No Soy Yo

Quince

Melissa primero no creía lo que veían sus ojos, allí, debajo de su dibujo había un rótulo más grande donde ponía: 1er PREMIO.

Miró a sus amigos y sonrió complacida y un poco nerviosa. Jonathan miró el dibujo atentamente y dijo:

—Pues sabes dibujar, a mí nunca se me hubiera ocurrido hacer algo así.

—Creo que me salió de casualidad, pensaba que me saldría algo mucho peor.

—Oh, hija, qué alegría que hallas quedado ganadora—le dijo su padre abrazándola.

Melissa se sentía como fuera de lugar recibiendo tantos elogios, le parecía que no los merecía, que aquel dibujo no era suyo.

—¿Qué harás con el premio?—le preguntó su hermana Carol. —¿vas a apuntarte a la academia?

— Pues... no me apetece mucho la verdad.

— Además hay un conjunto de dibujo, mira esta allí en aquella cristalera.— exclamó ella, a la cual le gustaba mucho dibujar.

—¿Donde recogeremos el premio?— preguntó Michael impaciente.

Entonces vinieron corriendo Toni y Philip.

—¡Ah, ya lo has visto!¡llevamos más de media hora tratando de encontraros para daros la buena noticia!¡otras, menudo dibujo!¿eh?—les dijo Toni, de carrerilla.

—Ahora íbamos a enterarnos de donde hemos de recoger los premios.

— Venid, en el despacho está la directora y otra señora que no sé quien es, igual ellas os lo dicen.

Fueron las dos chicas a acompañarlos y una vez dentro, vieron a otros dos chicos más (ganadores del segundo y tercer premios).

—Sentaos— les dijo la directora y dirigiéndose a los dos chicos— podéis recoger vuestros regalos y enhorabuena a los dos. Éstos cogieron sus paquetes y se fueron, no sin antes mirar a Melissa con una pizca de envidia. La directora le tendió un impreso para que lo firmara.

—Toma, has de firmar aquí debajo, leetelo si quieres, es conforme el concurso lo has ganado tú, derechos de autor y esas cosas— ella firmó junto a las firmas de la directora y de la otra señora, que la miraba con gesto tranquilo.

—Bueno, quien lo iba a decir, ¿eh? espero que a partir de ahora te tomarás más en serio tus clases de dibujo. —Entonces la directora les presentó a aquella otra mujer.

—Esta es Margaret, ella se ha encargado de seleccionar y juzgar vuestros trabajos, es profesora y además directora en una de las escuelas de bellas artes más importantes del país. Le ha gustado de una manera especial tu dibujo ¿verdad? — la señora asintió:

—Sí, efectivamente, es de un gran realismo pese a ser sin duda un personaje de ficción, lo he encontrado muy bello y extraño a la vez, ¿qué representa? parece un hombre—gato.

Los amigos de la chica la miraron para ver qué es lo que diría, ésta se encogió de hombros mintiendo:

—Sí, algo así... lo recordaba de unos dibujos que hacen en la tele. —la mujer sonrió:

—Vaya, enhorabuena, espero que sigas dibujando así, tienes mucho talento.— entonces le tendió unos impresos — Tengo la documentación para inscribirte el año que viene a mi escuela, que es la segunda parte del premio, pero como todavía no eres mayor de edad, tendrás que avisar a tus padres para que lo firmen por ti. Melissa miró a su hermana:

—Gracias, por cierto, ¿podría cederle la inscripción a otra persona?. —las dos mujeres se miraron sorprendidas.

—Sí, si renuncias al regalo, lo puedes ceder a quien quieras. Aquí está el numero de la academia, te lo piensas y nos llamas cuando quieras inscribirte, pero date prisa porque no tienes mucho tiempo.

Una vez en la calle, y después de recoger el set de dibujo, Melissa se lo entregó a una emocionada Carol:

—Creo que deberías tenerlo tú, lo aprovecharas mejor. Y claro está, te apuntarás al curso en mi lugar. No entra en mis planes estudiar dibujo, aunque haya ganado este concurso. Los familiares se fueron a sus casas y los amigos se quedaron conversando un rato en la entrada.

—Pues ese dibujo me ha gustado... ahora que lo he visto, recuerdo que nos explicaste cuando te encontramos herida en la vieja iglesia, algo sobre un hombre que tenía forma de gato, el de tu sueño. —le dijo Philip.

— Sí, pero lo dibujé antes de verlo, parece que lo hubiera predicho, que vería algo así.

— Seguramente, influenciada por el dibujo, luego lo reprodujiste en tu subconsciente, no es nada de extrañar. —continuó Philip, el cual parecía encontrar solución a todo.

En casa de Melissa, vieron a Gary, su hermano mayor, muy ilusionado hojeando un folleto.

—Hoy actúa mi amigo Steve en la plaza.

—¿Tu amigo Steve? no recuerdo... ¿Qué hace?— le dijo el padre.

—Ya sabéis, el hipnotizador, es muy bueno, según he oído.

— ¿Vas a ir a verlo? yo todo esto lo encuentro una tontería, ¿va a hipnotizar a todo aquel que vaya a verlo? —dijo Carol.

—Bueno hará una demostración de todo lo que hace.

Melissa se dispuso a llamar a Hannah, para preguntarle si quería acompañarla.

—¿Un hipnotizador? —preguntó como si le estuviera preguntando si iba a salir a correr desnuda por la calle — pero no íbamos a ir a...

—Bueno, a la disco podemos ir cualquier otro día, además, dice Gary que es muy bueno. Va, porfi, porfi... puedes ir con Jonathan, yo no se lo digo a los chicos porque sé que me van a mandar a "freír espárragos".

—¿Con Jonathan? bueno, si la única manera de que sea más sociable es hipnotizándole... —comentó con sarcasmo.

—Entonces... ¿vas a venir?

—¡Está bien, pesada! pero hemos de avisar a los chicos, ¿a qué hora comienza?

Melissa se dirigió a Gary para preguntárselo y luego respondió:

—A las ocho, pero hemos de estar allí antes, pues se llenarán los mejores sitios.

—Vale, pues ya nos da tiempo de quedar con ellos a la misma hora en que hemos quedado y avisarlos.

A las cinco estaban en el pub irlandés, los chicos estaban abajo jugando una partida al billar y pidieron algo para beber.

—Esta tarde teníamos pensado ir Hannah y yo a un hipnotizador muy bueno, amigo de mi hermano. —Toni, que en ese mismo momento se hallaba concentrado, a punto de meter una bola, al oír aquello se le fue el palo y por poco rasga la tela.




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