—¿Qué sabes de Holden?—preguntó Sara desde su cama en el hospital y reprimí una mueca apartando la mirada hacia mi brazo al fin sin yeso.
—Nada—musité incómodo y tuve el impulso de sacar el móvil para ver las noticias, pero no hice.
—Ya pasaron dos semanas...
Tragué saliva y asentí sin dejar de mirar mi brazo, el suelo, las patas de la cama de Sara y la sabana mal puesta por su madre.
—Lo sé.
—¿Él no te habló al móvil?—Negué y ella dejo de insistir. No quería hablar de Holden porque no tenía nada que decir y eso abría la herida que intenté ignorar durante los últimos días.
Saqué el móvil de mi bolsillo para encenderlo y me detuve antes de desbloquearlo. No quería seguir obsesionado con el incendio. Cerré los ojos, suspiré y lo deje en la mesa junto a la cama, lejos de mí.
—¿Estas bien?—preguntó Sara inclinándose para que la miré y fingí asentir con una sonrisa, tranquilo, ausente, como debería estar después de todo, pero el verla a los ojos no logré ocultar mi angustia y sacudí la cabeza—. ¿Quieres hablar de eso?—Negué—. ¿Es sobre Holden?
Apreté los dientes y asentí volviendo a ver el móvil sobre la mesa pensando que quizás por no verlo me perdía la noticia de su encuentro. Aunque también tenía miedo de que lo encuentren y sea tarde, de ver un trágico accidente que me arrebate el aire.
Sacudí la cabeza y aparté la mirada.
—No puedo seguir así—susurré. Sara guardó silenció y me miró con ese brillo expectante que poco a poco renacía en sus ojos. Se estaba recuperando bien y a su tiempo, cada tanto la visitábamos con Abbi y mi madre para hacerle compañía ya que nadie sabía qué le había sucedido, pero no parecía importarle demasiado que seamos los únicos.
Me negué a responder. No quería seguir sufriendo por lo que paso ese día, Holden tomó su decisión al volver a la casa, él eligió eso, atormentarme no me ayudaría a salir adelante.
Me gustaría que fuera tan fácil como pensarlo. Quería olvidarme de todo, superarlo y ya.
—¿Crees que esté bien?—preguntó al cabo de un rato de jugar con su movil en silencio, y volví a mirar el mío de reojo.
—No lo sé—me enderecé en el asiento, incómodo—, espero que sí.
Me miró con tristeza y fingí no notarlo.
—¿Cuándo volverás a la escuela?
Sonreí aliviado del cambio de tema.
—El lunes.
—¿Hablaste con Charlie?
—No desde que me suspendieron, pero esta bien. Es decir, no estoy enojado ni nada. —Baje la voz—, todos aquí tienen el cerebro diminuto, no puedo pretender mucho.
Todo el rostro de Sara brillo cuando se rio a carcajadas y el nudo en mi vientre se aflojo un poco de solo verla.
—¿No estas enojado?—bromeó—, ¿entonces qué es? ¿resentimiento?
Rodé los ojos riendo y miré la pantalla de mi móvil encenderse.
—Estoy bien.—Me levanté, lo tomé abriendo el mensaje de Patrick y suspiré—. Debo irme.
Editado: 31.03.2022