No Soy Yo

Cinco

Por la madrugada, un experto grupo de cirujanos llevó a Billi al quirófano para atenderle. Una vez allí, al estudiarle atentamente, descubrieron que no solo ya no tenía el derrame, sino que su cerebro comenzaba a dar pequeñas señales de vida.

—No tiene ningún tipo de explicación, anoche estaba prácticamente perdido y ahora, en unas pocas horas, se está regenerando a una velocidad asombrosa.

— No me lo puedo creer, es casi un milagro. — exclamó una de las enfermeras mirando una y otra vez las pantallas, como si por más que las mirara, fuese a cambiar el resultado.

Después de aquellos momentos de verdadero estupor, decidieron dejar a Billi, el cual todavía se mantenía en coma, conectado a la maquina en su habitación y esperarían pacientemente su evolución.

Al volver a su despacho, el cirujano vio a dos asustadas chicas esperando en la salita de espera, al verlo corrieron a preguntarle que tal había ido todo.

— ¿Han operado ya a Billi?¿cómo esta? — el Dr. negó con la cabeza:

— Vuestro amigo... lo cierto es que no... — Mellisa estalló en sollozos.

— ¡Oh Hannah, se ha muerto!¡se ha muerto! — pero el hombre le puso una mano en el hombro y negó:

— No, no, tu amigo afortunadamente ha pasado lo peor... no sabemos con certeza como ha podido suceder, pero se ha salvado. Su cerebro parece que se ha ido regenerando durante la noche. — ellas se abrazaron aliviadas.

— ¿Lo podemos ver?

— Vamos a ver... todavía sigue en coma. No quiero daros falsas esperanzas y puede que se pase en coma durante semanas o quizás meses hasta que se recupere del todo, pero por lo menos no hay peligro de muerte. Su cuerpo ha pasado un gran trance, eso es la realidad y necesita tiempo para recuperarse.

Fueron a la cafetería y más tarde se reunirían con los demás. Hoy les darían el alta a Toni y a Philip, pero John tendría que estar allí algunas semanas más hasta que pudiera marcharse a casa con muletas.

A eso de las diez fueron a ver a John y se reunieron con los otros dos que ya estaban listos para marcharse a sus casas.

— Es una suerte lo de Billi, ¿verdad? No sé qué pudo pasar, no nos dijeron nada, aunque parecía que era muy grave lo que tenía, pero nos han dicho que al final se está curando. — dijo Toni.

— Sí, es verdad, hemos hablado con el cirujano y parecía muy asombrado. Nos ha dado buenas noticias, aunque pasaran semanas hasta que Billi logre despertar, esta en observación y sus constantes vitales son estables, eso es lo que cuenta. — dijo Mellisa aliviada.

— Aunque fue muy extraña su actitud, parecía no comprender su repentina mejoría, como si él no hubiera tenido nada que ver con ella. Claro que esta madrugada habrán hecho algo, le habrán operado o algo así, ¿no? — dijo Hannah.

A sus amigos los venían a buscar sus padres porque, aunque Toni tenía coche, era imposible que condujera con el hombro así y ellas dos prefirieron ir en bus a sus casas.

Una vez en la suya, Mellisa informó a sus padres de las novedades y el padre se quedó bastante perplejo.

— ¿Pero el Dr. os dijo que estaba curado? No es posible, ¿están completamente seguros?... hija, no quiero que me entiendas mal, me alegra mucho lo de Billi, pero es tan extraño todo...

— Sí papa, ellos son los especialistas y si le han hecho pruebas en el cerebro y han visto que estaba bien, pues será así...

— No entiendo mucho de medicina, pero... el accidente fue ayer mismo y en una sola noche no es posible que un órgano tan complejo como el cerebro, pase de una hemorragia interna a curarse él solo. Pero como bien dices, los médicos son los que entienden y si dicen eso es que estarán seguros. Bueno, hemos de ser pacientes y ver cómo evoluciona. Ya con Carol a solas en su habitación, ésta le preguntó por Billi:

— ¡Cómo fue todo? Ayer te fuiste a dormir sin contarme nada del accidente, que suerte que no estabais con ellos cuando paso.

Pasaron dos semanas desde aquella fatídica noche y un domingo, al ver a su hermana aburrida en su habitación porque su amiga estaba de visita familiar, Melissa le dijo que por la tarde iría a casa de Hannah y marcharían las dos a ver a Billi y a John al hospital, como hacían cada tarde.

— ¿Por qué no vienes?

— Puedo quedarme mientras tanto a hacerle compañía a Jonathan, está siempre tan solo, me da pena, pobrecito.

— Sería un detalle por tu parte, aunque seguro que Jonathan se sabe cuidar solo, no necesita socializar como nosotras Carol.

— Bueno, si veo que no me necesita ya me las arreglare... por cierto, ¿sabes escribir poemas?

 

Por la tarde, a eso de las cinco, se presentaron las dos hermanas en casa de Hannah para ir al hospital. Jonathan se interesó por la salud de Billi y se alegró al saber que los médicos tenían nuevas noticias con respecto al joven.

— ¿Te apetece venir? — pero este negó, no le gustaban demasiado los hospitales, tal vez porque de pequeño había tenido que visitarlos demasiadas veces a causa de su afección respiratoria. Carol le propuso que se quedaría ella a hacerle compañía.

— Bueno... a mí no me importa, aunque igual te aburres. Iba a tocar un poco el piano y a escuchar un poco de música clásica.

— No, está bien, me gusta la música, esto... he traído un poema que he escrito para ti. Espero que te guste.

— Subamos a mi habitación, allí lo leeré, ¿te apetece un té con limón? ahora iba a preparar uno para mí.

 

Una vez en el hospital no vieron a nadie que las atendiese, por lo que decidieron ir por su cuenta a su habitación y cuál fue la sorpresa al ver a Billi incorporado en la cama y mirándolas tan tranquilo.

— ¡Oh cariño! ¿cuándo te has despertado? Los doctores no nos han dicho nada, tenían buenas noticias, pero esto... — Mellisa estaba tan sorprendida que se quedó frente a él sin creer que ya hubiera salido del coma. Éste se rio y les dijo que estaba bien, un poco confundido y que se había despertado con una sed terrible, pero que estaba perfectamente.




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