No soy una princesa

Capítulo 21

—¿Quién entró? —Alfred siguió reproduciendo los videos de los pasillos y no había movimiento alguno, solo el de Yanin saliendo.

—Como puede observar, nadie su majestad —revisa todas las cámaras del palacio una vez más  —Creo la señorita Yanin esta paranoica.

Pienso lo mismo que Alfred, no hay rastro alguno de que alguien entró a la habitación de Yanin.

—¿No hay ninguna hora perdida en las cámaras? —Alfred revisa nuevamente y detiene el video del pasillo de la princesa, frunce el ceño y revisa las otros videos en las otras pantallas.

—Su majestad —suspira —Al parecer la cámara no grabó por tres horas en el ala de la princesa —aprieto los puños.

—Quiero que arregles en este mismo instante que hizo la guardia real y la persona encargada de las cámaras del palacio.

—Ahora mismo su majestad —me doy la vuelta y salgo de la habitación 

¿Esto era obra de Aurus? ¿Cómo podía ser tan canalla?

Yanin 

—Padre —me inclinó ante el rey y beso su mano 

—Siéntate —así lo hago y el rey lleva una copa de vino a sus labios ¿Quién rayos bebía tan temprano?

—Sabes bien la situación de nuestro reino —asiento y él rey sonríe —Entonces entenderás el por qué he accedido a la petición del príncipe Adrian —frunzo el ceño ante las palabras del rey —Me ha pedido que se adelante la boda y he aceptado —estrujo mis manos y lo observo.

—¿Cuánto tiempo?

—En dos meses se oficiara la boda —pasó saliva rápidamente —Se que es poco tiempo para preparar tu ajuar y preparar todo lo que necesitas para tu partida.

Desvio la mirada hacia la fuente de frutas, si la princesa Annabella no aparecía en dos meses me estaría marchando de Albatros, pero yo no era una princesa ¿que pasaría conmigo? 

—He ordenado a tu secretaria personal que a lo inmediato haga llegar al palacio a las mejores modistas para que preparen el vestido de novia y por supuesto tu ajuar.

Asiento.

—Esta bien, Padre —me pongo de pie, debía hablar con el príncipe Nader.

Me despedi como era lo propio y recorrí los pasillos reales apresuradamente.

No pude reunirme con el príncipe estaba en audiencia con el parlamento, su secretario personal me mostró su agenda y no tendría ni una hora disponible para hablar.

Con toda la resignación del mundo me dirigí a realizar todas mis ocupaciones.

Nader.

—¿Cómo es posible que no sepas de esa mocosa? —con fuerza deje mi copa en el bar, Alfred no se inmutó, siguió ahí de pie en medio de mi habitación, mientra yo me volvía a servir otra copa —Las cosas se están complicando, mi padre acepto que la boda se adelantará ¿Sabes lo que eso significa? —No deje que Alfred hablara —La caída total de Albatros si descubren que la mujer que está en este palacio es una impostora —vacío la copa y vuelvo a llenarla —No puedo permitir que Adrián se case con Yanin, será la destrucción de este reino.

Alfred me miró 

—Debe descansar su majestad, es inusual en usted que beba y ...

—¡Vete! No haces bien tu trabajo y por tu culpa ese príncipe de pacotilla sueña que va a tener a Yanin—otro sorbo de la copa y veo que esta vacía de nuevo —¡Márchate!

Alfred se marcha y yo furioso estrelló el vaso en la chimenea, maldito de Adrián, todo lo tenia que complicar.

Alfred tenía razón, había bebido de más, algo que no es propio de un principe pero en la sesión del parlamento me anunciaron que la boda se había adelantado y me había molestado, no aparecía Annabella y no iba a permitir que Yanin se casará en lugar de mi hermana.

Me metí al cuarto de baño y me di una ducha, salí con una toalla enrollada en la cintura y apague las luces, era mejor que descansará, mañana pensaría mejor como librar a Yanin de esa maldita boda.

Abrí los ojos de golpe al sentir aquel pequeño botón en mía dedos, deslice la mano para estar seguro y si, era un seno que estaba acariciando, mi hombría dolía de tan dura que estaba. Sabía quién estaba en mi cama, su olor inundaba mis fosas nasales, aturdiendome mas. 

Apreté más ese cuerpo contra el mio y mi boca busco la suya, invadi su cabidad con mis labios y mi lengua, su cuerpo estaba tenso pero luego sentí sus brazos alrededor de mi cuello, profundice el beso, mis manos no estaban quietas, esta vez metí la mano en la abertura de la bata de seda y pude acariciar mejor los botones duros por el deseo.

—Su majestad —susurro pero no le preste atención, estaba embriagado por el alcohol y por el deseo, ella no se resistió a que la despojara de la bata de seda, el camión estaba enredado hasta su cintura y sus senos fuera de él, eso excitaba más mi cuerpo que la necesitaba a ella, moría por ella.

—Yanin —susurré sobre sus labios para bajar a sus senos, que los lleve a mi boca como un festín, ella gimió y eso me encendió más, mi mano acariciaba sus piernas  y sin pensarlo más, toque su intimidad, esa que estaba lista, estábamos enloquecidos por la pasión, iba a separarme, por un momento la razón se apareció pero ella me rodeo con sus piernas, y se irguió para besar mi boca... ese momento supe que estaba perdido y esa noche nuestros cuerpos se unieron a la pasión, la hice mía.

 

Yanin

La mañana llegó, mi mirada no se apartaba del jardín real, estaba sentada en el alféizar de la ventana, envuelta en una bata de lana, en el cambio de la guardia había salido rápidamente de la habitación del príncipe, mientras él dormía.

Sentía vergüenza por lo que había pasado, me había entregado al príncipe, no debió pasar, pero no tuve la fuerza de voluntad para detenerlo, también me llene de deseo por él y no podía culparlo, yo me había metido en su cama, temerosa del fantasma, cuando empezó a acariciarme me quedé quieta esperando que parara por que me daba cuenta que seguía dormido, pero él me beso, sentí el sabor al licor, sus caricias, quise detenerlo pero ya era tarde, mi cuerpo había despertado al deseo.




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