No Soy Yo

Once

La despertó la voz de Toni y entreabrió los ojos, pudo ver entre brumas a sus tres amigos, que la miraban angustiados, parpadeó y trató de levantarse, pero un pinchazo de dolor en la cabeza la hizo gemir y cayó de nuevo.

— No te muevas — le ordenó Toni mirándole las heridas del rostro. La chica se pasó una mano por la sien y al retirarla vio horrorizada que la tenía llena de sangre. Quiso explicar lo sucedido, saliéndole las palabras a trompicones.

— Era muy grande... víno y... intenté correr hacia vosotros, pero no quería que... estabais dormidos y yo... tenía tanto miedo y era tan... tan...— Toni la calmó y ella lo abrazó temblando. Philip le susurró a Hannah:

— ¿Qué debe haberle pasado? está aterrada, como si hubiera sufrido una conmoción.

— Deberíamos vendarle la cabeza con algo para calmar la hemorragia.— informó Toni seriamente.

— Seguramente se dio con esas piedras, voy a buscar algo parecido a una venda.— se ofreció Philip. Hannah le dio la mano a su amiga:

— ¿Estas bien? no hables si no puedes, ya nos lo contarás más tarde. Te encontramos aquí tendida y nos asustamos de verdad.

— Me... me duele la cabeza.— solamente pudo decir ella.

Philip regresó con un trozo que había rasgado de unas cortinas, empapadas del agua que se había filtrado de la lluvia. Como no disponían de otra agua, Toni le limpió las heridas de la cara y cabeza, vendándosela cuidadosamente. Melissa apretó los dientes aguantando el dolor.

— Perdona, pero he de hacerlo, de otra manera no parará de salirte sangre.

La llevaron hasta los bancos donde habían estado durmiendo.

— Es muy tarde ya, son las diez menos veinte— dijo Philip.—nuestros padres van a preocuparse.

— ¿Puedes andar?— le preguntó Hannah. Ella se puso en pié ayudada por su amiga y dio unos vacilantes pasos.

Salieron despacio y mientras los dos jóvenes cargaban con Melissa, Philip se encargó de ir apagando una a una las velas y lámparas que habían encendido.

Fuera estaba muy oscuro, pero no les fue demasiado difícil llegar hasta el edificio del instituto, ya que éste se mantenía encendido.

—Deben de hacer reunión.— dijo Philip.

—Os acompañaré en coche hasta vuestra casa, le explicaré a la madre de Melissa lo que ha ocurrido y porque llegamos tan tarde.— se ofreció Toni.

Mientras iban para allí, Melissa había dejado de temblar. Aunque sentía una profunda angustia, recordaba todo aquello como un sueño, solo que era verdad, tenía que ser verdad, pues todavía tenía los arañazos que le había hecho aquel ser gatuno con sus garras.

Llegaron a casa de Hannah y su madre afortunadamente no le dijo nada, solamente se mostró sorprendida al ver a Melissa en aquel estado. Luego, frente a la puerta de entrada al jardín de ésta, antes de abrir, Toni le dijo a su amiga:

—No sé lo que ha podido ocurrirte, ahora no tenemos tiempo ni estás en condiciones de hablar sobre ello, pero espero que mañana puedas explicárnoslo.

Melissa asintió pesarosa, hubiera querido contárselo todo, pero seguramente no se lo hubiera creído.

Entraron y la madre corrió hacia su hija. Toni les explicó a todos lo ocurrido.

— Fuimos un rato a la vieja iglesia y nos esperamos allí hasta que parara de llover, por eso tardamos tanto, quisimos subir luego al campanario, pero Melissa tropezó con un escalón y se dio un golpe en la cabeza.

Melissa lo oyó emitiendo una sonrisa, sabía mentir de maravilla. Era todo un profesional. Su padre les dijo que debían ir a urgencias para que le pusieran puntos, sino no se le cerraría.

— ¡Ah! gracias por acompañarla hasta casa, Toni. Eres un verdadero ángel— le dijo su madre.

— No es nada señora... bueno, ahora me esperan, he de irme, adiós Melissa, hasta mañana.— ésta le dio un beso en la mejilla.

—Adiós, muchas gracias, Toni.

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Hannah vino a buscarla por la mañana, a eso de las diez.

— ¿Dónde vamos?

— Al “Bar de Jack”, me ha llamado Philip, dice que todos quieren hablar sobre lo que pasó ayer, la verdad es que es muy extraño.— entonces Hannah vio la venda que envolvía un costado de su cabeza y le preguntó si le dolía.

— Un poco... menudo corte que los chicos me vean así...

Los vieron en la sala de los billares, viendo la tele, daban unos dibujos japoneses que tenían mucho éxito entre ellos.

— Hola, ¿estas mejor?

— Sí, me han puesto tres puntos, suerte que no era muy grande el corte.

Al poco vino el camarero y al fijarse en Melissa, le preguntó lo que le había pasado. Ella frunció el ceño, si lo hubiera sabido se hubiera quedado en casa, ¡odiaba llamar la atención de aquella manera!

— No es nada, tuve un pequeño accidente.

— Últimamente están habiendo muchos accidentes por aquí.— dijo éste sin darse cuenta que el último le había costado la vida a un amigo de los chicos.

Pidieron algo de beber y seguidamente comentaron lo de ayer noche.

— Vamos, explícanos lo que te pasó.

— Oí un ruido a lo lejos, primero pensé que provenía de afuera y salí, pero hacía mucho viento y volví a entrar. Luego pude ver que era en las escaleras que iban hacia el campanario. Primero supuse que eran ratas, pero luego...— se le heló la sangre al recordarlo.— ...una figura saltó desde lo alto y trató de cogerme, intenté escapar y pronto me encontré luchando contra él, dándole patadas y puñetazos. Cogí un pedazo de escombro para defenderme y le di con el en la cabeza, al parecer eso bastó, ya que se alejó de un salto hacia lo alto. Se escaparía por el campanario y entonces me desmayé, o me di con algo.— Tras esas palabras, todos se quedaron mirándola extrañados.

— Bueno, pero eso sería una pesadilla, dinos, ¿te levantaste dormida?— le dijo Toni.

— No, estaba despierta.— pero entonces notó como la cabeza le daba vueltas y comenzó a dudarlo ella también. Comenzaba a dudar de si lo había soñado o no, lo único verdadero era que se había dado un gran golpe, pero, ¿y los arañazos? todo eso era demasiado real para ser un sueño.




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