No sueltes mi mano

Capítulo 4: Familia

Bastian
Camino por la casa, maldigo cuando escucho la risa de la niña, odio el ruido y, ¡joder! pateo el juguete cuando este me impide seguir caminando, odio el desorden y mi sala parece un jardín de niños con tantos juguetes por doquier

— Vanesa— gruño, la niña me mira

— Hola papi, ¿juegas conmigo?

— ¿Por qué están los juguetes desordenados? — le grito, ella se asusta— ¡maldición! A jugar fuera ya mismo— sus ojos se llenan de lágrimas, maldigo

— Bastian qué te pasa— Karol aparece frente a mí— no le hables así a nuestra hija

— Aún no se demuestra que sea mi hija y ya te dije, la quiero lejos de mí, si están ambas en esta casa es por mi madre que quiere una nieta, pero yo no las quiero aquí Karol

— ¿En qué te has convertido? No te reconozco Bastian, tú no eras así — pasa su mano por mi mejilla— eras bueno

— Pues ya no soy el mismo Karol— señalo a la niña— llévala fuera de mi casa, que juegue en el patio, pero vuelvo a ver desorden y estará un mes castigada— me alejo de ella y voy hacia el despacho, necesito una niñera urgente que controle al demonio ese que llaman niña, pero que lo coge, rompe y riega todo.

La chica que entrevisto sale, suspiro, me gusta esa para niñera de la criatura, señalo su nombre, será esa, a los pocos minutos entra otra, esta es alta, parece una modelo y va muy bien vestida, su cabello negro está suelto y sus ojos verdes resaltan, sonríe con timidez

— Siéntate — ordeno, alza una ceja como si cumplir una simple orden se le hiciera difícil, pero la acata sin rechistar

— Vengo por el puesto de

— Se sabe, ¿por qué más ibas a estar aquí?— se remueve incómoda en la silla— Su currículum por favor — me lo extiende— ¿nunca has sido niñera? — la miro confundido, ¿si no tiene experiencia que demonios hace acá?

— Bueno, para tener experiencia primero hay que empezar— se encoge de hombros— pero le aseguro que no se va a arrepentir, sé hablar siete idiomas, la cocina se me da muy bien, tengo títulos de

— Necesito una niñera no una traductora y menos una cocinera — lanzo su currículum a una gaveta, chica interesante que debería trabajar en cualquier otro lugar menos lidiando con una mocosa— puede irse, la llamaremos si

— Mira papi— bufo cuando la mocosa entra al despacho, ¡joder! ni a aquí me deja en paz

— Vanesa por Dios! que te he dicho de entrar a mi despacho y menos sin tocar? — alzo la voz, la chica me mira mal pero la ignoro

— Solo te traía tu café y

— Sal, estoy ocupado — la interrumpo y veo como se voltea

— Me encanta el café — suelta la chica y la niña la mira

— ¡Eres la que se iba a lanzar del puente! — frunzo el ceño al escucharla y miro a la chica que se ha quedado petrificada, ¿lanzar de un puente?

— No cielo, yo no me iba a lanzar

— Claro que si— dice la niña— estaba del otro lado de la baranda y ya no te sujetabas— me tenso, miro con interés a la chica que no sonríe, ¿por qué alguien como ella querría suicidarse? la curiosidad me mata

— En realidad estaba— intenta explicarse pero la interrumpo

— Vanesa— gruño y ambas me miran— sal del despacho, luego hablaré contigo — esta obedece, pero antes mira a la chica

— Me alegra volver a verte— dice y sale

— Su hija se equivoca, yo no me iba a lanzar de ningún puente ni

— No me interesa— miento mirando sus ojos asombrados — ahora salga, hay chicas esperando fuera

— En realidad soy la última

— Mejor, ya váyase, la llamaré — me pongo de pie y señalo la puerta

— No le he dado mi número

— Supongo que está en el currículum— niega, ¿es en serio?

— Aunque creo que de todas formas no me va a contratar

— ¿Cree que querría a una suicida cuidando de la moc... digo, de mi hija? — me mira anonadada y avergonzada demostrándome que la niña no mentía aunque no tiene sentido

— Bueno— camina hacia mi escritorio y toma un bolígrafo dejando su número en un papel— quizás necesite una cocinera o limpia piso o algo más — me quedo mirando sus ojos, luego miro su ropa, no parece necesitar dinero

— ¿Y sabe cocinar o quiere experimentar como quería al ser niñera?

— Podría ser chef si quisiera — dice con arrogancia — o quizás necesite alguna traductora — sonríe

— No, gracias— digo en alemán, ella sonríe de lado y camina hacia la puerta

— Imbécil — suelta en ruso y aguanto la risa cuando la veo salir.

***

— Me agoto—se queja Alex, todos estamos en el comedor excepto la niña que está en su habitación con Karol, hoy mi padre cumple un año de muerto y estoy desesperado por lo que el abuelo tiene que decir

— Lamento el retraso— este entra con unos documentos en la mano

— Ya di abuelo— lo motivo a hablar— ¿para qué nos has citado aquí?

— Son todos unos desesperados— mira a cada uno de nosotros, hasta quedarse con la vista fija en mi madre — excepto tu Irma

— Sé que lo que vas a decir no me concierne, es para mis hijos así que la verdad me da igual— el abuelo ríe

— No debería ser así, pero en fin, antes debemos esperar a un invitado— resoplo desesperado

— Aquí estoy— la miro, la chica de mi edad y la cual fue la compañera de mi padre durante años está frente a nosotros sonriendo, mi madre se tensa al verla y suspira, nunca vio bien que mi padre se volviera a casar con una chica que podía ser su hija

— Siéntate Lizeth

— ¿Qué hace ella aquí? — habla mi madre, mi abuelo ríe

— Ahora estás desesperada Irma, calma— abre la carpeta que tenía — vuestro Padre — nos mira a mí y a Alex— les dejó la empresa durante un año para ver si se podían llevar bien como hermanos que son, pero el odio solo crece entre ustedes así que luego de este año todas las pertenencias de Julio pasan a manos de Lizeth— frunzo el ceño

— No puede ser! — explota Alex— no puede dejarle todo a esa ramera

— Calma Alex— la chica solo sonríe— siga Ricardo o me van a matar antes de tiempo

— Por supuesto— mi abuelo nos mira— a menos claro que en los próximos seis meses uno de ustedes se case y forme una familia, Julio murió creyendo que ninguno servía para nada así que esa es la cláusula, el primero que se case y deje embarazada a su esposa será el dueño de todo

— Yo ya tengo una hija— digo, después de todo la niña sirvió para algo

— Pero no una esposa— Ricardo se pone de pie— ambos se quedan sin nada o uno con todo, tienen seis meses para buscar a una esposa y luego hacerle un hijo, el primero que forme su familia se lleva el premio y si ninguno lo cumple todo pasa a manos de Lizeth, claro, si esta muere— mi abuelo la mira, ella sonríe — su padre dejó por escrito que ninguno recibirá nada, ya que podrían ser los culpables y tanto ella como yo nos encargaremos de descubrir que cuando busquen una esposa no sea una falsa, o al menos no sea una dama de compañía bien pagada— diciendo esto el abuelo y Lizeth salen riendo del comedor.

— ¡Maldición!




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