¡ No te acerques a mi mami !

Capítulo 29 «Plan infalible»

Capítulo 29
«Plan infalible»

Nico se dejó caer sobre su cama, sintiendo el peso de lo que acababa de presenciar como si alguien hubiera colocado un bloque de concreto sobre su pecho.

Sus pensamientos iban a una velocidad alarmante, atropellándose entre sí, luchando por encontrar sentido a lo que había visto y escuchado. Primero, la conversación entre su madre y André. Luego, el beso. El dichoso beso.

Sintió un escalofrío recorrerle la espalda, no porque le diera asco (aunque sí que le daba asco), sino porque confirmaba algo que hasta ahora solo había sospechado: André no solo estaba invadiendo su casa, estaba invadiendo su vida. Y lo peor de todo era que su mamá parecía… cómoda con eso.

Frunció el ceño, enterrando la cara en la almohada para tratar de calmarse, pero le fue imposible. Los engranajes de su cerebro no dejaban de girar, de procesar, de calcular los posibles escenarios futuros.

Y en ninguno de ellos salía bien parado.

Podía ver con absoluta claridad lo que sucedería si no actuaba a tiempo: en unos días, su madre aceptaría la idea del internado, o lo que sea que André estuviera planeando para deshacerse de él, y lo enviaría lejos sin sospechar que estaba cayendo en una trampa.

Luego, cuando él ya no estuviera aquí para vigilar, André ocuparía el espacio que él había dejado vacío, convirtiéndose en alguien imprescindible en la vida de su mamá. Eventualmente, quizás en un año, tal vez menos, se darían cuenta de que estar juntos era una gran idea, y para cuando él pudiera volver, ya sería demasiado tarde. Su casa, su madre, su lugar en el mundo, habrían sido usurpados.

Se giró de golpe, mirando el techo con los ojos muy abiertos, respirando rápido.

«No, no, no. No lo permitiré»

Con la rapidez de quien está a punto de hacer un descubrimiento revolucionario, se sentó en la cama y tomó su pizarra, su fiel aliada en momentos de crisis. No podía seguir dejándose llevar por la emoción. Necesitaba un plan. Un plan estratégico, preciso, extremadamente medido sin lugar a equivocaciones o fallos, donde cada paso estuviera medido y cada acción tuviera una consecuencia clara.

Tomó el marcador con determinación y, con letra firme, escribió en la parte superior: «Plan para hacer que André se vaya».

El título le quedó bastante bien. Con solo mirarlo, ya podía sentir cómo su cerebro entraba en un estado de máxima concentración.

«Ahora, enfoquémonos en las opciones.».

Se cruzó de brazos, moviendo los labios en un murmullo mientras analizaba todas las posibilidades. Tenía que encontrar la manera más efectiva de sacarlo de su vida sin que su madre sospechara de su intervención. No podía ser un ataque directo; eso solo lo haría ver como un niño caprichoso y podría hacer que su mamá tomara partido por André. No, debía ser más inteligente. Más sutil.

Se inclinó hacia delante y comenzó a escribir, enumerando sus opciones como si estuviera resolviendo una ecuación compleja.

Hacer que mamá se enoje con él: Viable, pero arriesgado. Su madre no era fácil de manipular, y si sospechaba que él estaba detrás de algo, se aseguraría de que recibiera un castigo ejemplar. Y quedar sin libros o documentales por un mes, no sería nada agradable.

Convencerlo de que vivir aquí es una mala idea: Más seguro. Si lograba que André sintiera que su presencia era incómoda o innecesaria, tal vez decidiría marcharse por su cuenta.

Hacerle creer que la casa está embrujada: Mmm… interesante. ¿Funcionaría? Bueno, la lógica decía que los adultos no creían en esas cosas, pero… tal vez, si lo hacía de forma creíble, podría plantar la duda en su mente.

Atacarlo psicológicamente con mi intelecto superior: Muy, muy interesante.

Hacer que su estadía aquí sea insoportable: Bingo.

Se quedó observando las opciones durante unos segundos, tamborileando el marcador contra su rodilla. Todas eran buenas, pero la última era la clave. No podía simplemente hacer que su madre se molestara con André o que él decidiera irse. No, tenía que hacer que querer quedarse aquí fuera una tortura para él.

Perfecto. Absolutamente perfecto.

Ahora venía la parte divertida: los detalles.

Se inclinó más sobre la pizarra y empezó a desarrollar su estrategia, como un maestro del ajedrez planificando cada uno de sus movimientos antes de la partida.

Interrupción del sueño:
Si André no podía descansar, su paciencia se desmoronaría. Un adulto cansado es un adulto vulnerable. Opciones: hacer ruidos sospechosos en la noche como pisadas en el pasillo, golpes suaves en la pared, murmullos apenas audibles. Despertarlo en momentos inesperados con excusas absurdas como: «No puedo dormir porque creo que la gravedad en mi cuarto está fluctuando». Cambiar su despertador para que sonara a horas imposibles como 3:47 a. m., lo suficientemente tarde para interrumpir el sueño, pero demasiado temprano para volver a dormirse cómodamente.

Confusión total:

Si lograba que André pensara que estaba perdiendo la cabeza, aceleraría su deseo de irse. Opciones: mover sus cosas de lugar cada noche sin que se diera cuenta; cambiar la sal por azúcar; modificar su fondo de pantalla a algo perturbador cada vez que dejara su laptop sin supervisión.




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