Aquellos minutos de espera fueron realmente angustiosos; finalmente salió el doctor y Toni, que esperaba en la sala de espera fumando un cigarrillo tras otro, se levantó de un salto.
—Está bien, ya puedes verla.
Una vez en la habitación, ésta lo miró con expresión cansada.
—Hola nena, me has dado un susto de muerte —se sentó cerca de ella en una silla— que pretendías, ¿salir en los periódicos? — Melissa sonrió tristemente. Ahora que todo había pasado, parecía un extraño sueño. Se sentía tan bien con Toni a su lado... y además hacía tanto que no lo oía bromear como ahora, aunque fuera un tanto forzado, ya que se le veía la preocupacion en el rostro. Los dos permanecieron sin decirse nada, en silencio, Toni entrelazando sus dedos con los suyos.
Melissa quería decirle tantas cosas que no sabía como empezar. Estaba Jonathan que había desaparecido, debía informarle sobre lo que Steve les había contado, lo de las naves extraterrestres.
Necesitaba decirle algo, cualquier cosa, porque de lo contrario comenzaría el llanto, un rio que llevaba dentro, tan profundamente que cuando comenzara ya no tendría fin. Al final optó por algo trivial, pero las palabras le salieron roncas y Toni la miró interrogativamente sin haber escuchado bien:
—John y Hanna... salen en serio.
—Sí, sí, lo sé... los vi hace unos días, me alegro muchísimo por ellos.
—Yo también, hacen muy buena pareja, ¿no crees? —entonces notó un gran peso en el corazón; podría haber comenzado con cualquier otro tema, algo menos aquello, porque ahora se daba cuenta que aquel Toni que la miraba con enorme ternura, sin dejar de acariciarle las manos, ahora estaba con otra chica. Éste asintió seriamente, como adivinando lo que estaba pasando por su cabeza y de pronto se levantó.
—¿A dónde vas? —no quería que se marchara tan pronto, porque sabía que jamás llegaría a tenerlo tan cerca como ahora.
—He de avisar a tus padres, habrán llegado a tu casa y se preguntarán donde estas... además tienen derecho a saber lo que has hecho, o lo que tenías pensado hacer.
—Oh no... ¡no les digas nada por favor! ¡no quiero que lo sepan!
—¿Por qué? Ellos son tu familia, serán los más idóneos para ayudarte, seguramente... —pero ella lo interrumpió:
—No, ellos no comprenderían nada. Quédate conmigo por favor.
—Creo que ya estas fuera de peligro, el doctor me dijo que podía verte pero no me puedo quedar mucho rato, ya que necesitas reposo. Además, en mi casa me esperan desde hace horas.
—¡Pero yo quiero que te quedes! —trató de levantarse, pero su cuerpo todavía no le respondía y volvió a tumbarse. Le saltaron las lágrimas al ver como su amigo se mostraba de pronto tan ciego.
—¿Por qué has hecho esto? —de pronto su mirada se volvió crítica— por Dios Melissa, ¿por qué has intentado suicidarte? ¿qué no piensas en tus padres y en tus hermanos? ¿y Hanna?¿eres tan extremadamente egoísta que te da igual como pudieran sentirse todos si tú ya no estás aquí?— ésta bajó la mirada y añadió mostrando todo su dolor:
—Mis padres creen en secreto que tengo problemas mentales, mi hermana hace quien sabe cuánto que no me habla como antes y Hanna ya no me necesita. Me encuentro sola y la vida ya para mí carece de sentido. Además... —tragó saliva sin saber cómo decirle lo que sentía— … todo ha cambiado tan aprisa que no he sabido como asimilarlo. Las cosas parecen salirme peor cada día que pasa y todas las personas que me importan se han ido alejando de mí. Y tú ... te has alejado de mi tan pronto... —le temblaba la voz y sin atreverse a continuar comenzó a jugar con el borde de la sábana. Ante la mirada apremiante de su amigo, se decidió a continuar, decirlo todo de un tirón, haciendo caso omiso del efecto que pudieran tener sus palabras— Tu también me haces sufrir, porque me he dado cuenta, aunque tarde lo sé, que te necesito más que nunca y que te quiero, sí, te quiero muchísimo y no me importa decirlo. —Toni la abrazó con ternura.
—¡Oh cariño! ¿por qué me dices eso ahora? Yo sigo queriéndote, pero no como esperas, tomaste una decisión, elegiste apartarme de tu lado en varias ocasiones y ahora es demasiado tarde, estas confundida y no tienes las ideas claras. Dices eso porque tienes miedo de perderme y ese no es amor verdadero, no es el que merecemos ninguno de los dos. Debes seguir con tu vida y encontrar a alguien desde cero.
—No quiero a nadie más.
—Ssst... no digas eso porque luego te arrepentirías. Las cosas han cambiado y en realidad yo estoy muy bien así, hay alguien en mi vida ahora, es mejor que las cosas queden como están.
—Diciendo esto me haces mucho daño. Déjame probarlo por favor, esto solo es una pesadilla y tiene que acabar. Abandonaré a la otra Melissa confusa y extraña y volveré a ser la que todos conocéis... la que tu querías. — lo vio mirarla con la incredulidad reflejada en sus ojos negros y volvió a darle la mano.—no me dejes, Toni.
Éste no sabía que responder, quería creerla, aquel momento lo había esperado tanto... pero ahora las cosas habían cambiado para él y estaba Josephine. Se levantó de pronto y cambiando el tono de voz le preguntó:
—¿Estas en condiciones de regresar a tu casa? Te dejo media hora para que te arregles, tienes tu ropa allí. Hablare con el doctor para decirle que quieres volver a casa con tus padres y que por favor sea discreto — ella asintió extrañada por el repentino cambio de tema— pues vamos, esperaré en el pasillo y te acompañare con el coche.
Por el camino, Melissa le explicó toda información que tenían sobre las naves extraterrestres y todo cuánto les había explicado el hipnotizador.
—Y no es que lo diga solo yo, Hanna estaba conmigo y puede corroborarlo. Han venido unos cuantos ovnis y nos están llamando, tenéis que estar alerta.
—¿Otra vez con eso? Ya estoy harto de...
—¿Pero es que no lo ves? No era yo la rara, tenía razón en todo lo que dije, no eran imaginaciones mías y también Jonathan ha sido llevado por ellos. Esos seres son reales, lo creas o no.