No te amaré #2

Capítulo 3

—  Me gustaría poder responderte con un sí o un no  — ella misma quería saberlo. 

Claro que sentía algo por Julian que el tiempo no lo había hecho desaparecer. 

—   Diane, lo siento  — Cassie palmeó la mano con suavidad  —. Los sentimientos cambian. Dímelo a mí.

Diane se fijó en su sonrisa y el brillo de la dicha en sus ojos. 

 —  Me imagino que Matthew tiene que ver con ese cambio y con mi sobrino, ¿no me equivoco?

— No, no te equivocas. Soy feliz con él como nunca antes lo había sido. Me ha dado el mayor regalo que me podría dar: mi hijo.

Diane se alegró. Pero no pudo evitar pensar en ella. ¿Era feliz? Pareció que su hermana le leyó sus pensamientos.

— Aunque veas la felicidad lejana a ti, puedes encontrarla en cualquier momento. No sé si hubiera sido con mi hermano. Ojalá no se hubiera casado pero ahora...

— Es imposible. Ahora estoy casada... y debería pensar en mi marido  — hasta en ese momento no lo había considerado. 

"Dante"

Cassandra sabía el difícil dilema que tenía su hermana. Ojalá pudiera ayudarla pero no tenía en sus manos la respuesta.  

 

Tras la conversación que había tenido con su hermana, fue hacia los aposentos que le habían asignado. Había salido con un peso en el pecho que no se le quitaba.

Había sido sincera con su hermana. Aún no sabía si definitivamente sus sentimientos por Julian habían terminado. No estaba segura porque aún podía notar que su corazón aleteaba cuando oía su nombre. Creía que estaba curada de ese mal amor. Sin embargo, sus entrañas se removieron cuando lo vio, enfrente de ella. Cuando sintió sus brazos rodeándola, se sintió  morir. Tenía que reconocer que lo había echado de menos. El saber que su mujer lo había abandonado, la destrozaba. 

  Cuando entró en su habitación, se quedó sorprendida. No se esperó ver dentro en él a su marido. Su hermana no le había dicho nada, aunque ella tampoco sabía que dormían en habitaciones separadas. Intentó no ponerse nerviosa delante de él. Pocas veces se habían encontrado en un mismo lugar y habían estado los dos a solas con ese grado de intimidad. Él le había prometido darle espacio hasta que ella se sintiera segura con él y pudiera dar ese paso. 

¿Entonces qué hacía en su habitación?, se preguntó sin dejarle de mirar.

Dante estaba sentado en una de las sillas pensativo. Se acercó a él intentando ocultar su nerviosismo. No lo conocía realmente. Cuando lo vio por primera vez en esa fiesta italiana, él parecía estar apartado del mundo, de la gente. Estaba de pie sin mostrar alguna de sus emociones o sus pensamientos. Él no se dio cuenta que ella lo estaba observando. En ese instante, su tía estaba bien y fue la que se dio cuenta de su escrutinio.

 Es un hombre atractivo — su tía puso voz a sus pensamientos.

Se sonrojó de inmediato.

¡Tía! — gritó escandalizada y se tapó las mejillas coloradas. Miró a su alrededor para que no se percatara de su agitación.

Su tía se estaba divirtiendo. Hasta le guiñó el ojo con picardía. 

Si quieres, puedo hablar con la anfitriona y te lo presente.

Estaba tan avergonzada que dijo que no con la cabeza. En ese instante, el protagonista de sus pensamientos desapareció de repente de su vista. ¿Cómo?, ¿dónde estaría?

 Aunque lo trates ocultar, sobrina. Te mueres de la curiosidad. ¿Quieres saber quién es?

Tenía razón su tía pero no articuló palabra. Intentó no buscarlo con la mirada en las siguientes horas. Ocultó bien su decepción cuando no lo vio más aparecer más. 

Fue una semana después cuando lo vio por segunda vez. 

Su mente volvió al presente y se situó al frente de él. 

— Te estaba esperando —dijo Dante y alzó la mirada —. Espero que no te moleste haberme instalado aquí. No le dije nada a la ama de llaves. 

Se levantó, Diane sintió la cercanía del hombre. Imponía. Él era más alto que ella, medía uno y ochenta. Ella seguía siendo pequeña con su metro y cincuenta y cinco centímetros.

—Si te molesta puedo irme  — se encogió de hombros.

— No quiero... - se mordió el labio indecisa, no sabía qué responderle. En parte quería decirle que se marchara a otra habitación pero otra parte deseaba... Aún no era consciente que seguía mordiéndose el labio hasta que él en un gesto delicado, lo tocó para que lo dejara de morder.

Jadeó con su simple contacto. 

— Le diré a tu hermana que me instalaré en otra habitación — terminó por ella. 




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