No soy una princesa

Capítulo 13

— Me gustan las buenas noticias —El rey cierra el periódico y lo pone sobre la superficie de su mesa —Hablan muy bien de tu hermana, por supuesto, la mayoría, obviamos a los que dicen que el que cargara a la niña y se sentara en el suelo con ella sin importar su vestido de diseñador, fue premeditado para ganar gente.

Llevo mi tasa de café a los labios y observo a papá por el borde de la tasa.

Él sonríe y toma unas cuantas uvas y las lleva a su boca.

—Debería ser buena idea adelantar el matrimonio, la popularidad de Annabella es increíble.

Dejo la tasa con fuerza sobre la mesa, mi padre frunce el ceño.

—Nader —su voz suena molesta —¿Qué pasa?

Me pongo de pie, mientras coloco con cuidado la servilleta sobre la mesa, debía controlarme, el rey no sabía que la de las noticias era una impostora.

—Deberíamos aprovechar la buena fama de mi hermana, para el beneficio del reino, sabes bien que no eres muy querido —El rey sonrió.

—¿Crees que eso me importa? —su mirada era fría —Nunca estarás bien con esta gente, mi padre hizo de todo por esta gente, sin embargo nunca fue buen rey para ellos, lo despreciaban a pesar de que para él, su prioridad era esta gente mal agradecida. Por esa razón nunca han sido mi prioridad y jamás lo serán, puedes sacarte el corazón por ellos y no será suficiente.Tomalo en cuenta cuando subas al trono —Papá tomo más uvas y las llevo a su boca —¿Debo de preocuparme por la llegada de esa joven Sabrina al palacio? Recuerdo que estabas muy decidido a desposarla en contra de mi voluntad —aprieto mis manos y las hago un puño —Esta vez no me opondre, solo que me avisas con anticipación para anunciar que abdicas al trono y el futuro rey será el hijo bastardo de mi juventud.

Miré a papá 

—No debes preocuparte por Sabrina, mis pensamientos cambiaron hace cinco años atrás.

Papá sonríe 

—De igual manera haré llegar al príncipe Aurus al palacio, el mundo entero debe saber de su existencia y no debo confiar en que no volverás a caer en el encanto de la hija de la sirvienta.

No respondí, hice una reverencia hacia papá y salí de la habitación, debía encontrar a Annabella, luego me preocuparía por la llegada de Aurus al palacio. 

 

*****

—Su majestad —Levanto la cabeza del informe que estoy leyendo y miró a la mujer ahí de pie frente a mi, Sabrina había madurado de una magnífica manera, su cuerpo esbelto en forma de un reloj de arena estaba enfundado en un hermoso vestido rojo ceñido a su cuerpo, le llegaba a las rodillas, su melena negra como la noche cai sobre sus hombros de una manera seductora.

—No recuerdo escuchar que tocarán a la puerta —ella sonrió seductora.

 —Siempre dijiste que donde tu estuvieras no existían puertas cerradas para mi, era libre de entrar.

—Señorita Sabrina —mi voz sonó impersonal y fría —Lo que pude haber dicho en el pasado, ya no es válido, fui un príncipe descuidado con mis deberes como futuro rey de Albatros, mientras no tenga mi autorización para entrar a un lugar, por favor no lo haga. En estos momentos estoy ocupado en asuntos del estado, por favor retirese.

—Nader... —levanto la mano y la miró.

—Principe Nader y su futuro rey mientras usted este en Albatros —bajo la mirada al informe que estaba revisando —Cierre la puerta al salir.

Escuche su taconeo y luego la puerta cerrarse, con furia tire el informe ¿Cómo se atrevía a presentarse ante mi como si nada?

—¡Alfred!

La puerta se abre rápidamente y él entra haciendo una reverencia

—¿Mi despacho es un lugar público? —él me mira preocupado y luego niega con la cabeza —¿Entonces como entro Sabrina a mi despacho sin mi autorización?

—Majestad... ella siempre entraba... —Lo interrumpo.

—Eso fue en el pasado —recuesto mi espalda en el respaldo de la silla —Creo fui claro hace cinco años cuando dije que se habla acabado para siempre.

—Lo siento su majestad, no volverá a pasar.

—Busca a Yanin y traela

—Como ordene su majestad 

*****

—Estas galletas de jengibre son sus favoritas —Leah coloca la bandeja en la mesita, se sentó frente a mi y tomó la azucarera, sirvió dos cucharaditas en el té —Espero le guste.

Suspiro y veo el libro en la bandeja.

—¿Y ese libro? —Leah sonríe y lo toma

—La literatura de terror es su favorita —trago saliva, ya que yo era de naturaleza miedosa —Me di cuenta que han traído libros nuevos a la biblioteca real, así que le he traído este ejemplar. Puede comenzar a leerlo su alteza, me sentare aquí a escucharla como en los viejos tiempos.

Mi mano temblaba, yo no era amante a la lectura de miedo, ni a las películas, las veces que logre verlas, pase varias noches sin poder dormir.

Sonrio y me doy cuenta que Leah esta atenta a mi, me pasa mi tasa de té y toma la de ella.

—Adelante princesa —Doy un sorbo a mi té, no entendía el extraño gusto de la princesa Anabella por la literatura de terror.

 Con mucha resignación tomo el libro, lo abro y muerdo mi labio inferior al ver la imagen grotesca en la primera página, sentí miedo, levanto la cabeza y suspiró aliviada  por que han tocado la puerta, indicó que pasen y entra Alfred.

—Su alteza, el príncipe Nader, solicita su presencia —quería gritar aliviada, me pongo de pie.

—Debe ser una emergencia, su majestad sabe que esta es la hora en que su alteza toma el té 

—¿Cuestionas las órdenes del príncipe heredero?

Leah niega 

—No, solo pensé en voz alta —Leah se pone de pie —No se preocupe por el té, lo las seguro su majestad lo tomara con usted.

Me pongo de pie y salgo de la habitación, Alfred no hablo, se mantuvo detrás de mi, los empleados que me encontraba se inclinaban con una gran sonrisa en su rostro. Fuera del despacho del príncipe siempre habían dos guardias, sonreía por lo bajo, ya que me imaginaba las películas de época donde siempre impedían la entrada de algún intruso con sus grandes espadas.




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