No te amaré #2

Capítulo 2

Muchas veces había recorrido ese camino cuando era una niña. Cuando Julian y ella jugaban como dos buenos amigos. Se acordaba de la sonrisa juvenil en los labios de él y, ella estaba encantada con esa sonrisa, la hacía especial. Él le hacía especial. Él no reparaba en su leve cojera que tenía y le hacía partícipe en sus juegos. 

Sin embargo, ahora él no sonreía. 

Anduvo hasta él con pasos pausados. No se había esperado esa reacción tan defensiva por parte de él. Se había sentado sobre la hierba sin pensar que la chaqueta como el pantalón se pudieran manchar de tierra. El viento levantaba los mechones rubios de su pelo. ¿Qué le había pasado para que fuera otro Julian, diferente al que ella conocía? 

  — Julian —  le llamó pero él no hizo amago de girarse.

Suspiró y se sentó a lado de él.

  — ¿Por qué te has ido así de repente?— parecía tan lejano de allí y de ella que dolía.

No se esperó encontrarse con su mirada con dureza y llena de reproches. Enfrentó a su mirada, que hacía tiempo no logró olvidar de su cabeza, ni de su pecho. Lo había querido tanto... ¿Lo seguía amando?

— No me esperaba tu casamiento — dijo lacónico y apartó su mirada la de ella.

Diane esbozó una sonrisa triste. Si él supiera la verdad que había ocultado en su corazón. Ella tampoco se lo habría esperado tiempo atrás hasta que se vio en Italia desesperada. Si alguien le hubiera dicho, años atrás, que se casaría en el extranjero ella no se lo creería. Pero él no se imaginaba su situación que la impulsó a casarse con el que era ahora su marido.

  — Julian, no iba a estar soltera para siempre. Además, tú también te habías casado...

Ante la mención de sus esponsales, él se rio amargamente asustando a la joven. 

  — ¿Qué ocurre Julian? —  apoyó una mano sobre su hombro que él no apartó. Le dolía verlo con la cara contraída por la amargura y la decepción.

— Has cambiado — el cambio de tema la descolocó —, Diane.

— No te comprendo — movió la cabeza e intentó que él dijera algo más pero no lo hizo.

Es más, él se apartó como si la conversación hubiera terminado y no quisiera hablar del tema.

— Ni yo mismo me comprendo —  Diane quiso hablar pero él le dio la espalda, se fue hacia la casa dejándola sola.

Se abrazó a sí misma intentando encontrar algo de calidez. No entendía la actitud de Julian, parecía enfadado con ella y no sabía las razones de ello. Frunció el ceño al darse cuenta que en ningún momento se había encontrado con lady Werrington. 

Regresó ella también a la casa porque a fuera estaba empezando a hacer frío. Parecía respirar tranquilidad, una falsa calma. Subió las escaleras y se dirigió hacia la habitación de su hermana. Allí estaba ella, recostada con el niño dormido en la cama.

Viendo a su hermana en el umbral de la puerta, le sonrió y dejó al pequeño en la cama depositando un beso en su cabeza. Le hizo un gesto con la mano para irse a la otra habitación contigua.

— ¿Te ha dicho algo Julian?

Se sentaron en un sofá. Estaban en una salita, había en ella una chimenea, una mesa y un sofá. 

—  Más bien poco me ha dicho — se entristeció con solo recordarlo —. Cassie, ¿qué ha pasado?

Cassie titubeó pero finalmente le dijo la verdad.

  —  Ay, Diane. Ha cambiado muchas cosas desde que te fuiste. Te mandé cartas pensando que me contestarías...

—  Lo siento, me enteré lo de padre. Lo lamento tanto haberme perdido ese momento. 

— Ya no importa — le dio un apretón en su mano — . Te creí desaparecida por un tiempo. También, pensé eso de Julian hasta que nos dio la sorpresa de un año atrás. Apareció devastado y ebrio. Nos llegamos a enterar más tarde que su esposa lo había abandonado.

— ¿Lo abandonó? — no se lo creía, ¿cómo podía abandonarlo? — ¿Por qué?

Su hermana hizo una mueca.

— No ha querido decir nada sobre ello. Pero corren los rumores diciendo que ha sido porque otro hombre la había engatusado. Sigue siendo un tema espinoso para él. Hemos hecho lo posible para sacarlo de ese agujero negro en el que se ha metido.

Diane soltó un gran suspiro de sus labios.

— Si lo hubiera sabido...

—   ¿No te habrías ido? — la otra joven abrió los ojos como platos, parecía que le había leído la mente. Cassie la miró con compasión —. Diane no te culpes, por favor, de las decisiones de nuestro hermano.

No le pasó desapercibido la mueca de Diane. Cassie tragó saliva y le hizo la pregunta que su hermana temía escuchar.




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