Hola. ¿Qué tal? Voy a subir dos capítulos seguidos por las fiestas, algo así como un regalo. Me gusta la idea de que por fin lean el capítulo 26, para mí es el genial hasta ahora.
En fin, feliz navidad y próspero año nuevo. Pásenla genial, disfruten y cuidense.
. . . . .
Sin pedir permiso, Tobias Robinson entro a la casa empujando la puerta con una mano y por poco hizo caer a la mujer al suelo. No sabía que tipo de visitas eran pero por la manera en que entro a la casa, caminando, mirando todo con el ceño fruncido y gruñendo, supe que no serían de las amigables.
Me adelanté para ayudar a la mujer haciendo malabares con las muletas y ella me agradeció con una sonrisa amable antes de suspirar, inclinar la cabeza invitándome a tomar té y cerrar la puerta.
—Tú no deberías estar aquí—le advirtió a Tobias cuando nos encaminamos hacia una diminuta cocina con una mesa pequeña y cuatro sillas. Tobias se sentó ignorándola, parecía desagradable con la mujer y eso me ponía incomodo. Ella rodó los ojos y me miró—. ¿Qué te gustaría tomar?
—Con algo de agua estoy bien, gracias.
Inclinó la cabeza, se alejó hacia la heladera y comenzó a servir tres vasos con agua cuando me percate del nerviosismo en la pierna de Tobias. Pero él tampoco dijo nada cuando lo miré insistente. Inclinó la cabeza, sacudió la mano y la señalo.
Bien, allí estaban mis respuestas. Debía pensar...
La mujer se acercó y colocó el vaso de agua frente a mí antes de dejar uno frente a mi compañero y otro para ella.
—¿Entonces, que los trae por aquí?—Me preguntó.
Le lancé una mirada a Tobias pero él solo rodó los ojos.
—Yo... me dijeron que usted fue niñera de Holden Scott.
Asintió con suavidad.
—Fui su niñera desde que perdió a sus padres, su tío me contrato porque tengo un doctorado en psicopedagogía y quería que evalué y ayude a Holden con el duelo.
Volví a mirar Tobias fulminarla desde su silla y exhalé confundido. Bebí agua reordenando mis ideas, mis pensamientos, mis recuerdos y mis sentimiento. Tobia no me hablaba, tampoco me miraba o daba algún indicio de algo, pero tenía una sensación extraña en la piel, como si quisiera decirme algo sin pronunciar palabras y ya había tenido antes ese presentimiento con Holden y con Abbi. Tenía que concentrarme.
Baje el vaso y la miré.
—¿Usted fue la que lo encontró junto un cadáver?—Por primera vez, la mujer vaciló mirando a Tobias y tenso los hombros. Él se inclinó hacia adelante apoyando los brazos sobre la mesa, inclinó la cabeza y entrecerró los ojos.
—S-sí—respondió ella y bebió.
No aparte la mirada de sus ojos.
—También fue la que encontró su cama cubierta de sangre, ¿no es así?
Tragó duro, bajo el vaso y suspiró.
—Sí.
—¿Él se hacía daño?
—Yo...
—Responde—gruñó Tobias y ella dejo caer la mirada hacia el vaso a sus manos.
—No, él no se hacia daño, pero tuvimos que llevarlo de urgencias al hospital...—Se levantó de un salto, parecía realmente incomoda con las preguntas y la mirada de Tobias. Se alejo hasta la heladera enterrando la cabeza en sus manos y al voltearse hacia nosotros aliso su ropa con un gesto incomodo—. Miren, lo que sucedió no es algo de lo que pueda hablar.
Fruncí el ceño.
—¿A qué se refiere?
—El señor Hope—respondió Tobias como si solo con eso fuera suficiente. Y lo era, algo dentro de mi cabeza sabía que ahí estaba la respuesta, en ese hombre, en la manera en que Holden callaba, en cada momento que los vi juntos y él dijo que estaba protegiéndome.
Miré a la mujer retroceder avergonzada y buscar una salida con temor en los ojos, pero no se movió y sentí un nudo en la garganta al preguntar:
—¿Qué sucedió en el hospital?
—No lo sé.—Ella ya no me miraba y sus ojos comenzaron a ponerse rojos mientras frotaba las manos en distintos lugares de su rostro.
—¿Holden estaba herido?—Insistí conteniendo los temblores que me hacían estremecer.
Ella se cubrió el rostro.
—No lo...
—Responde—gruñó Tobias levantándose y cuando ella alzo la mirada para enfrentarlo él apretó los puños.—Me lo debes, responde.
Su labio tembló al mirarlo, parecía a punto de desmoronarse.
—Sí—se limpio la nariz—, Holden estaba herido.
Me estremecí.
—¿Alguien le hizo dañó?
—Sí.
El dolor que se abrió en mi pecho por fin me hizo temblar y el frió devoró mis entrañas.
—Su cama estaba llena de sangre, ¿no?
—Sí.— La mujer sollozó y esta vez no intentó contenerse ni cubrirse. Las lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas y balbuceo mirándonos con las manos sobre su pecho—. Lo siento, pero sí.
—Dilo—exigió Tobias con voz dura y cuando golpeo la mesa con el puño ella se quebró negando con horror.—¡Quiero que lo digas, maldita sea! ¡Quiero que...!
—¡Fue su tío!—bramó ella sollozando y el frío de mis entrañas subió hasta mi pecho hasta detenerse en mi garganta.—Su tío entro por la noche y...
Tobías volvió a golpear la mesa con tanta fuerza que los vasos se volcaron.
—¡Dilo!
—¡Abuso de él!—Confesó la mujer pálida del llanto—. ¡Abusó de Holden y me pagó para que no hable con nadie!
El calor abandonó mi cuerpo por completo y sentí el suelo moverse bajo mis pies. No podía respirar, no lograba que ese peso en mi pecho deje que el aire entre o salga, no podía moverme, no podía hacer otra cosa que parpadear con lagrimas en los ojos y un nudo cerrándose en mi garganta, pensando en Holden, en Abbi, en los secretos que la estaban consumiendo. Eso... todo era demasiado.
—Eres una escoria—escupió Tobias mirándola con más algo del que vi jamás y la mujer sollozó sin dejar de sujetarse.—Lo entiendes, ¿no? Condenaste a un chico por un par de monedas.
—Lo siento—suplicó sin dejar de mirarlo.
—Me das asco, mereces pudrirte aquí, sola.—Y, sin dedicarle otra mirada, Tobias se volteo apretando los puños y salió de la cocina.
Editado: 31.03.2022