y eso me ha pasado.

—¿Cuantas veces se ha enamorado? —las mejillas del príncipe se tornaron rojas, si, había estado buscando información de él en internet, era un hombre mujeriego.

—No crea todo lo que lee, por años me ha divertido lo que publican de mi, debo confesar que muchos de los amoríos que me han atribuido, no han sido ciertos, pero veo que he sido un insensato por no parar a la prensa, ya que su mala información, se ha vuelto contra mi. La reina de mi corazón, no cree en mis sentimientos.

—Sigamos con el paseo —ataje, él extendió su brazo y yo metí mi mano en él.

—Este día quería llevarla, a un buen restaurante, ir a pasear por la ciudad.

—Lo haremos, pero me pareció bien, que antes de conocer la ciudad conociera mi hogar.

—Una mujer sabia—se detuvo —Acepte casarse conmigo

—¿A que se refiere? Nuestros padres han concertado este matrimonio... —él me interrumpe.

—Casemonos antes usted y yo, no creo soportar tantos meses lejos de usted y luego una ceremonia tradicional.

—Principe Adrián, usted y yo, nos hemos conocido por la decisión de nuestros padres, seríamos desleales si actuaramos a sus espaldas. Hacer lo que usted dice, no cambiaría nada, ya que para vivir juntos, se necesita el consentimiento de nuestros padres y en este caso también el de mi hermano.

—Podria soportar la agonía de la espera, si ya se que es mi esposa, que ya es mía.

—Las decisiones a la ligera, no dan buenos resultados.

—Pienso que le teme más a su hermano que a su propio padre, el rey —apreta su mandíbula —Su hermano desde que me conoció, no ha hecho nada por ocultar que le desagradó, olvida que nuestra unión, será de gran beneficio tanto para su reino como para el mío.

—No le desagrada a mi hermano —no, la que le desagradaba era yo y mi cercanía con el príncipe Adrián.

Príncipe Nader

—Supongo ya terminó el paseo —ella me mira con molestia, mientras se quita los zapatos y los deja tirados en la alfombra.

—Creo recordar que le dije que no lo quería en mi habitación —tira el sombrero en la cama y se dirige al tocador para peinar su larga cabellera, he avanzado para quedarme detrás de ella y verla a través del espejo.

—Este es mi palacio

—Pero está es mi habitación —paso con fuerza el cepillo por su cabello —¿Qué quiere?

—Detalles, no olvide que él es el prometido de mi hermana.

—¿Como olvidarlo? Lo tengo pisando mis talones y recordandolo día y noche —quitó el cepillo de sus manos, antes que lo quiebre, ella mueve su cabeza para que no la cepille pero con mi otra mano la detengo, sus ojos brillaban llenos de furia pero no me importo. A mi mente vinieron recuerdos de cuando Yanin llegó al palacio, su cabello parecía un nido de pájaros y ahora no era la sombra de esa mujer. 

—La escucho —ella me miró a través del espejo y desvío la mirada molesta. 

—Me pidió que me casara con él y antes que diga algo, le he dicho que debemos esperar la fecha. 

—¿Por qué le ha pedido tal cosa? Mi padre está viendo la fecha. 

—Le habló de una boda en secreto —detuve mi mano y coloque con cuidado su cepillo en el tocador. 

—¿Boda en secreto? —repetí, ella asintió,apoye mi cadera en su tocador mientras me cruzaba de brazos —Es un insensato ¿como puede sugerir algo sin sentido? Mi hermana será su esposa, en la fecha que nuestros padres elijan. 

—Me ha declarado su amor 

—¿Otra vez? Me parece que el príncipe es un poco infantil, la acaba de conocer y no deja de derramar miel en sus oídos, supongo así debe de ser con todas las mujeres que ha salido. 

Ella no respondio, había bajado su cabeza. 

—Descanse —Yanin asintió y se puso de pie

—¿Cuándo regresa su hermana?—ella me miró 

—Buenas noches Yanin —ni yo, sabia la respuesta, hasta el momento no se sabía nada de Annabella, no había dejado ningún rastro, tenía la esperanza que ella aún siguiera en el país —A partir de mañana, comienzan las visitas programadas del príncipe Adrián, es tiempo que se les vean en público.

Ella asintió

—Esta bien, buenas noches, su alteza —hizo una reverencia y se giró para dirigirse al cuarto de baño.

Salí de su habitación, me preocupaba el enamoramiento del príncipe Adrián, ya que podía complicar las cosas, podía convencer a su padre de que se adelantara la boda y mi hermana seguía sin aparecer.

Me dirigí a la biblioteca, el jefe de la guardia Real, entro conmigo.

—¿Noticias?

—Lo siento su majestad —me sentia molesto cada vez que recibía una respuesta así.

—Empiezo a creer que mi gente no es competente ¿cómo es posible que una mocosa haya desaparecido?




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