No Soy Yo

Veintiuno

      Entraron en el “Bar de Jack”, todavía no habían hablado con los chicos, desde que descubrieron lo de Jonathan. Era lunes, el primer lunes de Pascua y saldrían por ahí de acampada.

      Melissa comía unas patatas fritas con un poco de inquietud, todos estos hechos que estaban ocurriendo, lo de Toni en las escaleras del instituto y ahora lo de Jonathan, la estaban dejando sumida en una profunda angustia. No sabía la razón, pero intuía que las cosas estaban cambiando, demasiado rápidamente quizás y eso no le gustaba, sentía que la rutina de cada día se estaba rompiendo y eso la preocupaba.

      Repentinamente se vieron envueltas por los tres chicos, que cogieron un sitio a su lado.

— ¿Qué contáis? ayer nos llamasteis por que no ibais a la disco, ¿qué ha ocurrido?— preguntó Toni cogiendo un puñado de patatas del plato de Melissa. Hannah se lo explicó como bien pudo. Les dijo que habían estado toda la tarde con su hermano.

— ¡Qué fuerte!¿Y tendrá que permanecer allí por siempre? ¡pobre tío! a mí me hacen esa faena y...— dijo Philip, pero John le lanzó una mirada de reproche.

— Es que no tiene otra opción, si no fuera por esa cámara presurizada moriría.—comentó Melissa sin apartar la mirada de su vaso.

— ¿De verdad que es tan grave lo que tiene?— dijo Toni seriamente — la última vez que lo vimos parecía estar bien...

— ¿Conocéis a su hermano?—preguntó John.

— Sí, además de en su fiesta de cumpleaños, coincidimos un día en que fuimos a los grandes almacenes.— explicó Philip.

— El doctor dice que seguramente su enfermedad es incurable, lo único que se puede hacer es esperar.— siguió explicando Hannah.— todos los casos que se han conocido han sido de bebés o niños de muy poca edad, mi hermano es el único caso que se conoce de una edad adulta.

— ¿Seguro que os veis con ánimos de ir a la disco? si queréis lo dejamos.

— No, es igual, tampoco podemos hacer nada por él, además, de esta forma nos distraemos un poco.— dijo ella. Una vez en el local, mientras subían las escaleras que daban a la primera sala, Toni le preguntó a Melissa:

— ¿Qué te pasa? no has dicho nada en toda la tarde, si es por lo del día de la obra yo... —pero ésta negó con la cabeza:

— No, no te preocupes por mí, no es nada.— pero la realidad era otra, durante el transcurso del día había ido sintiéndose extraña, como si estuviera viviendo un sueño o como si lo que estuviera ocurriendo en ese instante no tuviera nada que ver con ella, la misma sensación que sintió en el entierro de Billy.

Toni optó por ignorarla y fueron a la barra, era ésta una pista pequeña llena de butacas, donde ponían música a un volumen más bajo, por lo que se podía conversar. Además, había una gran pantalla que ocupaba toda una pared y en donde ponían diferentes vídeos musicales.

— ¿Qué vais a pedir?— todos pidieron sus bebidas y cuando le tocó el turno a Melissa ésta pidió un agua con limón.— Philip se rió.

— ¿Desde cuando pides agua aquí?— como ella le dirigiera una intensa mirada, éste se encogió de hombros— esta bien, no hace falta que me mates con la mirada, pediré “tu agua”.— dijo divertido. Entonces salió a relucir el tema de las vacaciones, Toni preguntó si se lo habían preparado todo.

— Yo ya lo tengo todo listo.— dijo Hannah.

— ¡Vaya con la niña, qué competente! yo me lo acabaré de preparar mañana.

— ¡Tú como siempre todo a última hora, luego a ver si te dejas algo!

— ¡Eso, eso!no será la primera vez que tenemos que dar media vuelta por tu culpa.

— Pues esto... ¿a qué hora quedaremos mañana? no muy temprano, ¿eh?— dijo Philip, que como siempre no le gustaba madrugar.

— ¿A las diez va bien?— dijo Hannah.— ¿Al final en qué lugar plantaremos las tiendas?

— Um, eso ya lo decidiremos, pero si estáis pensando en si iremos cerca de la vieja iglesia, no os preocupéis, sé que a Melissa le da miedo, ¡je, je!¿verdad?— dijo Toni dirigiéndose a Melissa divertido.

     Ésta, se terminó de golpe el agua que le quedaba y sin decir palabra se fue a la pista a bailar. Todos se quedaron mudos de asombro al ver su reacción y la miraron desde la barra.

    Ésta al verse observada se giró y comenzó a bailar con los ojos cerrados dejándose envolver por la música, de golpe ya no se encontraba a gusto con ellos, se sentía bastante incómoda, como si ya no perteneciera al grupo, no le interesaba nada de lo que decían, ni le hacían gracia sus tonterías de adolescentes, quería estar un rato sola y nada más.

— Últimamente está un poco rarilla, ¿verdad?— comentó Philip.

— ¿Qué se ha enfadado por algo?— preguntó John. Hannah se encogió de hombros, la verdad es que ignoraba lo que le había podido suceder a su mejor amiga; bajó del taburete diciendo:

— Iré a hablar con ella.

Una vez en la pista, Melissa la miró impasible sin mediar palabra y ésta trató de no darle importancia.

— ¿Tienes ganas de bailar? esta música está muy bien, en este local ponen música muy chula— ésta le contestó con evasivas y como Hannah vio que de esta manera no iba a sacar nada en claro, optó por preguntarle directamente.

— ¿Por qué te has ido de esa manera? Toni se ha quedado muy cortado, lo has dejado casi a media frase, encima que se preocupa por ti... — Melissa en seguida se puso a la defensiva.

— ¿De verdad? ¿por qué? solamente quería bailar, ¿qué no puedo hacerlo?

— Sí claro, pero te has ido de una manera... parecía que nos hacías un desplante a todos...

— ¿Yo?¡qué tontería!— dijo ella sonriendo demasiado tristemente.

— Pues si solo eran imaginaciones nuestras, haz el favor de venir otra vez a la barra y disculparte.— Melissa negó con la cabeza.

— Iré con vosotros cuando acabe de bailar, no antes— su amiga regresó con los demás bastante contrariada y les explicó lo que le había contestado.

— ¿Y a qué viene ese ataque de baile tan repentino?




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