No te acerques a Holden Scott

Capitulo 6

El alma libre es rara, pero la identificas cuando la ves: básicamente porque te sientes a gusto, muy a gusto, cuando estas con ellas o cerca de ellas.
Charles Bukowski.

. . .

Miré a Holden del otro lado de la mesa. Durante toda la jornada escolar me evito como si jamás hubiéramos hablado, no me miraba y tampoco giro su cabeza cuando me senté a su lado. Creí que había sucedido algo, pero luego apareció en la puerta de mi casa con su indiferencia la sostener la mochila, me miró con una ceja alzada y murmuró:

—Vamos, terminemos el proyecto.

Como aún no había limpiado mi habitación mi madre sugirió quedarnos en la cocina. Me lanzaba miradas severas, ya habíamos hablado del desorden que vio cuando fue a llevarnos la bandeja el día anterior, pero no hice nada para cambiarlo. No creí que Holden volvería. Entonces, la verlo en la puerta recomendé quedarnos en la cocina.

Él vaciló.

—Bien.

Justo en el momento en que él entraba y yo cerraba la puerta Abbi bajaba de su habitación con el celular en la mano. Se detuvo al ver a Holden y palideció al verme a mí.

—Avisa a mamá que Holden vino—indiqué conduciéndolo hacia la cocina sin esperar una respuesta.—Siéntate dónde quieras, voy por mis cosas.

Subí a mi habitación tan rápido que casi tropiezo, entre a mí habitación a buscar mi mochila y al voltearme encontré a Abbi junto a la puerta.

—¿Qué hace aquí?

—El proyecto—intente esquivarla—, muévete.

—¿No crees que es peligroso?

—Creo que la peligrosa aquí eres tú. Muévete.

—No quiero que siga viniendo—ordenó con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada seria.

Me reí y retrocedí para mirarla de arriba a abajo, desafiándola.

—¿Y a ti en que te afecta?

—Hablaran de nosotros.

—No me importa.

—Pues a mí sí y odio que nos miren como si fuéramos extraños, Joshua.—Volví a reírme, no podía comprender cómo la hermana que metió la cabeza de un chico que me molestaba en la basura podía estar hablando del qué dirán. Mi expresión a irritó.— Comprende que somos los nuevos y debemos dar un buena imagen.

—Tú dá una buena imagen si quieres, yo quiero...

—Sé cosas de él, Joshua—exclamó frustrada.—Sé cosas que no quise contarte para no asustarte.

La miré curioso.

—¿Qué cosas?

—No te las diré.

—Entonces muévete.

Volví a la cocina tan rápido que ella no tuvo tiempo de retenerme. No estaba seguro de tipos de secretos podría saber para que me advierta con tanta saña sobre Holden pero estaba seguro de que eran tonterías.

Una decena de alumnos se habían acercado durante el horario de clase a decirme que no debía seguir con el proyecto con Holden, otra decena con la que ni siquiera compartía clase me ofreció un puesto en su grupo y los profesores, aunque no directamente, insinuaron que lo mejor sería cambiarme de compañero. No sabía que tipo de macabro rumor podría correr para que ellos, adultos con razonamiento y lógica, duden de Holden pero tampoco me detuve a preguntar cuando negué.

Quizás era instinto de autodestrucción o simple gusto por disgustar a los demás, pero quería seguir el proyecto con Holden.

—¿Quieres galletas?—Pregunté cuando lo ví parado a pocos metros de la mesa, con la mirada asombrada en todo y la boca entre abierta. Sus cosas estaban sobre la mesa y el cuaderno junto con el bolígrafo descansaban a un lado listos para ser utilizados.

—Remodelaron todo—exclamó.

Deje mis cosas sobre la mesa y me volteé a ver lo que él miraba.

—No lo sé, supongo. ¿Tú conocías la casa antes de que viniéramos?

Sus mirada de ensombreció.

—Vine un par de veces, si.—Se volteo cabizbajo, rehuía mi mirada a pesar de que me había sentado frente a él y se sentó, tomando el bolígrafo y golpeando la punta contra la mesa repetidamente—. ¿Comenzamos?

Nos sentamos con los libros entre medio y respondíamos preguntas en voz alta antes de anotar la respuesta en los cuadernillos. Me avergonzaba un poco mostrar mi escritura junto a la de Holden, parecía que un niño que recién comenzaba a utilizar bolígrafo estaba intentando unir palabras sin mucho éxito. A veces se entendía, otras... Parecía que escribía en hebreo antiguo.

Pero Holden no dijo nada al respecto, solo frunció el ceño leyendo mis respuestas y se dedicó a preguntar, «¿Qué dice aquí?»

—Estoy cansado—dije al terminar de leer. Aunque quedaba mucho por responder y debíamos hacer carteles y el proyecto de computadora, pero por hoy consideraba que habíamos acabado—. ¿Quieres algo de comer?

Esquivé su mirada cuando me levanté en dirección a la cocina. Mi madre compraba galletas de todo tipo de dulces o azúcares y las guardaba en el segundo cajón bajo los cubiertos por lo que al llegar lo abrí y saqué varios paquetes enumerando cada uno para que Holden elija.

—Cualquiera está bien—dijo.

—¿Has probado el dulce de leche?—pregunté sacando unos diminutos alfajores que mi madre compro la semana pasada y sonriendo al ver que no se habían acabado.

No esperé una respuesta. Caminé hacia la mesa apartando los libros y cuadernos y coloque el paquete en medio.

Holden lo miró sin moverse.

—Prueba uno—indiqué—. Iré por algo de beber.

Volví a la cocina y tome dos vasos de la alacena antes de sacar el jugo de la heladera. Los serví y volví a la mesa donde Holden miraba el paquete de alfajores duda. Lo ignoré sentándome y apartando los libros hasta que casi cayeron de la mesa, saqué dos, uno para él y uno para mí, y luego le entregué uno de los vasos.

—¿Te gusta el jugo?

—Si—sujetó su vaso y dudo al ver el alfajor. Desenvolví el mío y le di un mordisco sin prestarle mucha atención hasta que me imitó vacilando al comerlo—. ¿Cómo es la ciudad?



#492 en Thriller
#337 en Detective
#238 en Novela negra

En el texto hay: misterio, suspenso, boy love

Editado: 31.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.