Treinta y cuatro

N.A. - En este capitulo se hace mención de aspectos muy serios como el suicidio y el abuso de estupefacientes, leer con precaución.

El verano estaba tocando a su fin. Los padres de Melissa le preguntaron qué tenía pensado hacer, ya que últimamente no hablaban demasiado y debería elegir a qué universidad inscribirse.

Ésta se imaginó seguir en aquella ciudad donde tenía tan buenos recuerdos en aquellos tiempos en que los seis (contando a Billy) habían sido tan felices...

Por un momento se imaginó yendo y viniendo a la universidad sola... bueno, tal vez Hanna también estaría con ella. Le contaría cosas sobre John, (con quien había comenzado a salir como novios) lo guapo que era, sus bromas, lo bien que se lo pasaban juntos y Melissa tendría que escuchar con una sonrisa forzada, aguantando el tipo para no echarse a llorar como una tonta.

Además, (y quizás lo peor de todo), sería afrontar que ni Toni ni Philip estarían con ellas. Toni no era buen estudiante y no iría a la universidad, además sus padres no tenían dinero para pagarle los estudios, encontraría un trabajo y cuando pudieran quedar con él o con John, se hallaría ausente, pensando tal vez en su nueva amiguita y Melissa se sentiría rechazada y sola. Sería horrible quedarse allí. Además estaban las voces, si por alguna extraña razón la estaban buscando, lo más razonable sería irse a otro lugar.

—Estuve optando por dos opciones y no elegiré quedarme en la facultad de la ciudad... es mejor salir de aquí, siento que este lugar me asfixia...

—¿Y Hanna? ¿Sabes si seguirá con sus estudios? Es tu mejor amiga, ¿no te hace ilusion compartir facultad con ella? no entiendo el porqué vas a tomar esa decisión de marcharte a otro lugar.

—Pues porque las cosas han cambiado, ya no soy una niña y necesito centrarme en otras cosas, creo... que ya no me une nada a este lugar. Todos mis amigos han rehecho sus vidas sin mí y yo también he de pensar en mi futuro.

La madre se encogió de hombros y marchó a la cocina con bastante inquietud; quizás era verdad que su hija se estaba haciendo mayor. Ahora venía otra etapa muy importante para su futuro y si creía que era mejor para ella vivirla fuera de ese ambiente... pues que así fuera. Hacía meses que no veía bien a su hija, le había cambiado el carácter, ahora se mostraba triste y huraña con todos, sabía que había ido secretamente a ver a un psicólogo, pero no se atrevía a preguntarle nada, ya que la relación con su hija se había enfriado bastante. Alomejor el hecho de ir a un sitio nuevo le iba bien, conocería nuevas amistades, incluso alomejor volvía a enamorarse... La muerte de su novio la había trastocado más de lo que quería admitir y tenía muchos secretos, cosas que ni siquiera compartía con su hermana Carol.

Era viernes tarde, Carol tenía una fiesta de pijamas en casa de su amiga y se quedaría allí hasta el domingo; tanto Gary como el pequeño Michael estaban fuera aprovechando las vacaciones de verano, el padre se los había llevado con unos familiares y luego vendría a buscar a su mujer para pasar allí el fin de semana. Le pidieron a Melissa que fuera con ellos, que le iría bien cambiar de aires, pero ella les respondió con una sonrisa que estaba bien, que había quedado con Hanna para hablar. A pesar de todo, Melissa quería arreglar las cosas; antes de marcharse a la universidad quería despedirse, hablar con su amiga y hacerle saber lo tan importante que había sido para ella desde que se conocían. Le diría que la quería demasiado, que siempre serían amigas pasase lo que pasase, que perdonara todo lo que había hecho que su amistad se enfriase, la abrazaría y las dos se pondrían a llorar y a reír, como cuando terminaban de ver una película romántica y la protagonista después de mucho sufrir acababa quedándose con el chico que ama.

Pero lo que no esperaba, era que, una vez oyó alejarse el viejo coche de su padre y quedarse sola, cuando cogió el auricular para quedar con ella para ir al cine y charlar, su amiga le contestase nerviosa que sentía no poder quedar con ella, que John quería presentarle a sus padres. Se la veía exultante de felicidad...

—Lo comprendes, ¿verdad? me he quedado de piedra, no es una cosa que te esperes y de golpe me llama y... ¡zas! Madre mía, tengo que estar divina y todavía no se que ponerme... ¿si quieres puedes pasarte y me ayudas a elegir algún conjunto?

Melissa sabía que como su mejor amiga tendría que haberle dicho que sí, ir a su casa y mirar durante más de una hora como su amiga se probaba mil y un modelitos, ayudarla a maquillarse y a recogerle el pelo, darle un beso sincero y desearle que fuera todo bien.

Pero en estos momentos no podía... se sentía incapaz de fingir alegría por ella, sabiendo que a su amiga le iban tan bien las cosas cuando ella sentía como su corazón se le rompía cada día a pedazos. Sintió mezcla de enfado, decepción e impotencia ante aquello y respondió cortante:

—No, ve tranquila... yo tampoco tenía muchas ganas de salir de casa, tengo otros planes.— y colgó el aparato demasiado bruscamente.

Se quedó así de pié con una extraña sensación, mezcla de pesar y por otra de indiferencia. No tenía ánimos para luchar, solamente quería acabar de una vez con todo aquello. Ya no le importaba lo que estaba sucediendo más allá de los muros de su casa.

Todos se habían ido de su vida; Philip con su buen carácter y sus bromas se había ido a otra ciudad con sus padres, Hanna y John eran felices juntos, su amiga estaba claro que ya no necesitaba estar con ella. Toni, su tan querido Toni estaba saliendo con otra chica despampanante y los momentos tan especiales vividos juntos habían quedado relegados en un rincón polvoriento. Y Jonathan... le había prometido estar con ella, le había hecho creer que estaban hechos el uno para otro, que ella era especial y ella casi se lo había creído, aquel tímido muchacho había sido la única persona que la había calmado, pero ¿ahora que? Seguro que ahora tenía una nueva razon para vivir y era feliz, no había vuelto a contactar con ella, también la había sacado abruptamente de su vida.