En el local podía olerse a palomitas de maíz, los chicos, para no ser menos habían comprado un par de bolsas, junto con un paquete de chicles. Estuvieron un buen rato buscando asiento y finalmente hubieron de sentarse las dos chicas delante y los chicos detrás, pues estaba muy lleno. Una vez se hubieron apagado las luces, Hannah preguntó en voz baja:
— ¿Darán algún trailer?
— No lo sé, calla y lo verás, ¡qué impaciente!
—Es que, si no empieza puntual, no llegaremos para la obra.— dijo estrujando la bolsa de las palomitas con nerviosismo.
—Que si, si que vamos a llegar, Toni nos llevará, ¿verdad?—dijo Melissa asomándose para mirarlo, en espera de una respuesta.
—Que sí... ¿cómo no voy a llevaros? nosotros también vamos, ¿no?— dijo él sin apartar la mirada de la pantalla.
Cuando por fin iba a empezar la película, Toni se asomó entre los asientos, al oír que las dos chicas hablaban nerviosas sobre la obra.
—Estaos calladitas, ¿eh? — ellas afirmaron y dejaron de hablar.
A las seis salieron, Philip bebía una lata de cerveza y las chicas masticaban sus chicles con afición.
— ¿No hagáis tanto ruido! — les sermoneó él— primero, en el cine hablando como cotorras y ahora parecéis vacas, masticando de esa manera.
— ¿Qué no podemos comentar la peli?
— Sí, pero por lo menos tirad los chicles.
— Es que... estamos más nerviosas... eso nos calma la ansiedad—se excusó Melissa— dentro de muy poco va a comenzar la obra y creo que no me acuerdo de nada...
— Eso son los nervios, recuerdo cuando tenía cuatro años, tuve que recitar un poema para el cumpleaños de mi hermana y creía que se me había olvidado, me quedé en blanco y me puse a llorar. Suerte que luego me salió a las mil maravillas.— dijo Toni abriendo el coche.
— Espero que no me quede en blanco.— dijo Hannah— ¡menudo corte!
— Vamos entrad, tu Philip, bébete rápido esa lata, no quiero que me mojes la tapicería.— y abrió las puertas de los asientos traseros para que John y las chicas pudiesen entrar.
Philip bebió de un trago lo que le quedaba y tiró la lata en plan baloncesto en una papelera cercana.
— ¿Habéis visto?¡a la primera! ¡jo, tíos, soy formidable!
— Que sí, que sí, deja ya de soñar... te ficharemos para la NBA— le dijo John con sarcasmo, mientras se peleaba con las muletas, tratando que cupieran en el coche.
Cuando llegaron al salón de actos, habían ya muchos alumnos ocupando sus asientos Melissa le preguntó a Toni si había cogido la cámara y éste asintió mientras le daba un beso en la mejilla y le deseaba “mucha mierda”, como se solía decir en el mundillo del espectáculo.
— ¿Queréis que os ayude a vestiros?—les preguntó Philip, pero John le estiró del brazo.
— Va tío, cojamos sitio que luego no encontraremos, hemos de aprovechar que todavía no hay mucha gente.
Mientras tanto, las chicas sacaban sus cosas de las bolsas y miraban como los otros actores iban llegando. Estaban las los chicas que iban vestidas de conejo, una haría de Conejo Blanco y la otra de Liebre de Marzo. La que hacía de reina llevaba una corona de cartón dorado y una capa, también estaban las cartas, el rey, el Sombrerero Loco, el que hacía de Lirón y la hermana de Alicia.
La profesora las salió a recibir muy elegante, con un traje gris que era de su marido y una pajarita.
— ¿Quien necesita ayuda con el maquillaje?
— Primero es mejor que nos vistamos, ¿no?—dijo una de las chicas.
— Bien, como queráis.
— ¿Cómo ha quedado el decorado?
— Muy bien, ¿todavía no lo habéis visto? hemos hecho un buen trabajo.
— ¿Había hecho alguna otra obra antes?—le preguntó uno de los chicos a la profesora. Ésta negó:
— No, pero lo que yo hago no tiene tanto merito, me limitaré a leer lo que pone en la parte del narrador. Estaré de pié a la izquierda del escenario y casi no se me va a ver.
Melissa acabó de ponerse su disfraz, cuando Hannah la vio con las botas y la capa de mosquetero, dijo divertida:
— ¡Que guay queda!¡pareces el “gato con botas”!
— Cuidado con el rabo, ¿eh? no me lo piséis cuando estemos en el escenario.
Cuando estaban todos vestidos, la profesora les ayudó a pintarse y a la reina le hizo un moño muy alto donde se colocaría la corona. A las siete y cinco se encendieron los focos y la profesora les dio las últimas instrucciones.
— Hannah, ya puedes colocarte en tu lugar detrás del telón, Elisabeth, ves con ella y sentaros delante de aquel árbol de cartón... ¡el libro!¿donde está?— la chica que hacía de hermana de Alicia se lo enseñó.
La profesora salió perdiéndose entre a tela granate del telón y se oyeron muchos aplausos. Todos los que formaban parte de la obra se miraron con nerviosismo y Melissa notó como si miles de mariposas volaran en su estómago. Se oyó la voz de la profesora hablando por el micrófono: