En la noche cenaron en el gran comedor. Matthew como Cassie hicieron de buenos anfitriones y trataron que la cena fuera amena a pesar de la actitud taciturna que presentaba Julian. Al menos, pensó Cassie, no estaba bebiendo y se estaba controlando en no pedir una bebida durante la comida. Quizás, la presencia de su hermana Diane le había afectado de tal manera que no quería beber más.
Se fijó que su hermana Diane miraba disimuladamente a su hermano. Parecía que temía que hiciera un espectáculo. Pero no lo estaba haciendo. Le parecía tan extraño verlos todos reunidos... Ahora había que añadir a la familia al señor Caruso, el marido de Diane.
Su marido Matthew hablaba con él. Le encantaba que su marido intentara integrarlo a la familia. No quería que el esposo de Diane se sintiera un extraño. Hablaba con soltura el inglés, eso le llamó la atención.
— Dante, ¿cómo aprendiste nuestro idioma?— le quiso preguntar.
Diane que miraba ese momento a Julian, se detuvo y miró a su marido. Le daba vergüenza admitir que ella en el pasado, cuando se conocieron, no le preguntó. Pero no por ello, se mantuvo atenta a lo que iba a decir.
¿Por qué antes no se había molestado en preguntarle?, se preguntó dándose un golpe mental. Era más consciente que nunca lo poco que conocía a su marido.
Dante se limpió los labios con la servilleta antes de contestar. Nadie se fijó salvo Julian, que lo miraba como un insecto raro que había que observar, en la tensión de los hombros del hombre. Un gesto que le demostraba estar disgustado con la pregunta. Pero no le dio importancia porque la vida de su "cuñado" no le interesaba en absoluto.
— Bueno, no hay mucho de que hablar— intentó no dar muchos detalles —. Mi padre era inglés y mi madre italiana. Ella quiso que aprendiera su idioma como el mío.
Inconsciente apretó el puño al recordar su pasado. Recordarlo, no le hacía bien. Si ellos supieran la verdad, no querrían que él estuviera comiendo en su mesa como un igual.
Diane se dio cuenta que su marido no quería hablar mucho del tema. ¿Cuánto no sabía de él?, esa pregunta rondaba en su cabeza.
— Pues lo hablas muy bien — dijo Cassie después de un silencio tenso que se había establecido —. Así que seguramente no tendrás problemas en adaptarte y conocer a nuestros vecinos.
— Le he dicho antes de cenar que puede venir conmigo cuando quiera a Londres. Me ha comentado que te gustaría invertir y tengo unos buenos amigos que te pueden ayudar.
Se alegró por su marido y este se mostró agradecido hacia su cuñado a pesar que sentía que ese gesto de bondad de Matthew no se lo merecía. Julian aplaudió ante la escena familiar interrumpiendo el momento. Cassie lo miró con los ojos entrecerrados con desconfianza. Él esbozó una sonrisa para calmarla y se levantó con su copa de agua.
— Como duque Werrington quiero darte la bienvenida — dirigiéndose a Dante — a la familia. Antes no lo había hecho, error mío. Pero es mejor remendar los errores antes que sea demasiado tarde — dijo con cierto tono de burla — Se nota que les has caído bien. Espero que te quedes mucho tiempo y podemos disfrutar de tu compañía.
Hizo un brindis y los demás lo siguieron aunque Dante no levantó su copa. Julian se dio cuenta de ello. Entre ellos, sin saberlo, se habían establecido una guerra silenciosa.
Cuando acabó la cena, Matthew y Cassie se fueron a su alcoba. Igual hicieron los demás, salvo Diane que quiso ir a la capilla a visitar a su padre fallecido. Antes no había tenido tiempo de hacerlo. Además, quería ir sola.
Se echó el chal sobre los hombros. La noche refrescaba. Tomó un candil para que le alumbrara durante el camino. En ese trayecto, su mente pensó en Dante y Julian. Eran dos hombres diferentes. Dante, se mantenía más reservado y misterioso que antes, cuando se conocieron. Parece que el hecho de estar rodeado de más personas se encerrara más consigo mismo. En cambio, Julian no tenía reparo en mostrar sus sentimientos. Uno de ellos, que le disgustaba la presencia de Dante.
Se guardó para ella un suspiro y se detuvo en cuanto vio la tumba del antiguo duque Werrington. Sus ojos se anegaron de lágrimas al ver su nombre en esa fría lápida. Fue un gran padre para ella. Nunca olvidaría sus ojos amables cuando se encontraron. No hacía poco tiempo que murió su padre cuando su madre estrechó lazos con el duque. Desde aquel entonces el duque la trataba como una hija y eso, lo llevaba siempre en el corazón. Gracias a él había sido muy dichosa en Devonshire. No se merecía haber muerto.
Cassie no le había hablado mucho del momento en el que falleció. Ni siquiera le mencionó el tema de su madre. Parecía "tabú". Ella no era ignorante, su madre estaba en la cárcel. Aunque no quería creerlo, así era.
Dejó el candil cerca y depositó un pequeño ramo en la lápida. Dio un respingo cuando una sombra se acercó a ella.
— Soy yo — reconoció la voz de su marido.
— Me has asustado — le regañó. Se llevó una mano hacia su corazón que latía con desenfreno.