“Sigo muy lejos de ser lo que quiero ser.”
Vincent Van Gogh.
. . .
La cena termino tan bien que el señor Hope nos invitó a su casa para la fiesta de Halloween. No estaba seguro de qué significaba fiesta para él pero mi madre accedió sin dejar de sonreír con entusiasmo.
Abbi volvió a bajar de su habitación casi al final, sus ojos estaba rojos y el exceso de maquillaje resaltaba bajo la luz. Se sentó junto a mí cabizbaja y paso el resto de la noche callada, mirando el mantel y el plato sin probar un solo bocado. Le lancé varias miradas preocupado de su aspecto y la manera tan extraña de comportarse, pero ella solo me miró una vez y negó a punto de llorar así que no la presione. Me arrime a ella con sigilo y cada vez que el señor Hope intentaba hablarle interrumpía o preguntaba cosas sobre su candidatura, aunque la verdad no le preste suficiente atención.
Holden tampoco me miró durante la cena, se dedicó a revolver la comida y sonreír con los labios apretados asintiendo o negando. Lo hacía mejor que Abbi o que yo, fingía tan bien que casi podía creerlo, pero por debajo de la mesa su pie subía y bajaba con nerviosismo y más de una vez me piso sin pedir disculpas.
Los despedimos al tocas las diez y para las once treinta ya habíamos terminado de limpiar y teníamos permitido volver a nuestras habitaciones.
Me senté en el suelo a ver nada en particular. No lograba dejar de pensar en Holden diciéndome que le gustaba desde que nos vimos en el supermercado. Era extraño como solo su confesión revolvió todo en mi interior y de repente algo en mí parecía haber cambiado. Suspiré y al exhalar recosté la cabeza en en borde de la cama. Necesitaba comprender por qué... todo. Por qué él, por qué su confesión, por qué no.
Alcé la cabeza cuando oí golpes en la puerta de mi habitación y al abrirla mi madre asomó la cabeza para mirarme en el suelo.
—¿Has visto el móvil de Patrick?—Negué y esperé que se fuera, pero no lo hizo. Inclinó la cabeza, me miraba con esos ojos curiosos y preocupados que no ponía hace meses—. ¿Qué sucede?¿Qué sucedió con Holden cuando estuvieron aquí?
Le lancé una mirada incrédula.
—Tú y Abbi tienen un don para enterarse de las cosas verdaderamente sobrenatural. Hablo en serio, me preocupa que haya cámaras.
—No las hay, te envié a buscar mi móvil adrede—bufó rodando los ojos y entrando. Cerró la puerta sin hacer ruido y se sentó a mi lado con los zapatos y el vestido aún puesto.—Ahora dime, ¿qué sucedió?
Suspiré y miré mis manos sobre el regazo encogiendo los hombros.
—Nada, dijo que le gustó.
—¿Sí?—Sonrió con entusiasmo y una diminuta parte de mí recordó haberse sentido así por un momento.
Solté una mueca.
—Pero que no puede estar conmigo de esa forma.
Ella parpadeo desconcertada.
—¿Qué?¿Por qué?
Vacile. Algo me decía que no debería contarle a ella sobre el señor Hope y Holden.
—Porque no quiere que hablen de mí.— No era una mentira, él lo había dicho y cuando la mirada de mi madre se llenó de tristeza decidí que lo mejor era restarle importancia al asunto.—No importa, ya está, al menos él sabe lo que siento.
Y era cierto, me sentía menos confundido desde que se lo había dicho.
—Oh, cariño...—Me abrazó con fuerza y yo apoyé la cabeza sobre su hombro.
—Tranquila, no es la primera vez que me rechazan.
—Lo sé pero cuando dos personas se gustan deberían poder estar juntos sin importar del qué dirán.—Me miró con una mueca incomoda—. ¿Seguirán siendo amigos?
Me aparté.
—Holden dijo que lo mejor era que no.
—¿Y tú qué dices?—Insistió.
—¿Estás sugiriendo que no respete su decisión?
Su mirada se lleno de comprensión.
—Estoy sugiriendo que pienses por tu cuenta y que, si lo crees oportuno, rechaces su decisión. Con respeto, obviamente.
—¿Y qué hago si quiero seguir siendo su amigo?
—Pues hazlo—encogió los hombros.—Nadie puede decirte que hacer contigo mismo, Joshua. Si el no quiere bien, que él no sea tu amigo, pero si tú quieres... ¿Por qué no?
—Lo pensaré—me aparté y oí los pasos del otro lado de la puerta arrastrarse con lentitud hasta la ultima habitación antes de fruncir el ceño confundido—. ¿Qué sucedió con el móvil de Patrick?
Mi madre rio divertida y se levantó tambaleándose por los zapatos. Hizo una mueca, se acomodó el cabello y luego le quitó importancia con un gesto de desdén.
—Nada, lo oculte para que me preste atención.—Se acomodo el vestido con ambas manos, también su cabello y al captar que la estaba observando sonrió con inocencia—, te pregunté si sabías algo para que crea que quiero ayudarlo. Necesito un poco de cariño.
Alcé las manos para detenerla, divertido.
—Mucha información, ve con él.
Mi madre sonrió de oreja a oreja, se inclinó para besarme la frente, me dio las buenas noches y salió tambaleándose por los zapatos. Había sido una buena noche y toda la cena en general había terminado mejor que bien. No dejaba de brillar con entusiasmo y había algo especial en su sonrisa, como si no entrara realmente en su rostro. Adoraba verla así después de todo lo habíamos pasado para llegar hasta allí porque al final todo había valido la pena.
. . .
—¡Abbi, abre la puerta!—Grito mi madre desde su habitación luego de oír los golpes en la puerta principal.
Era domingo, ninguno pensaba ni quería salir de su habitación más que para comida o agua y mi mamá se tomaba en serio esa regla.
Agudice el oído para saber quién vino de visitas, había pasado casi toda la mañana adelantando las tareas atrasadas de la semana y ordenando un poco mis cuadernos, tomándome unos pocos minutos de descanso para mirar redes sociales y revisar mensajes de mis amigos de la ciudad. Pero cuando la puerta de la habitación no se abrió y los golpes en la principal siguieron con insistencias rodé los ojos.
Editado: 31.03.2022