Hola. Okey, ya sé que no tengo mucha interacción, me da un poco de verguenza y soy muy tímida con respecto a lo que escribo, pero quiero que sepan que todos los mensajes que dejan me re llegan y les agradezco un monton por darle una oportunidad a la historia. No saben el apoyo que me dan y lo mucho que lo valoro. Por eso decidí subir un capitulo un poco más seguido que los otros y yo creo que es uno especial. Espero que lo disfruten.
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"El "pero" es la palabra más puta que conozco -. "te quiero, pero..."; "podría ser, pero..."; "no es grave, pero...". ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es."
Eduardo Sacheri.
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—¿Puedes poner la vajilla cara?—Preguntó mi madre antes de que Patrick la miré entretenido desde el otro lado de la mesa y niegue.
—No tenemos vajilla cara.
—¿Entonces con qué recibiremos a nuestros invitados?
—¿Con la vajilla normal?
Mi madre le lanzó una mirada irritada y Patrick se rio avanzando hasta ella para intentar calmarla por cuarta vez ese sábado. Nos habíamos levantado temprano para limpiar la casa de arriba abajo aunque las visitas solo vayan a estar abajo, mi madre hizo que Patrick y yo subamos algunas cosas de la mudanza que estorbaban al desván antes de que nos mande a tirar la basura y mover muebles de jardín. No estaríamos afuera porque hacia demasiado frío pero ella quería que de la ventana se viera acomodado y lindo. Abbi sacudió con un plumero los muebles, barrio, fregó y limpio los pisos y ventanas y también dedico buena parte de la tarde a cocinar y quejarse del calor que hacía junto al horno mientras abría la ventana y puerta trasera.
No estaba muy seguro de para qué hacíamos eso si solo vendría el señor Hope y Holden pero mi madre no daba espacios para discusiones o reclamos por lo que me dedique a obedecer junto a Patrick y a Abbi, quien parecía más somnolienta que nunca.
Me preocupaban sus ojeras y la palidez de su rostro, parecía que no dormía bien últimamente y cabeceaba cuando nadie más la veía, pero no tuve el momento de preguntarle y seguía molesto con ella por atacar a Holden.
—Joshua, ve al desván a cerrar los conductos de la chimenea—indicó mi madre sin dejar de amasar con el palote—, lo ultimo que queremos es que se nos llene de humo la casa.
Mi rostro debió reflejar mi desconcierto porque Patrick dio un paso al frente y dijo:
—Voy yo.
—No—lo cortó mi madre por encima del hombro—, tu trae leña de afuera y ponte a prender el fuego. Joshua apresurate así puedes alistarte...
Miré mis áspero confundido.
—Yo estoy bien así.
—Nos vestiremos como en la cena de la familia de Sara.
—¿Qué?—Estallamos Patrick, Sara y yo a la vez.
—Esto es absurdo—refunfuño Patrick resignado y caminando hacia el jardín para ir a buscar las leñas. Le lanzó una mirada a mi madre cortando las galletas para poner al horno y luego de varios segundos exhaló negando y salió. Nunca me planteé su amor hacia ella hasta ese momento, es decir, él debía apreciar a mi madre en todos los aspectos para adoptarnos a nosotros y permitir que nos mudemos juntos a un lugar completamente extraño. Me agradaba pero ver ese brillo que tuvo antes de salir, como si se preguntara como cayo en los brazos de esa mujer de delantal y cabello alborotado.
Mi madre me indicó cómo encontrar la palanca para cerrar los conductos de la chimenea y luego me echo. Parecía muy apresurada por terminar todo. Subí tan rápido como pude y miré alrededor. Según su descripción debía estar cerca de la salida de humo. Encendí la linterna del móvil, no tenía idea de qué encontraría en ese lado del desván ya que habíamos dejado la limpieza para... bien, para cuando mi madre vuelva a ordenar limpiar y no tengamos más opciones. Caminé hacia la ventana, desde allí debía seguir la pared hasta el final y para eso tenía que sacar más cajas. Aparté varias, pateé otras y terminé por saltar algunas cuando por fin llegué al ductor de la chimenea y encontré la palanca bajo la diminuta rejilla que escurría el humo. La cerré, exhalé y me volteé encontrando una rejilla similar que también cerré. Esa casa era demasiado grande en comparación con nuestro departamento en la ciudad. Hice mi camino de vuelta a la ventana sin molestarme con las cajas y volví a mirar hacia afuera desde arriba. Era sorprendente como daba la sensación de omnipresencia, me sentía como un dios que podía ver todo y a todos. El niño que paso con su bicicleta, la anciana con su canasto de frutas, el joven con el cigarrillo y autos, muchos autos. Podría pasar el día entero allí, mirando a los demás y sus vidas, en la ciudad era más fácil sentirse un dios que todo lo ve y es completamente ignorado, como si tuviera poder pero no la importancia para usarlo.
Suspiré y me volteé hacia la salida y baje los primeros escalones antes de detenerme junto a la caja de fotografías. La observé con una mueca, la tomé en brazos y la oculté en mi habitación antes de que mi madre me mande a bañar y cambiar.
. . .
—¿Puedo dejar la corbata?—Pregunté desde la puerta de la habitación de mi madre, mirando como se maquillaba con nerviosismos.
Ella me examinó a través del espejo y asintió con el labial en las manos.
Caminé hasta la cama y me lancé encima ignorando su mirada molesta.
—¿Abbi terminó de alistarse?
Encogí los hombros.
—No lo sé. ¿Dónde esta Patrick?
—Metiendo el auto en el garaje para que el señor Hope pueda estacionar.—Dejó el labial a un lado y tomó el coso para las pestañas mientras la observaba a través del espejo conteniendo la frustración hasta que no pude más.
—¿Por qué estamos haciendo esto?
Editado: 31.03.2022