No te acerques a Holden Scott

Capitulo 31

Le indiqué a Abbi que encienda el auto por tercera vez y cuando vi con su móvil comencé a perder los nervios. Tuve que explicarle a Abbi lo que Holden dijo durante la llamada mientras corríamos hacia la salida y luego hacia el auto. Mi abuela protesto sobre nuestro castigo y nos siguió hasta la salida sacudiendo el trapo en regaño. Era la única que no comprendía la gravedad de oír a Holden, y por la manera en que evadía mi mirada tenía algo que decir, pero ambos la ignoramos tomando las llaves de la mesa junto a la puerta y saliendo.

Subimos al auto y Abbi se detuvo a enviar mensajes.

Iba a lanzar su móvil por la ventana.

Como si fuera poco, del otro lado de la ventana un rayo cruzo el cielo oscuro y el sueño templo con el trueno que amenazaba con provocar una tormentas. El corazón me latía con fuerza, estaba ansioso y preocupado y en cuanto le arrebate el aparato de sus manos me miró con el ceño fruncido, pero puso contacto, arranco y avanzó.

La voz de Holden se reproducía constantemente en mi cabeza. Paso algo malo con Sara, él se oía extraño, su voz sonaba agitada y el nudo en mi estómago no disminuía por más que las calles entre nuestras casas sean menos. Abbi cambio la marcha con los labios fruncidos y aceleró a pesar de las pocas gotas que golpeaban el parabrisas.

Saque el móvil y le envíe mensajes a Holden tan apresurado que apenas se entendía lo que decía. Envié otro y luego otro, pero no respondió. Intenté llamarlo mordiéndome el labio con fuerza hasta que los tres tonos me enviaron a buzón y colgué para volver a intentarlo. Está vez Abbi no quiso tranquilizarme, sabía que algo andaba mal. Bufé cuando la segunda llamada fue rechazada, maldije y volví a enviarle mensajes que parecían llegarle, pero él no veía.

—Abbi—llamé cuando estuvimos a media calle y el nudo en mi estómago comenzaba a estrangularme. Mi hermana miró al frente con las manos apretadas en el volante y no respondió. Yo tampoco insistí, nos sabia que decir luego, pero me aliviaba un poco tenerla a mi lado.

Se detuvo junto a la entrada, dónde un auto negro estaba estacionado y apagado, sin señales de su dueño o conductor. Otro rayo cruzo el cielo y miré la casa con un escalofrío. Saque el móvil, le envié un mensaje a Holden avisando que estábamos allí y esperé arrancandome las uñas con los dientes. Abbi hizo ademán de apagar el motor pero la detuve sin saber muy bien por qué y le dije que espere mientras salía.

Su mirada vaciló un momento y luego asintió estirándose hacia su móvil.

Aún recordaba la primera vez que fui allí con Holden y mire la pintura del niño en la ventana superior. Debía ser de su padre, quizás era él en algún punto de su niñez. Apreté los dientes ignorando la ventisca que se había desatado con la llovizna y miré los sillones del porche pensando en las marcas que tenían sus apoyabrazos, marcas muy parecidas a las que Holden tenía en las manos.

Sacudí la cabeza, no era momento de pensar en ello. Miré la enorme casa, busque respuesta en mi móvil y me acerqué a la puerta saltando los escalones de dos en dos para llamar al timbre.

Espere, nadie respondió.

Miré mi móvil pensando que podría haberme enviado un mensaje y suspiré volviendo a insistir con el timbre, pero fue entonces que un trueno me hizo saltar del susto y logré oír algo del otro lado de la madera.

Alguien lloraba.

Llamé una vez y nadie respondió, provocado que ese nudo en mi interior comience a cortar y a dejar dolor a su paso. Trague duro, la cabeza comenzaba a darme vueltas y no podía controlar mis nervios. Llamé otra vez, miré el móvil y golpee la puerta con el puño.

El llanto del otro lado se volvió sollozos y mi corazón se hundió. Sabía que prometí no hacer un escándalo ni contar lo que sucedía, prometí fingir que no sabía aquello que dañaba a Holden como todo el pueblo y que lo hacía por su bien, porque él me lo pidió. Pero al oír el llanto del otro lado, los susurros y el sollozo interminable me importó una mierda esa promesa.

Golpeé la puerta con la fuerza para sacudirla y llamé a Holden a gritos. La idea de que le hubiera sucedido algo me estaba enloqueciendo. Volví a la entrada, dónde toda la casa podía verse por completo, y volví a gritar. El viento azotaba mi rostro con fuerza y la lluvia comenzaba a ser un aguacero. Mi corazón estaba tan acelerado que ya no sentía otra cosa que dolor y angustia mientras veía las ventanas esperando verlo herido. Grite otra vez hasta que mi voz se quebró por el esfuerzo y enfoque la vista en la ventana encima de la puerta puerta, dónde la cortina negra se sacudió y logré ver, por un breve instante, al señor Hope observándome con frialdad.

Contuve un estremecimiento y apreté los dientes alzando el mentón. Ese hombre no me afectaba, lo que hiciera, lo que dijera o mandara no era mi maldito problema. Yo no le temía.

Avancé hacia la puerta de nuevo y golpeé con fuerza la madera, esperaba poder entrar y buscar a Holden para llevarlo a mi casa. Quería irme lejos con él, encerrarlo en mi habitación y no volver a ver a ese chico triste y abatido que su tío creo. Esperaba poder borrar de su rostro todo el dolor que le causó y aún así sabía que era imposible.

Me volteé para llamar a la policía caminando hacia el auto y miré a Abbi observarme a través de la tormenta que se había desatado entre medio. Estaba preocupada, como yo. Habíamos hablado de llamar a las autoridades como último recurso pero hasta ese momento no lo tomé en serio. Marque los números temblando y… me detuve cuando la puerta se abrió de par en par. Giré esperando ver al señor Hope con su mirada brillante y las manos detrás de la espalda, iba a pedirle ver a Holden, pero no fue él quien salió sujetando el delgado cuerpo de Sara en brazos, sino Holden.

Los miré avanzar con lentitud hasta las escaleras. No podía moverme. El rostro de Sara estaba lleno de lágrimas y su cabello se encontraba perturbadoramente despeinado, no caminaba sino que se apoyaba en el chico a su lado con el brazo sobre sus hombros. Tenía cardenales en el cuello, marcas rojas que desaparecían por debajo de la campera de cuero demasiado grande para ser suya. Dio unos pasos más y se detuvo a mirarme antes de que las lagrimas vuelvan a sus ojos, apretó la mano de Holden y sollozo. La reconocí, ese llanto que oí antes era el de ella.



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En el texto hay: misterio, suspenso, boy love

Editado: 31.03.2022

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