No te acerques a Holden Scott

Capitulo 18

 —Invitaremos a Sara y a Charlie al cine.—Abbi clavo sus ojos en mí con intensidad y rodé los ojos ignorando sus pómulos hundidos y su cabello despeinado.—Hemos sido horribles como amigos, debemos reivindicarnos.

—¿Y crees que salir luego de como los tratamos nos hará mejores?—Ironizó ella con una ceja alzada y la voz filosa. Se inclinó hacia la taza caliente en sus manos y revolvió su contenido con la mirada perdida en su contenido.

La mañana del lunes había amanecido más fría que nunca desde que nos mudamos allí, mi madre encendió la chimenea temprano y Patrick nos preparó el desayuno antes de salir a trabajar aconsejando llevar bufandas, guantes y cualquier otro abrigo que sirva.

Suspiré profundamente y bebí parte de mi desayuno en silenció, tamborileando los dedos en la mesa mientras seguía pensando en lo que dijo mi madre. Durante la noche, mientras no lograba dormir, había tomado la decisión de seguir siendo amigo de Holden a toda costa, o al menos hasta que él se harte de mí. Mi idea fue sencilla en un principio, iría frente a él, le diría que no aceptaba su rechazo y seguiría acompañándolo a todos lados. Eventualmente se resignaría, de eso estaba casi seguro, pero luego de unas horas comencé a fantasear y tuve que detenerme para no hacerme ilusiones. Me sentía un tonto porque eso mismo había hecho con Sara pero de todas formas me detuve.

Mi madre entró a la cocina para avisarnos que era tarde y prácticamente nos echo de la casa con nuestros abrigos y mochila. Ella estaba ocupada mandando y recibiendo mails, llamadas y mensajes, no podía ocuparse de nosotros, por lo que cuando volvimos caminando hacia la casa y avisamos que habíamos perdido el autobús nos entrego las llaves del auto y cerró la puerta. Ella y Abbi habían tenido practicas rutinarias todos los días de la semana, no era extraño ese gesto pero su me llenaba de pánico viajar a su lado solos.

—Por favor, no nos mates—pedí lanzando la mochila atrás y colocándome el cinturón. Abbi me ignoró, encendió el motor junto con la calefacción y avanzo hasta que al cabo de un rato el ritmo se hizo constante y suave. La miré sorprendido—. Oye, lo haces bien.

Una débil sonrisa de suficiencia tiro de sus labios.

—Estuve practicando, ya pedí el turno para la licencia.

—¿En serio?

Asintió sin dejar de mirar al frente y tamborileo los dedos en el volante.

—Iré a la ciudad antes de navidad. Ya hable con mamá y acordamos que me iré en cuanto termine el cuatrimestre.

Un sentimiento extraño y desagradable de abrió paso en mi pecho.

—¿Por qué no me dijiste?

—No lo sé.—Cambio de velocidad—. Supongo que no sabía si querías ir.

—Claro que quiero ir—musité mirando mal manos e intentando identificar lo que sentía sin éxito—, quiero ver a la abuela también...

Al no obtener repuesta me volví hacia ella, pero solo logré que apretara los labios y ese fue el final de la conversación hasta que salimos del pueblo.

El semáforo marcaba el limite, decía mi madre, desde allí ya no pertenecíamos a Greywood y por ende los arboles comenzaban a ser cada vez más frecuentes y las casas desaparecían en el paisaje. Era extraño que nunca le haya prestado atención al camino, todos los días recorría los mismos baches y en ese momento me pareció tan nuevo como llegar al pueblo.

Saqué el móvil para revisar los mensajes que Charlie me envió luego de que perdamos el autobús. Le había avisado que iríamos en auto pero no que Abbi conducía. Le respondí que llegaríamos a tiempo y que estábamos bien antes de sumergirme en Facebook, otra aplicación que me mantuvo despierto toda la noche. Abrí el perfil de Tobías Robinson miré su foto y releí por milésima vez cada mensaje de su muro.

Conocía a muchos de los chicos que pusieron condolencias del colegio y otros los conocía por ser vecinos. Charlie había enviado algunas palabras y Stephen, quien también subió una foto del chico y él sonriendo frente a una cámara, había dejado cerca de cinco oraciones hablando de lo buena persona que era y como, si hubiera oído lo que le dijo, esa tragedia no hubiera sucedido. Ese último mensaje tenía repuestas pero no tuve el valor de leerla sin enojarme.

Bostece, estaba agotado, bloqueé el móvil y guarde en la guantera.

—¿Qué sucede?—Preguntó Abbí mirándome de reojo.

Negué frustrado.

—Nada.

Esperó unos segundos, no dejaba de mirarme con ese inquietud que nublaba sus ojos, golpeó el volante una vez más y luego tomo aire.

—Joshua, debo saber, ¿qué hay entre Holden y tú?

Alcé una ceja en su dirección.

—¿A qué te refieres?

Golpeteo el volante y cambió de velocidad.

—Oí lo que hablaron en tu habitación. Tú le gustas.—Mi corazón dio un vuelco pero no respondí. No me atrevía, no encontraba las palabras para confesárselo a ella, y cuando trago saliva sin mirarme comprendí que estaba igual de incomoda. Exhaló.—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿no?

Aparte la mirada.

—Abbi no puedes culpar a Holden por lo oíste. No sé qué sucede entre nosotros, yo lo presioné.

—No lo haré, lamento mucho la manera en la que lo trate.

Mi asombró se reflejo en mi mirada pero casi al instante se suavizo al recordar la manera en que actuó los últimos días.

—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿no?—Pregunté y ella me lanzó una mirada de reojo.

—No puedo decirte, ya lo sabes.

—¿Eso que no puedes decirme es lo que esta consumiendote?—Vaciló y lo tomé como un «sí»—. ¿Por qué no me dejas cargar con eso también?

Exhaló.

—Porque no es mi secreto, es el secreto de Holden y creo que si quisieras saberlo deberías preguntárselo a él.

Asentí cabizbajo y me volteé hacia la ventana dando por terminada la conversación.

Hicimos el resto del viaje en silencio. Abbi puso música para llenar esa incomodidad que nos invadió y solo la apagamos cuando entramos en el estacionamiento del colegio. Algunos alumnos de último año estaban dejando sus cosas o llegando. Estacionamos en el campo visual de las ventanas para poder controlar que el auto este bien y antes de bajar Abbi me detuvo con una mano en el hombro.



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En el texto hay: misterio, suspenso, boy love

Editado: 31.03.2022

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