Capítulo 26
«¿Para mí?»
La fila avanzó, y aunque Nico trataba de mantener la expresión serena y calculadora que siempre tenía cuando analizaba una nueva situación, cualquiera que lo mirara con atención notaría la rigidez en sus manos al sujetar las barras de seguridad del asiento.
A su lado, Alex se veía completamente relajada, con los brazos apoyados sobre su regazo y una sonrisa que oscilaba entre la diversión y el reto silencioso que le había lanzado a su nuevo compañero de atracción.
Mientras tanto, un par de metros más atrás, Marie y André observaban la escena con evidente interés. Marie, con los brazos cruzados y una mirada llena de anticipación, parecía contener la risa cada vez que veía a Nico intentar racionalizar la experiencia en lugar de simplemente dejarse llevar. André, por su parte, mantenía una leve sonrisa, analizando con curiosidad la dinámica entre los niños.
—¿Tú crees que grite? —preguntó Marie, inclinándose ligeramente hacia André, sin apartar la vista de la torre que comenzaba a elevarse.
—Depende —respondió él, con un aire de absoluta certeza—. Si se concentra lo suficiente en analizar la experiencia, tal vez logre contenerse. Pero si lo toma por sorpresa… —Hizo una pausa, inclinando la cabeza con diversión—. Nos espera un buen espectáculo.
Marie soltó una risa baja y volvió la vista hacia la atracción justo en el momento en que la torre llegaba a su punto más alto. Desde abajo, podían ver cómo Nico intentaba mantener la compostura, con los labios apretados y los ojos fijos en un punto indefinido del horizonte. Sin embargo, su tensión era evidente, y Alex, notándolo, inclinó la cabeza hacia él con una sonrisa astuta.
—Bien, científico frustrado, ¿cuál es tu análisis hasta ahora? —preguntó con tono burlón, sus ojos brillando con malicia juguetona.
Nico, sin desviar la mirada del frente, respondió con un tono monótono que trataba de disfrazar su incomodidad.
—Es… alto.
—Obvio —dijo Alex, encogiéndose de hombros—. Pero ¿sabes qué es más interesante?
—¿Qué?
—Que en exactamente tres segundos vamos a caer a una velocidad ridículamente rápida y no hay nada que puedas hacer para evitarlo.
El silencio que siguió fue casi cómico. Nico giró la cabeza hacia ella con una expresión entre indignación y sorpresa, abriendo la boca para protestar, probablemente con un comentario sobre aceleración, fuerzas gravitacionales y medidas de seguridad, pero no tuvo oportunidad.
La atracción soltó los frenos y la caída libre comenzó.
El grito que salió de su boca fue fuerte, claro y absolutamente involuntario.
Desde abajo, Marie y André compartieron una mirada y, sin necesidad de decir una sola palabra, rompieron en carcajadas. La imagen de Nico, el pequeño genio meticuloso, con los ojos bien abiertos y la boca abierta en un grito de sorpresa, era demasiado buena como para no disfrutarla. Mientras tanto, Alex, a su lado, solo sonreía, disfrutando del descenso con una emoción completamente diferente, sin miedo, sin titubeos, solo dejándose llevar por la adrenalina del momento.
Cuando la atracción finalmente se detuvo y los sistemas de seguridad liberaron los asientos, Nico estaba claramente alterado, con las mejillas enrojecidas y la respiración ligeramente agitada, aunque intentaba componer su expresión.
Alex, por otro lado, se bajó con total tranquilidad, sacudiéndose la ropa como si nada hubiera pasado, con una sonrisa que dejaba en claro que había disfrutado cada segundo.
—Eso fue… —Nico tragó saliva, recomponiéndose lo mejor que pudo—. Fue una pésima idea.
—Oh, por favor, no puedes decirme que no fue increíble —dijo Alex, cruzando los brazos y mirándolo con un brillo desafiante en los ojos.
—No lo fue —insistió él con firmeza, como si con solo decirlo pudiera hacer que la experiencia no hubiera sido lo que en realidad fue.
—¿Entonces por qué estabas gritando y riendo al mismo tiempo?
Nico frunció el ceño, visiblemente molesto porque lo habían atrapado en una contradicción que no sabía cómo desmentir.
—No estaba riendo.
—Oh, sí lo estabas.
—No lo estaba.
—Claro que sí.
—No.
—Sí.
—No.
—Sí.
—¿Van a seguir con esto todo el día? —intervino André en ese momento, cruzándose de brazos y arqueando una ceja mientras los miraba con una expresión de cansancio divertido.
Nico y Alex se miraron por un segundo y, como si hubieran acordado la respuesta de antemano, se encogieron de hombros al mismo tiempo antes de responder con total naturalidad.
—Tal vez.
Marie negó con la cabeza, reprimiendo una sonrisa mientras le susurraba a André en voz baja.
—Creo que esto será una competencia de resistencia.
—Parece que sí —respondió él, lanzando una mirada apreciativa hacia los niños—. Pero por lo menos ahora tiene a alguien que no se deja ganar.
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hombre de negocios, pequeños genios traviesos, amar otra vez
Editado: 28.04.2025