—¡Princesa! —escuché el grito cuando todo se ha puesto negro.
Al abrir los ojos me encuentro con los del médico real, él está revisando mi pulso.
—¿Cómo se siente princesa?
—¿Qué ha pasado?
—Se desmayo —el médico toma su libreta y comienza a anotar —Imagino ya sabe el motivo.
—Supongo es por el estrés en el que he estado.
El médico sonríe.
—Su estrés durará siete meses más, es una alegría saber que la unión con el príncipe Adrián, será con la llegada de su heredero.
Me siento rápidamente en la cama.
—¿De qué habla? —el médico guarda sus cosas en su maletín.
—Está embarazada princesa.
Lleve mis manos a mi rostro para cubrirlo, esto no podía estar pasando.
—Por favor, haga que llamen a mi hermano.
El doctor sonrió.
—El príncipe está afuera.
—Hagalo pasar y dele la noticia.
—Pensé no sería de su agrado que el príncipe heredero se enterará que se casará embarazada, tengo entendido es un hombre duro.
—Hágalo pasar.
Mi corazón temblaba, mi romance con Nader había ido demasiado lejos, habíamos puesto a Albatros en total peligro.
Nader entró, sus ojos no se apartaban de mi, se notaba la preocupación en ellos.
—¿La princesa esta bien?
El médico aclaro su garganta.
—La princesa espera un hijo, nacerá en siete meses —mi mirada estaba atenta a la reacción de él. El príncipe miró al doctor, pude vislumbrar una sonrisa en su rostro —Espera al heredero del princesa Adrián —la sonrisa de Nader se borró y sus labios se volvieron una línea.
—Exijo que se guarde el secreto, absolutamente nadie, ni siquiera el príncipe Adrian deben saber la condición de mi hermana.
El médico asintió.
—Imagino quieren darle la noticia personalmente, pero deben apresurarse por que pronto el embarazo se notará, debo retirarme, le haré llegar las vitaminas que debe tomar la princesa.
—Si dice una palabra, los calabozos de Albatros se estrenarán de nuevo.
El médico apresuro el paso y salió de la habitación, al quedarnos solos, Nader se sentó junto a mi en la cama.
—Seré papá —lo miré llena de angustia.
—Esto se salio de control, la alianza entre ambos reinos se romperá y nosotros seremos los culpables. Tu hermana no aparece.
—Dejame las preocupaciones a mi, tú debes estar bien por el bien del bebé.
—¡No has caído en cuenta! Si llevo a un príncipe en mi vientre, pero es el hijo del que se supone es mi hermano.
—No somos hermanos y lo sabes —se encoge de hombros —Tienes cierto parecido a mi hermana, pero al mismo tiempo eres diferente.
—Nader... ¿Qué pasará con nuestro hijo, si tu hermana no aparece?
—El nacerá, eso te lo aseguro —Nader se pone de pie —Si debo sacarte del país, lo hago, pero nadie te hará daño.
—A costa de Albatros —cerré los ojos —Estamos condenado a nuestro pueblo a la miseria total por una calentura.
—¿Calentura? —la voz de Nader por primera vez sonó alterada —Lo que hemos tenido todos estos meses ¿para ti solo es una calentura?
—No... yo...
—¿Tú qué? —Nader me miró con total frialdad —Creo está calentura debe terminar —él camina hacia la puerta
—¡No! —él se detiene —Estoy nerviosa, preocupada, no se lo que digo... lo nuestro no es una calentura Nader, para mi no lo es.
—¿Me amas? —Nader no se giró, seguía viendo su espalda ancha, amaba a ese hombre con locura, ¿Qué más daba decirle la verdad? Sabía que él no me amaba.
—Muchísimo —Nader se giró y rápidamente llegó hasta mi lugar, me tomó entre sus brazos y se apoderó de mi boca, como si no existiera un mañana.
—No tienes idea cuanto deseaba escucharte decir eso.
—¿Nader? ¿Tú me amas? —él asintió y me lleno de besos.
—Pero no soy una princesa, soy una indigente de Albatros.
—Eres la reina de mi corazón, es lo que importa.
Nader me abrazó, cerré los ojos por que no era el momento de recordarle que podía perder el trono por una mujer que no fuera una princesa, el rey fue claro.
Narrador
El canciller se sentó en su escritorio y observó al guarda que estaba de pie.
—¿Otro chisme? —suspiró con molestia, mientras revisaba los documentos que tenia en su escritorio, firmo algunos y luego levantó el rostro —No tengo todo el tiempo del mundo, vamos habla de una vez.
—La princesa esta enferma, el médico estuvo en sus aposentos.
—Ha perdido la memoria, es natural que la visite el médico.
—Creo no es eso —dejo la pluma a un lado y miró al guardia.
—¿Qué pretendes al venir a esparcir chismes?
—Necesito dinero, no me alcanza el sueldo —él ministro suspiró.
—Pierdes el tiempo, no me interesa saber nada que tenga que ver con la princesa. Puedes retirarte —abrió una gaveta y sacó un billete, se lo extendió al guarda —Toma y no te aparezca más por aquí.
El guarda salió molesto de la oficina del primer ministro, sospecha que algo extraño estaba pasando con la princesa y se encargaria de averiguarlo, sabía que le iban a pagar más.
Aurus
Se acercó a Yanin y puso su mano en su codo.
—Es importante que hablemos.
—Estoy ocupada
—Vamos —la guie hacia una de las salas reales, la ayudo a sentarse.
—¿Qué pasa?
—Es lo que yo quiero saber ¿Qué rayos está pasando?
Yanin me miró si entender.
—Hay rumores de que duermes en la habitación de Nader.
Siento que las mejillas me arden.
—Aurus...
Él pasa una mano por su mejilla.
—No puedo meterme en tu intimidad, pero es mi deber decírte que si Adrian se entera de esto, la alianza de ambos reinos se acabará.
—Solo si tú le dices.
—¿Me has escuchado? Te estoy diciendo que anda un rumor.
Escondo mi rostro entre mis manos, esto se estaba saliendo de control.
—Aurus... no puedes decirlo esto al rey.
—Yo no lo diré, pero puede llegar el rumor hasta sus oídos.
—¿Odias a Nader? —Aurus sonríe de medio lado.
Editado: 11.08.2022