No soy una princesa

Capítulo 15

Mandé una nota al príncipe Adrián indicándole que no me sentía bien que me disculpara porque esta noche no lo iba a acompañar a cenar. Pedí llevaran la cena a mi habitación, me puse un camisón, recogí mi cabello en una coleta y me senté frente a la ventana para observar la noche estrellada. Me sentía un poco triste, la razón no la sabía y sumado a eso, el estrés que estaba viviendo con la insistencia de Leah de querer ayudarme a recuperar la memoria, las pruebas que ponía no eran del todo agradables para mí,  la princesa Annabella tenía unos gustos muy extraños.

La puerta se abrió y entró Ana con una bandeja, me sonrío y se acercó a la mesita junto a la ventana y empezó a servirme el té

— Su alteza, disculpe la molestia, pero me dijeron en la cocina que no se sentía bien, me tomé el atrevimiento de traerle un poco de té endulzado con miel, esto le ayudará a poder dormir bien

— Gracias Ana— le respondí y sentí la necesidad de abrazarla y escuchar sus palabras de aliento como en el pasado, pero sabía que si yo le decía que yo era Yanin su estadía en el Palacio se acabaría y volvería a las calles y yo no quería eso. Me sentía feliz al saber qué Ana tenía un lugar donde dormir y alimento en la mesa los tres tiempos. Así que tuve que reprimir todas mis emociones y guardarlas para mí

—No me dé las gracias, lo hago con cariño,usted me recuerda a alguien que quiero mucho,como una hermana, pero no sé dónde está— desvío la mirada hacia la oscuridad de la noche ya que debía callar. No respondi, y en silencio la observé recoger la mesa y salir de mi habitación, estaba sola en este palacio, pero por el bien de las 2 debía callar.

Al día siguiente me sentía más tranquila, bajé a desayunar y en la cabecera de la mesa estaba sentado el príncipe Nader, mis piernas temblaron, mi corazón pálpito al verlo; aclare mi garganta y camine hacia la mesa 

—Buenos días su Majestad ¿Cómo amaneció? — el levanto su mirada del periódico, asintió con la cabeza y cerró el periódico por un momento 

—Buenos días, amanecí bien, cómo verá, enterandome de las noticias de Albatros y por supuesto de lo que está pasando a nivel internacional —suspiro, toma una taza de café la llevó a sus labios luego me miró— Debo reconocer que usted ha cautivado a la prensa y a puesto la mira de todos los países en Albatros, éramos considerados un país insignificante, no nos tomaban en cuenta, pero a partir de su aparición, las cosas han cambiado, estamos en la mira a nivel mundial muchos se han preguntado cuál es la atracción de Albatros para considerarnos un lugar para visitar, eso sería de mucha ayuda, el turismo se impulsará— suspiro y me miró de reojo —Tenemos las mejores playas, pero no hemos sido descubiertos,  he hablado con la jefa de turismo y haremos publicidad, los hoteles serán restaurados, porque espero atraigamos a mucha gente, eso impulsará la economía del país

— La verdad que nunca he entendido, porque si tenemos las mejores playas no tenemos turistas. Desde que tengo uso de razón he visto muy poca afluencia en nuestras playas —El príncipe Nader, se llevó nuevamente la taza de café a sus labios y luego me miró a los ojos 

—La publicidad por nuestras playas nunca ha sido muy buena, padre nunca le ha gustado tener su país lleno de extraños, Pero esta vez yo he tomado el control, aunque no sea el rey,  lo hago por el bien de Albatros, porque no quiero que nos vean como un país que vive de la limosna del futuro rey de un país muy rico y lo han explotado muy bien, he leído las críticas internacionales y nos tienen como un país limosnero que lo único que nos ha mantenido a flote es la ayuda de Atlias

El príncipe dejó el periódico y se puso de pie.

—Acompañeme al jardín —pasó junto a mi.

Mi estómago rugió en protesta por que dejaba atrás el desayuno, seguí al príncipe a los jardines. El movimiento en el palacio era continuo, a cada paso que daba me encontraba con alguien que saludaba con una amable sonrisa. El príncipe estaba de pie esperándome.

—Sigame —con horror lo vi dirigirse al laberinto.

—No entraremos ahí –estruje mis manos

—Es el único lugar, donde podremos conversar —a nuestro alrededor estaba la guardia real, siempre estaban cerca de ambos. El príncipe Nader sin titubear entro, con miedo lo seguí.

Le seguí el paso, él caminaba muy seguro de si mismo como si conociera el lugar como la palma de su mano

—¿Sabe hacia donde vamos?— no respondió y siguió avanzando, habían muchas entradas y se vislumbraba un camino sin fin. Cuando al fin se detuvo, choque con su espalda.

—Lo siento —murmure.

—Siéntese— me señalo una banca de piedra bellamente tallada, me senté con cuidado, él quedó frente a mi, se veía imponente —Se le dira al príncipe Adrián, que usted perdió la memoria.

—¿Por que esa decisión?

—No la he tomado yo, lo hizo el gabinete.

—No lo veo muy contento.

Él camino alrededor de la banca, yo lo seguía con la mirada, no me importaba girar mi cabeza para estar pendiente de sus movimientos, tenía miedo que me dejara en este lugar.

—Adrián puede tomarlo como un engaño 

—Puede pasar y no puede pasar.

—Las personas somos impredecibles 

—¿Quién le dará la noticia? 

—Yanin, lo haremos los dos 

—¿Teme que Adrián rompa el compromiso? —él se detuvo, me daba la espalda.

–Si lo hace, mucha gente de Albatros, no tendría empleo. La inversión que tienen contemplado hacer será fuente de muchos empleos en diferentes sectores del país.

Asiento y me cruzo de brazos, yo sabía lo que era estar en la pobresa extrema, la angustia de no tener un plato en la mesa.

–Me encargaré de que el príncipe no rompa con el matrimonio, haré todo lo que esta a mi alcance —apenas termine de hablar sentí el fuerte tirón de mi brazo poniéndome de pie.

—¿De que rayos habla? —di un paso hacia atrás, al ver la furia en el rostro del príncipe —No se le ocurra hacer ninguna tontería, no olvide que es el prometido de mi hermana.




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