No te acerques a Holden Scott

Capitulo 4

Vivo en el mundo pero no formo parte de él.”
J. D. Salinger.

. . . 

—Mañana traeré a un compañero para hacer un proyecto.

Mi madre alzó la cabeza de su plato, no estaba comiendo pero si revolvía con una mueca el contenido de su comida. Algo sucedía, podía ver en sus ojos la ansiedad por no poder hablarle y sabía que la fusión de mis tías, además de opinar y cuchuchear, era darle el alivio de ser oída.

Me pregunté por un momento si se arrepentía de la decisión de abandonar la ciudad, yo le había dicho que no era buena idea y Abbi... bien, Abbi prácticamente se había armado un drama al oír la noticia pero mi madre siempre se mantuvo firme en su lugar. O por lo menos se mantuvo firme hasta la primera semana, luego comenzó a vacilar y ya para la segunda semana parecía completamente contrariada.

—¿Un amigo?—Preguntó frunciendo el ceño, confundida—, ¿Qué sucedió con Charlie y Sara?

—Nada—encogí los hombros y Abbi me miró del otro lado de la mesa con cautela.—Es un compañero de proyecto.

—Un amigo.

—No—interrumpió Abbi dejando caer el tenedor con un estrépito suficiente para sacar a Patrick de su modo automático.—Él no es amigo de Joshua.

—¿Por qué?—Preguntó mi madre en mi dirección y solo alcancé a negar y encoger los hombros antes de que Patrick nos miré como si no supiera como aparecimos a su alrededor.

—¿Qué sucede?

—Nada, cariño—dijo mi madre con tono suave—, Joshua nos estaba diciendo que invitara a un amigo mañana.

—Que no es su amigo—gruñó Abbi apuñalando el plato, pero Patrick la ignoró volteándose hacia mí con los ojos abiertos y sonrió.

—Eso es bueno, pareces estar adaptándote bien.—Asentí bebiendo agua—, ¿Ya has visto alguna chica?

Me atraganté con tanta fuerza que el agua salió por mi nariz y mi madre estalló en risas.

—No yo...—Estiré el brazo por encima de la mesa para tomar una servilleta y encontré la mirada divertida de Abbi. Sus ojos hablaban, lo sabía, oí como conversaba con Sara en el autobús y no tenía que ser Einsten para comprender que esas miradas discretas que me lanzaban eran por mí. Toda la conversación era por mí. Tome las servilletas entre toses y lagrimas por el esfuerzo de reprimir la tos y comencé a limpiarme.—No vi ninguna aún, es decir no estoy interesado en... una novia, solo quiero, no lo se, adaptarme... pasar de año, tener algunos amigos más y... eso.

—¿Y qué piensas de Sara?—La mirada interesada de Abbi y mi madre me hicieron pone rojo.

—Si—insistió mi madre con una sonrisa insinuante—, ella es muy bonita.

—Oh dios...

—¿Sara es amiga tuya?—Preguntó Patrick confundido pero sonriente por la escena.

Enterré el rostro en mis manos.

—¡No! Es decir, sí es mi amiga pero no me interesa de esa forma.

—¿Por qué?—Preguntó Abbi con tono extraño.

—Eso no te importa.

—Dime.

—Púdrete.

—¡Joshua!—Regaño mi madre pero no cedí y me dedique a apuñar la comida y a engullirla sin emitir una sola palabras.

. . .

Estiré la cabeza por encima de los demás y comencé a buscar la cabellera oscura y la chaqueta de cuero. Pase toda la noche pensando en los rumores y en la manera en la que todos podían estar experimentando un engaño o un mal rumor que se salió de control, ¿Cuándo no oí algo de una persona que al cabo de unos días resulto ser diferente? Y aún así también comencé a pensar que los rumores podrían ser reales y yo estaba por meterme en problemas. No tenía pruebas pero algo se me encogía en el pecho al pensar que podría pasar algo malo por acercarme a Holden, algo como muerte instante, sangre o, quien sabe, sacrificios para algún demonio.

Eran todas imaginaciones, lo sabía, me estaba dejando llevar por los rumores, por lo que en cuanto encontré esa raída chaqueta de cuero negro en el fondo del salón no pude evitar alzar la mano en saludo.

—¡Holden!—El muchacho alzó la cabeza con asombro, quizás mi voz salió más entusiasmada de lo que pretendía, pero no me deje avergonzar y seguí sacudiéndola mientras me acercaba a él—. Hola.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó con voz irritada y por primera vez lo oí hablar. No tenía la voz grave y dura que creí que tendría sino algo suave, limpia y potente.

Corrí la silla de su lado para sentarme.

—Pues vengo a hacer el proyecto. Mira, pensé que podríamos...

—¿No pensaste que si te sientas a mi lado los demás hablaran de ti también?

Fingí pensarlo.

—Si, lo pensé, pero no me importa. Ahora, creí que...

—¿La profesora rechazo que te cambies de compañero? Porqué puedo hablar con ella para que te asigne a otro grupo.

—¿Y tú lo harás solo?

Encogió los hombros.

—Siempre estoy solo, no me importa.

Sonreí.

—No te daré el lujo que me fue arrebatado.

Por un momento Holden me miró fijamente con una expresión parecida al asombro y a algo más que no logre identificar. Creí que se levantaría e iría a hablar con la profesora de todos modos y que me asignarían al grupo de las chicas que me miraban con lastima y tristeza, atentas al momento en que saque un cuchillo de su mochila y me apuñale el cuello. No dudaban que eran responsables pero seguramente se apiadarían de mí por hablar con Holden, y no quería piedad quería hacer el tonto proyecto.

Saque las cosas de mi mochila sintiendo la mirada de mi compañero en un punto ardiente en mi rostro. Me evaluaba, debía actuar con calma. Desparramé los cuadernos con mis notas y los bolígrafos como si estuviera asentando mi decisión y cuando terminé me volteé a observar sus expresión perpleja.

—¿Vendrás a mi casa luego de clases?

—Yo...—vaciló apartando la mirada hacia la mesa y comenzó a rascarse la nuca, incomodo—, no pregunté a mi tío, creí que...



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En el texto hay: misterio, suspenso, boy love

Editado: 31.03.2022

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