No te acerques a Holden Scott

Capitulo 26

Cuando nos detuvimos frente a la casa de Holden se desató por fin la lluvia. Tobias tuvo que encender el limpia-parabrisas y la estéreo quedo ofuscada por los sonidos de las gotas contra el metal. Pero nada de eso tenía sentido para mí, ni siquiera me importaban, solo podía pensar en la niñera sollozando y pidiendo perdón, en lo amable que se veía, en lo bondadosa que fue al comienzo.

—¿Estas bien?—preguntó el chico a mi lado al dejar el auto en contacto. Asentí y estiré el cuello hacia la entrada, pero las rejas de la entrada estaban cerradas y no había rastros de personas desde nuestro lugar. Aunque tampoco se veía mucho.

Solté una mueca y saque el móvil para enviarle un mensaje a Holden.

«Estoy fuera de tu casa»

Tobias leyó la pantalla en silenció y con los labios apretados. No sabía qué expresión era, ¿estaba enojado? ¿triste? ¿emocionado? ¿contrariado? Miraba constantemente hacia el final de la calle pero eso podía ser paranoia o ansiedad, ¿quería huir o buscaba algo?

Se revolvió en su asiento incómodo, mirando también hacia la casa, exhaló y bajo el volumen de la estéreo.

—¿Y ahora qué?

El móvil vibró y abrí el mensaje.

«Vete»

Me reí, cínico e irritado, escribiendo como podía con el yeso.

«Sal o entro a hacer un escándalo»

Lo envié, apreté los labios y me giré hacia la casa. Lo haría, entraría a los gritos, liberando el enojo que brullía dentro mío como si quisiera dar con el causante de todo. Inhalé apretando la muleta con fuerza y exhalé al ver la puerta abrirse y al chico de pantalones negros y cabello despeinado salir, detenerse en el porche mirando con los ojos entrecerrados y dejar caer los hombros al vernos en la entrada.

Tobias se tenso mirándolo también y su mano amago hacía las llaves, pero se detuvo y suspiró profundamente, dejándose caer contra el respaldo mientras Holden caminaba hacia nosotros con la mano sobre los ojos, protegiéndose de la lluvia.

—No podemos quedarnos aquí—anunció él chico a mi lado.

Seguí a Holden con la mirada y respondí.

—Espera que suba.

Asintió con las manos en las llaves esperó que Holden se coloque de mi lado, empapado de pies a cabeza, con el rostro lleno de preocupación, y yo baje el vidrio.

—¿Qué haces aquí?

Hice señas hacia el asiento de atrás.

—Sube.

Holden vaciló mirando hacia su casa, como Tobias quien estaba demasiado tenso para ser normal, sacó el móvil de su bolsillo para ver algo y opto por entrar a la parte trasera, acomodándose mientras el auto se encendía y arrancaba a toda velocidad.

Bloqueé móvil y miré hacia adelante, no estaba seguro de qué decir, me aterraba la idea de incomodar a Holden o hacer algo para dañarlo, pero lo cierto era que verlo me traía calma. No estaba como de costumbre, había dejado su chaqueta negra y la estúpida gorra de lana, llegaba una remera con una estampa de una banda de rock que yo no conocía y unos pantalones negros rasgados en las rodillas. Estaba como siempre, tan lindo, tan sencillo y a la vez parecía mas joven y temeroso. Como un niño.

Lo oí revolverse detrás y tragué saliva cuando se detuvo.

—¿Tobias?—preguntó con asombró al chico a mi lado que solo sonrió feliz, con los ojos brillantes, y alivió el agarre sobre el volante con un suspiro aliviado.

—Hola, amigo—saludó desacelerando con suavidad—, ¿cómo estas?

Holden palideció aturdido.

—Moriste…

Tobias soltó una mueca y alzó los ojos hacia el espejo, intercambiando miradas con Holden.

—No, huí. Lo lamento.

—¿Por qué?

—No tuve opción—se volvió hacia el frente—, nos amenazaron.

Hubo unos segundos de silencio en que la lluvia menguo lo suficiente para poder oí el sonido bajo de la estéreo y me estiré hacia la rueda de metal para terminar de bajarlo, sumiéndonos en algo peor que el silencio.

Trague saliva, miré a Holden por el espejo observar sus manos aturdido y luego vi su mirada alzarse hacia su amigo.

—Perdóname.

—No me pidas perdón por eso—negó el chico a mi lado—. Eres mi amigo, mi hermano, tú eres especial, el mejor chico que jamas conocí y conoceré, no me pidas perdón por eso porque tú no hiciste nada malo.

Un destello encendió los ojos de Holden y el alivio se hizo más profundo en su mirada.

—¿Qué haces aquí?

—Conocí a tu nuevo amigo—dijo Tobias mirándome con una sonrisa, muy por el contrarió a Holden que me miró con desconcierto—. Me envió una solicitud de Facebook.

Su rostro se desmorono.

—Joshua... Lo lamento mucho.

Giré la cabeza para mirarlo frente a frente a pesar de la incomodidad del yeso y la muleta y suspiré arrepentido.

—No, Holden, yo lo lamento. No debí alejarte. Yo...

—Mi tío envió a que lastimen—soltó de repente, apartando la mirada y apretando los puños, desconcertándonos a Tobias y a mí—. Le dije a Abbi que no hiciera nada, que no le contara a nadie, pero él creyó que yo la estaba ayudando a ir contra él y mando el auto a golpearte. Lo siento mucho.

Los recuerdos de aquel día volvieron fragmentados, como siempre. El auto negro, el asfalto gris, el cielo nublado junto con el aroma a gasolina y sangre. Era lo único que recordaba de ese día, el mensaje jamas leído de Holden y luego oscuridad.

—Tú no eres tu tío—sentencio Tobias a mi lado y asentí aturdido antes de volver a mirar al chico de atrás arrepentido e incapaz de mirarme.

Estiré la mano entre los asientos con un nudo en la garganta y la apoye sobre su rodilla llamando su atención.

—No estoy enojado contigo.

Parpadeó confundido mientras el auto estacionaba en algún lugar desconocido para mí.

—Si parecías…

Rodé los ojos intentando quitarle peso al ambiente y Tobías puso en contacto el auto.

—Esperé que me envíes un mensaje por semanas, aunque sea un "Hola Joshua, ¿cómo va tu pierna?", lo que sea y nada—bromeé—, ¿cómo debería comportarme?



#5479 en Thriller
#2113 en Detective
#1225 en Novela negra

En el texto hay: misterio, suspenso, boy love

Editado: 31.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.