Hola. No saben lo ansiosa que estaba de que leyeran esta parte de la historia que, para aclarar, ya casi esta terminada (así que no hice nada para hacer sufrir a nadie).
Debo advertir que a partir de este capitulo la historia empieza a desenredarse y a ponerse algo fuerte, tengan en cuenta conforme a lo visto en los anteriores capitulos.
Espero que les guste y gracias a los votos y comentarios, me alegran el día.
. . .
—Madison, deja el móvil.—Alcé la cabeza hacia la profesora en frente a la clase y miré cómo subía los lentes con la punta de los dedos mirándome severa.—Estas en clases, no en tu casa.
—Claro, lo siento.
Volví al libro abierto y busque la línea que mi compañero estaba leyendo para poder seguir con el móvil que ocultaba en medio. Leer poesía parecía una tontería, apenas podía entender un par de versos y muchos eran tan antiguos que las palabras que se usaban eran incomprensibles. Por eso prefería pasar el tiempo hablando por mensaje con Holden y por eso también volvieron a regañarme por no prestar atención. Ya habían pasado dos días desde esa mañana con Holden y, a pesar de pasábamos hablando casi todos el día, sentía que me faltaba su presencia sombría durante la clases. El resto del colegio no pareció notarlo y eso me enfadaba porque significaba que solo lo molestaban porque estaba allí con ellos no por algo en particular.
Al terminar la clase me reuní con Abbi en el pasillo ignorando por completo al resto de mis compañeros y las miradas de la profesora. Guardé el móvil en mi bolsillo y observé su ceño fruncido al leer algo en la pantalla de su móvil.
—¿Por qué tienes esa cara?
—¿Por qué?—Me lanzó una mirada ojerosa—, ¿No puedo tener está cara?
—Últimamente tu hostilidad me está preocupando—mencioné de camino al comedor—, ¿Hay algo que quieras contarme?
—Si—gruñó empujando las puertas con un golpe y entrando sin percatarse de las miradas—, pero no ahora. Cuando consiga eso que me falta.
—¿Eso?
Me ignoró caminando hacia la comida.
—¿Qué piensa de ir al cine este miércoles?—Pregunté cuando llegamos a nuestra mesa habitual y encontramos a Charlie con la nariz metida en un libro.
El mencionado alzó la cabeza.
—¿Qué veremos?
—No lo sé, ¿Qué quieres ver?
—No soy fanático del cine—admitió y se ganó una mirada incrédula de Abbi—. ¿Qué? Para mí se acabó la magia cuando supe que los actores son eso, actores.
—Piensas demasiado las cosas.—Tomé mi emparedado y comencé a ponerle mayonesa—. Deberías solo dejarte llevar.
—Mira quién dice—bufó él rodando los ojos—. Tú tampoco te dejas llevar.
—¿De qué hablamos?—Interrumpió Sara colocándose junto a Abbi con su bandeja y la mochila al otro lado.
—Joshua quiere que vayamos al cine—comunicó Charlie—, y yo le decía que no me gustaban las películas.
Sara parpadeo desconcertada.
—¿No te gustan las películas?
—¿Por qué todos se sorprenden? Hay gente que no le gusta el chocolate y es tan normal como...
—No es normal que no te guste el chocolate—dijo Abbi y Sara la secundo asintiendo con la cabeza.
—Pues para mí sí lo es—bufó Charlie—, y las películas son trampas caza-bobos que te hacen perder el tiempo.
—Que profundo...—se burló Abbi, ganándose una mirada de parte de Charlie. Pero ella lo ignoró y él se resignó volteándose hacia mí.
—Pero si ustedes van yo igual.
Solté una mueca.
—Dijiste que no te gustan.
—Si, pero mi madre dice que debo salir más—y dio por finalizada la conversación metiendo la nariz de nuevo en el libro.
—Bieeeeen—Abbi se giro hacia Sara—, ¿Tú vienes?
Ella me miró dudando y suspiré.
—Sara, podemos seguir siendo amigos a pesar...
—¿Oye, le dijiste esa tontería de los amigos?—interrumpió Abbi, molesta—. ¿No sabías que un hada muere cuando un idiota dice eso?
Las mejillas se me calentaron.
—Yo...
—Ignoralo—le dijo a Sara—, es un idiota. Piénsalo, iremos a ver una de romance o de comedia, te sentaras conmigo y podemos pedir palomitas. Ni siquiera tendrás que verle la cara.
Sara vacilo sin dejar de mirarme con los ojos vidriosos. Me hubiera gustado decirle que lo sentía una vez más, disculparme por mentirle y confesar la verdad detrás de todo lo que paso con nosotros, pero no tuve el valor para hacerlo.
Mi móvil vibró junto a mi bandeja y retuve el impulso de alzarlo para comprobar si era una mensaje de Holden.
—Muy bien—oí responder a Sara—, lo pensaré.
. . .
Baje los escalones del autobús y saqué el móvil para comprobar que Holden no me había hablado. Dijo que tenía cosas que hacer y que su tío lo llamaba pero ya habían pasado tres horas desde su última conexión.
Me contuve de enviarle otro mensaje y miré a Abbi bajar los escalones detrás sin dejar de mirar su móvil. El conductor le dijo algo por lo bajo, ella no respondió, el conductor volvió a gruñirle y esta vez ella si alzo la cabeza y lo fulminó con la mirada. Se veía demasiado delgada y su humor no mejoraba, no sabía qué podía ser eso que la ponía de malas pero intuía que era grave.
Se colocó a mi lado y comenzamos a caminar en silencio mirando... Bien, el móvil. Era cierto que dependíamos mucho de ese aparato pero también lo era que, al menos yo, esperaba comunicarme con una persona importante del otro lado.
Suspiré, lo guarde al no encontrar nada nuevo y miré el cielo siempre gris de ese pueblo antes de voltearme hacia mi hermana.
—¿Hablaste con la abuela?
—No—alzó la cabeza preocupada—, ¿Por qué?
Encogí los hombros.
—Por nada, solo pregunto. Mamá no habla mucho con ella y nosotros... Tambien nos alejamos. Deberíamos llamarla para decirle que aún estamos vivos y que los vampiros del pueblo aún no nos convirtieron.
Editado: 31.03.2022