No Soy Yo

Siete

Le abrió la puerta su madre.

            -Buenas noches Mellisa, Carol hace una media hora que se ha ido. Parece que ellos dos han peleado, según me ha dicho mi hijo.

            -Lo sé, acabo de hablar con mi hermana. Si no es muy tarde, agradecería que me dejara hablar un ratito con él, por favor.

            -Si claro, pasa. Subió las escaleras y llamó a la puerta de la habitación.

            -Jonathan, ¿podemos hablar un momento? - Este le abrió al cabo de unos instantes y le preguntó desde la puerta, ocultando el temor que sentía por dentro:

            -Tu hermana ya se ha ido, pero pasa y siéntate.

         -Sí, he estado hablando con ella, me lo ha contado todo. - éste parecía muy inquieto, así que decidió dar ella el primer paso- no entiendo muy bien lo que ha pasado, me ha hablado de un poema, ¿lo tienes aquí? - él asintió y se lo entregó, lo tenía en la cama, como si lo hubiera estado leyendo de nuevo. Melissa lo leyó por encima, las primeras estrofas.

            - ¿Qué tiene este poema para ti? - como él no se atreviese a responder, ella le puso una mano en el hombro alentándole a que hablara- mi hermana me lo ha contado todo, de modo que puedes confiar en mí. Ignoro lo que ha podido sucederte, pero seguro que no eras dueño de tus actos y tiene una explicación. Pero Jonathan apagó la mirada y dijo con voz ronca:

            - Soy un ser odioso, me siento como un criminal de pérfidos instintos. No merezco que me quieran... no puedo relacionarme con nadie sin hacerles daño. No soy una persona normal, soy despreciable...- Melissa negó con la cabeza tratando de apartar aquellos negros pensamientos.

            -¡No digas eso! Tú vales mucho más de lo que crees, te conozco y sé que eres un chico inteligente y sensible. Esas son cualidades que muchos querrían para sí mismos. Carol ha tenido un susto terrible, pero por lo que he visto no ha sucedido nada, paraste antes de que pudiera pasar nada más. Si fueras de verdad alguien malo, hubieras seguido forzándola, aunque ella se hubiera resistido. Esta noche por ejemplo yo… Pero Jonathan la cortó:

            -No entiendo cómo puedes hablar así, se trata de tu propia hermana, cualquier otro en tu lugar ya me habría denunciado por abuso, o tu hermano hubiera venido a romperme la cara. Si no llega a pararme no sé qué hubiera pasado esta noche y tú aun tratas de defenderme.- ella se encogió de hombros:

            -Quizá tengas razón, yo antes hubiera reaccionado de otra forma, me hubiera vuelto loca contigo, pero esta noche yo también he cambiado de alguna manera. Yo soy (o era) una persona seria, salgo con un chico desde hace un año y medio y hoy he estado a punto de montármelo con su mejor amigo. Además, le he hecho daño a un chico en la discoteca, era un ser odioso es verdad, pero nunca en la vida me hubiera atrevido a hacer lo que he hecho hoy. ¿Lo ves? Jonathan, dale la culpa al alcohol o a un simple poema... todos cometemos errores alguna vez en nuestra vida. - Jonathan la miró fijamente y pareció comprender:

            - Has sido tú, tú has escrito el poema, ¿verdad? - ella se sorprendió al verse descubierta de golpe, pero sin intentar negarlo asintió. El joven parecía muy disgustado. - a mí no me gusta que me engañen.

            - Carol solamente trataba de impresionarte. Yo la ayudé, es mi hermana, pero naturalmente jamás pensamos que actuarías de esta manera.

            -Lo he descubierto al hablar ahora contigo sobre lo que sientes. Es un poema muy bueno, mientras lo leía, pude notar una explosión de sensaciones distintas.

            -Solo escribí lo que sentía en ese momento, la verdad es que últimamente me noto muy confusa.

            -Me siento completamente identificado con lo que has escrito, hay algunas veces que me gustaría ser otra persona, estar en otro lugar completamente diferente a este, me gustaría escapar de alguna manera... pero al mismo tiempo no quiero dejar a mi familia. Pensaba que era porque soy un chico adoptado y me atrae la idea de saber quién son mis padres biológicos.

 

            -No sé... siento que algo está cambiando dentro de mí, mis pensamientos, no son los mismos que antes. Es algo muy extraño que no puedo contar a nadie, ni siquiera a mis padres. - sonrió mirándole. -es curioso que ahora te lo esté explicando a ti en este momento, ¿no crees?

            -Hay momentos que no es bueno guardarse las cosas dentro, alguna vez has de confesar.

            Mellisa le cogió una mano:

            -No entiendo qué me pasa contigo, me da la sensación que te conozco de toda la vida y puedas entenderme mejor que nadie, mejor que mi hermana o mis amigos que los conozco desde primaria. Y Billi... es muy diferente a ti, lo quiero mucho, pero... a veces parece solo un crio- entonces dejó de lado sus divagaciones y se levantó- bueno, gracias por escucharme y no te menosprecies por lo que ha pasado hoy ¿eh?

            - Adiós Melissa. Es curioso, he sido yo el problema de todo y ahora me das las gracias, te las tendría que dar yo por tu comprensión. ¡Ah! Espero que logres encontrarte a ti misma, es algo complicado a veces, pero sé que todo se solucionará.

            Se despidió dirigiéndose al piso de abajo, allí se encontró con la madre, parecía algo preocupada y responsable de lo que pudiera haber hecho su hijo, pero Melissa la tranquilizó:




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