Capitulo 29

—¿Te sientes bien, cariño?

Miré a mi madre en el asiento del conductor y asentí ansioso como nunca. Hacia tres días que me habían quitado el yeso de la pierna y, aunque tenía que ir a terapia para fortalecer el músculo, me sentía capaz de salir corriendo hacia cualquier lado con tal de ya no estar encerrado.

—Tómalo con calma. —Me recordó cuando hice ademán de salir, tomando mi mochila con la única mano que aún no conservaba ese tonto yeso.

Asentí emocionado, le di un beso en la mejilla, ella me abrazo con fuerza y salí. Lo cierto era que estaba más cariñosa que antes del accidente, Abbi decía que aún no lo superaba pero yo creía que eso podía abrirle los ojos a cualquiera. Mentiría si dijera que no tuve miedo también de perder la vida de un momento al otro sin mi mamá cerca. Así que si ella quería abrazarme todo el día, estaba bien con eso.

Espere fuera que ellas dos se despidieran y miré alrededor en busca de mis amigos. Holden se tardaría, me había avisado por mensaje que su tío lo llevaría en auto, pero de todas formas lo busque.

Hacia dos semanas que venía a mi casa a ver películas casi todos los días, los martes, viernes y sábados tenía clases de violín y asistía a reuniones con su tío por lo que no nos veíamos y el domingo anterior tampoco llegó por lo que estaba ansioso de verlo. Lo habíamos pasado bien solos, en mi habitación, abrazados o besándonos, hablando y bromeando, pero eso me traía inquieto, ¿qué sucedería luego? ¿qué pasaría con nosotros? Yo no tenía problema con decir que me gustaba Holden pero ¿y si él sí?

El móvil vibro y miré la pantalla al tiempo que Abbi salió y cerró la puerta del auto.

—¿Qué es?—preguntó mirando por encima de hombro.

—Holden. —Sonreí—. Me desea un buen día.

—¿No vendrá?

Encogí los hombros respondiéndole a ambos.

—Dice que vendrá para el almuerzo.

Bloqueé la pantalla y nos encaminamos hacia la entrada. Ese día amaneció con sol, cosa que en ese pueblo olvidado de la civilización era extraño. Unos pocos rayos cálidos se asomaban entre las nubes y me daban directo en el rostro, pero no me molestaba porque al fin podía volver a clases.

Algunos chicos me saludaron de camino a las escaleras, me preguntaban cómo estaba y deseaban suerte o cosas por el estilo que yo no sabía cómo responder así que me limitaba a sonreír, saludar y asentir. Como un idiota. Abbi me había mantenido al tanto de todo durante esas semanas ya que Holden... bien, a él nunca nadie le hablaba. Me dijo que algunos chicos se molestaron con otros, que una pareja muy famosa en el colegio se separó (me dijo sus nombres pero no los recuerdo), que la comida de la cafetería se volvió repetitiva y tediosa y que había llegado un chico nuevo. Pero nada fuera de lo común había sucedido, Charlie volvió a hablar con ella y conmigo por mensaje y todos cotilleaban sobre la fiesta de Halloween el viernes próximo y de sus respectivos disfraces, lo que tampoco me interesaba.

Me acompaño hasta el salón hablando tonterías, Sara aún no llegaba y Charlie ya esperaba dentro. Lo saludo, se volteo y salió no sin antes recordarme que debía tomar la medicina frente a todos. Bufé, sonrió y huyó.

—¿Cómo te encuentras?—preguntó Charlie cuando me senté a su lado. Evite sentirme incómodo a su lado luego de la conversación en la estación de servicio pero fue imposible no lanzarle una mirada.

—Bien—mentí, estaba nervioso. Él apartó su libro para que pueda acomodar mis cosas y me ayudó con mi abrigo mientras recordaba quién dió el primer paso luego de la discusión. Fue él—. Gracias.

Inclinó la cabeza y soltó una mueca parecida a una sonrisa antes de enfrascarse en su libro.

Era muy extraño. Varias noches después de lo sucedido él me había enviado un mensaje común, como si no hubiera sucedido nada, y a pesar de que me molestó la poca importancia que le dió a lo que dije me alegro que sigamos siendo amigos.

Exhalé.

—¡Joshua!—Giré la cabeza hacia Stephen caminando hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Amigo, volviste!

Charlie gruñó algo por lo bajo pero no le entendí.

—Si—respondí incómodo—, ya tengo el alta médica y eso...

—Oí que el accidente fue grave—insinuó sin dejar de sonreír—, cuéntame qué sucedió.

El recuerdo del post que me envió Tobías volvió a mi memoria y fruncí el ceño.

—No fue Holden—anuncié lo suficiente alto para que todos los que hicieron silencio para chismosear oigan. Y tan pronto como lo dije el todos callaron. Intenté calmarme—. Fue un auto al azar que venía apresurado. No lo vi, él tampoco debió verme y me atropello.—Miré al chico parado junto a mi mesa, aburrido, y baje la voz lo suficiente para no haber un escándalo y sonar igual de amenazante—. Stephen, sé que subiste un post acusando a Holden y quiero que lo borres o denunciaré tu cuenta.

El chico me miró ofendido.

—Hola, Joshua—llamó una chica pelirroja con la que apenas había cruzado palabras. La miré y se ruborizo, pero en cuando cayó en cuenta que todos la observaban expectantes se aclaró la garganta—. Lamento mucho lo que te sucedió, fue... terrible y sé que tú tienes una amistad con Holden... Es decir, que la tenían antes del accidente, ¿puedo preguntarte si es verdad que ya no son amigos?

Quedé atónito. Todos en esa escuela parecían llevar mi vida como telenovela, ¿cómo demonios se enteraban de eso?

—Eso puedo desmentirlo yo—interrumpió Stephen sonriendo altanero y con los brazos cruzados sobre el pecho—. No, Susi, ellos siguen siendo amigos... Es más, ellos puede que sean...

La puerta del salón se abrió de repente y la profesora entró sin prestar atención:

—¡Hagan silencio y presten atención!

La ignoré parpadeando en dirección a Stephen, quién volví a a su asiento tranquilo a pesar de la intriga que despertó en todos, y no supe cómo identificar la mirada que me lanzó a último momento. Parecía malicioso, había algo en su expresión que no me gustaba, pero además se inclinó hacia el chico a su lado, un moreno llamado Pedro, le susurró algo al oído y me señaló, provocando que el compañero ahogue un grito y me vea horrorizado.